Venezuela pierde un gran artista. Hoy, 24 de enero, ha fallecido
en San Cristóbal el primer actor Freddy Pereira (65 años), gran figura del teatro y el
cine venezolanos. Esta entrevista se la hicimos hace dos semanas y la publicamos aquí en su homenaje.
-Cómo llega
al teatro y con quienes estudia o inicia la experiencia?
En realidad llego al hecho teatral sin
proponérmelo. Siempre fui pintor. A los catorce años había decidido ser pintor,
pues desde niño tuve inclinación por el dibujo. En el año 1975, (tenía 27
años) y habiendo hecho ya una carrera
como artista plástico, con varios premios importantes en el maletín, yo había
sido nombrado Delegado del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes y me habían
dado el cargo de Coordinador Cultural del Estado Anzoátegui, con sede en
Barcelona, luego de permanecer dos años
dirigiendo el Centro Básico de Artes Plásticas de Cumaná en el Estado Sucre. Allá, en Barcelona, conocí a Kiddio España, y
él, que era profesor de la Escuela de Teatro Teófilo Leal y dirigía el Grupo de
Teatro Estable de Barcelona, me propuso en son de broma, trabajar en una obra teatral
que tenía en proyecto. Yo jamás había estudiado teatro y no me pasaba por la
cabeza ser actor ni nada que se le pareciera, pues siempre tuve la tendencia a la timidez y la
introversión. Cuando Kiddio me planteó el asunto, lo pensé y dije:
-¿Por qué no? a lo mejor se me quita eso.
.-Comencé a asistir a las lecturas de la obra. Era Muertos Sin Sepultura de Jean Paul Sartre y pude comprobar que yo no leía tan mal, incluso, mejor que algunos de los actores que allí había. Eso me dio confianza y a los cuatro días comencé a sentirme como pez en el agua. Pero recuerdo claramente el día que Kiddio comenzó a mover los personajes.
--Hay una escena donde el personaje de Jean, (que era mi papel) es hecho prisionero y arrojado a una celda. Allí, en la misma celda se encuentran “El Canario y Lucy”, que forman parte de una red subversiva que dirige Jean. Este, al caer, ve a la mujer y le pregunta sorprendido:
-¿Por qué no? a lo mejor se me quita eso.
.-Comencé a asistir a las lecturas de la obra. Era Muertos Sin Sepultura de Jean Paul Sartre y pude comprobar que yo no leía tan mal, incluso, mejor que algunos de los actores que allí había. Eso me dio confianza y a los cuatro días comencé a sentirme como pez en el agua. Pero recuerdo claramente el día que Kiddio comenzó a mover los personajes.
--Hay una escena donde el personaje de Jean, (que era mi papel) es hecho prisionero y arrojado a una celda. Allí, en la misma celda se encuentran “El Canario y Lucy”, que forman parte de una red subversiva que dirige Jean. Este, al caer, ve a la mujer y le pregunta sorprendido:
--¿Lucy, tú también estás aquí?--
-Cuando el actor que encarna al policía me
empuja en el escenario y yo caigo, miro a Lucy, y voy a preguntar…no pude
hacerlo; me quedé con las palabras en la
boca haciéndome un nudo que me aprisionó los dientes y me los amarró a la garganta
sin posibilidad de respirar. Escuché una carcajada colectiva que convirtió aquella mudez en un mazo que me golpeaba la
cabeza y el cuerpo entero se me paralizó. Traté de incorporarme y no pude. Fue
cuando Kiddio España acudió en mi ayuda y pudo observar que la cosa era en
serio. Mandó callar a los demás que seguían
riendo y también vinieron, me levantaron y me sentaron en un banco. Me trajeron
agua y a duras penas lograron que recuperara el movimiento. Pero yo no hablaba, me había quedado
completamente mudo.
-Todos se
alarmaron y Kiddio me llevó en su carro
hasta mi casa diciéndome que no me preocupara, que ya mañana estaría bien, pues
se trataba de un shock nervioso por la inexperiencia.
-Eran las diez de la noche. Me acosté a dormir
y no pude conciliar el sueño; me quedé dormido a las cuatro de la madrugada y
me levanté a las ocho. Intenté hablar, pero no pude. Me fue imposible articular
palabra. Tenía que ir a trabajar, pues tenía mi oficina de Coordinador Cultural
del Estado en el Ateneo de Barcelona y así no podía ir. Maldije a Kiddio, a
Sartre y a mí mismo por haberme metido a
leer una obra de teatro que ni siquiera entendía y no sabía por qué lo estaba
haciendo.
-¿Dios mío, cuándo se me quitará esta vaina?, dije en mis adentros, supongo que no pasará de hoy.
-¿Dios mío, cuándo se me quitará esta vaina?, dije en mis adentros, supongo que no pasará de hoy.
