Dos mujeres de diferentes edades y oficios, la novelista Raquel una y la actriz Alicia, se reúnen aguijoneadas por la ambición y el deseo de triunfar. Son féminas que desnudan sus almas y revelan sus verdaderas personalidades, porque están dispuestas a reconocerse desde la verdad para intentar sobrevivir en un mundo de mentiras.
Así explica la primera actriz Francis Rueda, quien encarna a la novelista Raquel, el argumento de la comedia Juego de damas, de Eduardo Galán (Madrid,1950), con la cual reaparece en la Sala 2 del Celarg, desde este jueves, acompañada de la joven Mirna Bello y bajo la dirección de Fermín Reina, en una producción para la Fundación Zarabanda Teatro. “Es una obra de un profundo contenido humano, una comedia de corte psicológico, cuya temática es trascendente para el teatro y para la vida cotidiana, por su gran sentido del humor y la calidad de su discurso dramático”, reitera.
-¿Desde cuándo en el teatro?
-Creo que desde siempre tuve contacto con el teatro. Cuando estudiaba el segundo año de bachillerato, ya estaba haciendo El paso de las aceitunas, de Lope de Rueda, donde actuaba y dirigía, contaba con una intuición y un sentido de la actuación y del ballet. Me carteaba con el actor Manuel Poblete, él hacia teatro y televisión y luego se convirtió en mi padre adoptivo. A él agradezco el haberme llevado al teatro por primera vez, en el viejo Ateneo de Caracas, donde presentaban Los incendiarios, de Mark Frisch. Él actuaba y por cierto estaba en el reparto Gilberto Pinto que pocos años después seria mi profesor de actuación en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo, y quien, muchos años después, sería mi compañero de vida. Ese día fue grandioso para mí; le dije a Manuel que ese espectáculo me había deslumbrado y como ese contacto directo con el público era único, poco tiempo después ya estaba sentada en los bancos de mi entrañable Escuela, dirigida en ese entonces por Porfirio Rodríguez, en los altos del Teatro Nacional. Se abrió para mí un mundo maravilloso del conocimiento. Recuerdo que teníamos que leer tres libros a la semana, asistir al teatro, al cine y a los museos.
-¿Con cuál obra se inició?
-La primera obra que hice, en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo, era Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca, dirigida por uno de los alumnos más avanzados de la escuela como lo fue el periodista Pedro J. Díaz, quien afortunadamente me acompañó siempre, hasta el día de su muerte. Otra de las cosas más extraordinarias que me ha sucedido fue cuando me escogieron, recién salida de la Escuela, para trabajar con el director Martín Goncalves, invitado por la embajada de Brasil para dirigir una de las obras más polémicas que se han presentado jamás en Venezuela, Álbum de familia, de Nelson Rodrígues; no podía creer que compartiría escenario con gente tan importante como Bertha Moncayo, Esteban Herrera y Gladys Cáceres. Aquello fue grandiosamente escandaloso, porque casi suspenden el espectáculo, por sus contenidos tan fuertes y en especial por un incesto marcado en su argumento, que era precisamente lo más criticado. Recuerdo que en ese año, 1969, uno de los espectadores fue el poeta Pablo Neruda, que estaba de visita en Caracas.
-¿Cuántas piezas en su vida artística?
- El haber transitado por casi todos los grupos de teatros más importantes del país, me ha permitido realizar un repertorio del cual me siento satisfecha. Son más de 90 obras de grandes autores y con grandes directores. He recibido múltiples reconocimientos importantes, como el Premio María Teresa Castillo, el cual me permitió realizar La señorita julia, de Strindberg, bajo la dirección de Carlos Giménez. Esta avalancha de trabajo ha sostenido mi carrera de actriz, al darme la posibilidad de la versatilidad de forma y de fondo.
-¿Y la docencia no le ha interesado?
-Hasta ahora, esporádicamente, he incursionado en la pedagogía teatral a nivel individual. Es muy es satisfactorio poder transmitir los conocimientos adquiridos a otras personas, y tengo en perspectivas unos talleres que me han demandado algunas instituciones.
-¿Qué ha pasado con los monólogos?
Así explica la primera actriz Francis Rueda, quien encarna a la novelista Raquel, el argumento de la comedia Juego de damas, de Eduardo Galán (Madrid,1950), con la cual reaparece en la Sala 2 del Celarg, desde este jueves, acompañada de la joven Mirna Bello y bajo la dirección de Fermín Reina, en una producción para la Fundación Zarabanda Teatro. “Es una obra de un profundo contenido humano, una comedia de corte psicológico, cuya temática es trascendente para el teatro y para la vida cotidiana, por su gran sentido del humor y la calidad de su discurso dramático”, reitera.
-¿Desde cuándo en el teatro?
