Gabríel
Díaz (Maturín, 1972) regresa después de
13 años a Venezuela y lo hace con un exigente espectáculo, tanto por el
libreto, la realización actoral y por tratarse de la microbiografía de una
legendaria figura de la música popular latinoamericana como lo fue Lupe
Victoria Yoli Raymond. Controversial mulata, nacida el 23 de diciembre de 1939
en Santiago de Cuba y muerta en Nueva York el 29 de 1992, tras rocambolesca
vida donde pulularon sus éxitos
profesionales sumados a su lenta e inexorable caída personal, consecuencia de
las mafias de la música que se aprovecharon de su convulsa vida naufragada en
los narcóticos y la violencia familiar. Otra historia más de como el arte
encumbra a sus cultores y después los devora si estos se exceden o no siguen el
compás de mecenas o manageress.
Usando
Internet, porque en Alemania no encontró libros ni ensayos alusivos, y un tanto de su memoria emotiva, el
autor-director Díaz elaboró el guión del unipersonal La Lupe/La reina del desamor. Lo
convirtió en conmovedor teatro musical gracias a la precisa concepción del
montaje y al rigor en la dirección actoral,
y por eso lo presenta desde el 1
de noviembre en la sala Trasnocho, gracias a la entrega profesional de Mariaca
Semprún y al apoyo de Mahmoud Handous de Advanta Producciones, además del
profesional quinteto de músicos, liderizado por Santos Palazzi, el escenógrafo
Armando Zullo y el iluminador José
Jiménez.
La
primera temporada de La Lupe/La reina
del desamor se sumará a otras en hoteles y espacios no convencionales, porque
el espectáculo desnuda el estilo desafiante, lacerante y alocado de la cantante
en el escenario, el que llegó a molestar hasta a Fidel Castro, su
transformación de santera a ferviente cristiana, y su muerte en la pobreza. En esta
obra se mezclan elementos reales y ficticios sobre su vida, quien estuvo en la
cima de la popularidad, hasta caer en el abismo, debido a los vicios y las
puñaladas traperas de quienes se decían sus amigos. Entre canciones tan
populares de La Lupe como: "Puro teatro", "La tirana" y
"Fever", se cuenta una saga trágica y llena de vida de una
irreverente sin igual, que vivió como
quiso a sabiendas que podía perder.
Pero
más allá de la notable estructura del unipersonal, donde resaltan los
mecanismos expositivos de la técnica dramática, combinados con las canciones
que la actriz cantante vocaliza perfectamente, hay que exaltar el talento
histriónico, bien dirigido, de Mariaca para crear su personaje de principio a
fin, cantando además como toda una diva sin ser una cantante, pero si una
actriz con maravilloso adiestramiento vocal, lo cual le permitió momentos
estremecedores.
El
espectáculo dura menos de 120 minutos, con intermedio, y sirve para demostrar
la calidad global de la producción, donde la música en vivo, la iluminación y
los efectos especiales fueron eficaces soportes para la grandiosa performance
musicoactoral de esa bella mujer que es Mariaca Semprún y la carta de
presentación de un venezolano que terminó de formarse en Alemania, y quien ha
prometido retornar con otro regalo artístico como el que ha presentado.
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