-Creo que desde siempre tuve contacto con el teatro. Cuando estudiaba el segundo año de bachillerato, ya estaba haciendo El paso de las aceitunas, de Lope de Rueda, donde actuaba y dirigía, contaba con una intuición y un sentido de la actuación y del ballet. Me carteaba con el actor Manuel Poblete, él hacia teatro y televisión y luego se convirtió en mi padre adoptivo. A él agradezco el haberme llevado al teatro por primera vez, en el viejo Ateneo de Caracas, donde presentaban Los incendiarios, de Mark Frisch. Él actuaba y por cierto estaba en el reparto Gilberto Pinto que pocos años después seria mi profesor de actuación en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo, y quien, muchos años después, sería mi compañero de vida. Ese día fue grandioso para mí; le dije a Manuel que ese espectáculo me había deslumbrado y como ese contacto directo con el público era único, poco tiempo después ya estaba sentada en los bancos de mi entrañable Escuela, dirigida en ese entonces por Porfirio Rodríguez, en los altos del Teatro Nacional. Se abrió para mí un mundo maravilloso del conocimiento. Recuerdo que teníamos que leer tres libros a la semana, asistir al teatro, al cine y a los museos.
-¿Con cuál obra se inició?
-La primera obra que hice, en la Escuela Superior de Artes Escénicas Juana Sujo, era Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca, dirigida por uno de los alumnos más avanzados de la escuela como lo fue el periodista Pedro J. Díaz, quien afortunadamente me acompañó siempre, hasta el día de su muerte. Otra de las cosas más extraordinarias que me ha sucedido fue cuando me escogieron, recién salida de la Escuela, para trabajar con el director Martín Goncalves, invitado por la embajada de Brasil para dirigir una de las obras más polémicas que se han presentado jamás en Venezuela, Álbum de familia, de Nelson Rodrígues; no podía creer que compartiría escenario con gente tan importante como Bertha Moncayo, Esteban Herrera y Gladys Cáceres. Aquello fue grandiosamente escandaloso, porque casi suspenden el espectáculo, por sus contenidos tan fuertes y en especial por un incesto marcado en su argumento, que era precisamente lo más criticado. Recuerdo que en ese año, 1969, uno de los espectadores fue el poeta Pablo Neruda, que estaba de visita en Caracas.
-¿Cuántas piezas en su vida artística?
- El haber transitado por casi todos los grupos de teatros más importantes del país, me ha permitido realizar un repertorio del cual me siento satisfecha. Son más de 90 obras de grandes autores y con grandes directores. He recibido múltiples reconocimientos importantes, como el Premio María Teresa Castillo, el cual me permitió realizar La señorita julia, de Strindberg, bajo la dirección de Carlos Giménez. Esta avalancha de trabajo ha sostenido mi carrera de actriz, al darme la posibilidad de la versatilidad de forma y de fondo.
-¿Y la docencia no le ha interesado?
-Hasta ahora, esporádicamente, he incursionado en la pedagogía teatral a nivel individual. Es muy es satisfactorio poder transmitir los conocimientos adquiridos a otras personas, y tengo en perspectivas unos talleres que me han demandado algunas instituciones.
-¿Qué ha pasado con los monólogos?
- Con los monólogos no ha pasado nada, siempre ha habido buenos y malos monólogos. Hay algunos que se apartan de la trivialidad que ha asaltado al teatro durante estas últimas décadas, porque ahora cualquier escribidor pretende pasar por dramaturgo.
-¿Dónde deja la televisión?
-Como actriz me gusta hacer todo lo que tenga que ver con la representación. Tuve la dicha de hacer buenos trabajos en la época dorada de la televisión, en los años setenta, y me encantaría que recobrase esa calidad de las décadas anteriores.
-¿Dónde deja la televisión?
-Como actriz me gusta hacer todo lo que tenga que ver con la representación. Tuve la dicha de hacer buenos trabajos en la época dorada de la televisión, en los años setenta, y me encantaría que recobrase esa calidad de las décadas anteriores.
-¿Qué ha ocurrido con el cine?
-El cine me apasiona, era tan difícil hacer cine en este país, pero con la apertura de la Villa del Cine se ha abierto la posibilidad de crear una industria y lo único que deseo es que el proyecto tenga larga vida.
-El cine me apasiona, era tan difícil hacer cine en este país, pero con la apertura de la Villa del Cine se ha abierto la posibilidad de crear una industria y lo único que deseo es que el proyecto tenga larga vida.
-¿Qué viene después de Juego de damas?
-Voy a proseguir recorriendo al país con mi unipersonal Encuentro con Francis Rueda. Tengo un proyecto de homenaje a Horacio Peterson con la pieza Los soles truncos, de René Marqués, bajo la dirección de Javier Moreno, y además tenemos pensado llevar a escena, en los meses de junio y julio, la pieza La visita de los generales, de Gilberto Pinto
No hay comentarios.:
Publicar un comentario