-Pues pasó. Pasó uno, dos, tres días, fue
cuando Kiddio, --que me visitaba todos los días en la mañana-- angustiado, me llevó a donde un médico foniatra que no
supo explicarse ni explicarnos por qué yo había perdido el habla.
-Lápiz
y libreta en mano, decidí viajar a Caracas, fui al Hospital Universitario, me
hicieron todos los exámenes, nasales, laríngeos, faríngeos y hasta una
traqueotomía. Dos médicos me recetaron unas pastillas y me recomendaron volver a la semana. Ya iban
seis días y nada, había perdido el habla. Regresé a Barcelona a buscar un
brujo, lo encontré y le conté con señas y escribiendo, mi dolencia. El trataba de
explicarme un tratamiento también con señas y yo le escribí en el papel que
llevaba, que yo no era sordo que me lo dijera con palabras, total que me mandó
tres bebedizos para tomármelos por 20 días. Ahí se nublaron las esperanzas.
Estaba a punto de perder no solo mi trabajo sino la posibilidad de hablar y no hallaba a quien encomendarme. Decidí
echarme a dormir o morir y que sea lo que Dios quiera. Kiddio seguía visitándome
todos los días y yo nada podía decirle
porque no podía. Llevaba ocho días interminables en esta situación y le eché al teatro la maldición muda más
grande que se le haya podido dar (de lo que ahora me arrepiento), y no sé si
sería por eso, pero a las seis de la mañana del noveno día me levanté tosiendo
y escuchándome.
-Dije: Buenos dias, y
efectivamente, estaba hablando. Llamé a Kiddio por teléfono y cuando me
escuchó, no lo creía. Yo tampoco, pero le dije que se viniera para ver si era
verdad y acto seguido llegó a los diez minutos.
--¿Qué hubo, mi broder? --Le
dije abriendo la puerta--, a lo que respondió:
--¿Viste? yo sabía que esa vaina no podía
durarte mucho tiempo.
--Qué,
¿nueve días mudo, te parece poco?
--Bueno, prepárese, porque esta noche
continuamos los ensayos.
--No me joda, compadre --le repliqué frenándolo-- ¡será
para que me quede tullido!
-Me
incorporé a mi trabajo en el Ateneo de Barcelona diciendo que había hecho un
viaje a San Cristóbal por la salud de un familiar que se había quedado mudo. Por
otra parte, Kiddio me llamaba todos los días insistiendo, y a esa insistencia le debo esta profesión, pues meditando, llegué
a la conclusión que de alguna forma debía vencer aquel extraño obstáculo. Regresé a los
ensayos. Todos en el grupo del Teatro Estable de Barcelona se mostraron
dispuestos a ayudarme y sin saber cómo, en tres meses hice un personaje que fue
objeto de respeto y hasta de buenas críticas.
-Por aquel entonces llegó a Barcelona Néstor
Caballero, que había montado con cuatro campesinos en la ciudad de Anaco la obra del teatro Búfalo
Bill En Credulilandia. Me pidió el Teatro Cajigal para presentarla. Se lo
di, y después de verla, lo invité para que dictara un taller de teatro en el
Ateneo, pues aquel espectáculo me había dejado tan sorprendido por su calidad,
que pensé: Con este señor es con quien hay que trabajar.
-Comenzó
a hacer un taller montaje con la obra de
Rodolfo Santana “Los Criminales”. Yo
me incorporé y Néstor me asignó el personaje de Martín, el ladrón, y fue
en ese tiempo que surgió la idea, junto con Kiddio España, de hacer un festival de teatro en Oriente. Hablé con el Gobernador Pedro Tabata Guzmán,
quien era mi jefe inmediato, sobre la importancia de ésta idea, y se aprobó y otorgó
la primera partida presupuestaria para iniciar el Festival de Teatro de Oriente. Yo hice el primer afiche del Festival, era el año 1976.
-Continué trabajando con Néstor Caballero, en
Los criminales y “El hombre de la rata”de Gilberto Pinto,
y aunque estas dos obras nunca llegaron a presentarse, el hecho de enfrentar un monólogo como El hombre de la rata, con un director
como Néstor, que aunque en esa época tenía 24 años, me sirvió de aprendizaje.
-Dejé mi trabajo en Barcelona y decidí que me
dedicaría al teatro. Lo abandoné todo y me fui con Néstor cCaballero a la Isla
de Margarita. Allí montamos con el actor
negro Raymundo Mijares, La historia del zoológico de Edward Albee. Finalizaba 1976.
Nunca
pisé una escuela de teatro, nunca hice un taller de teatro propiamente dicho.La
historia del zoológico fue, en realidad, mi entrada al teatro profesional.
- ¿Cómo conoce a Rodolfo Santana y cómo fue esa
relación con el paso de los años?
-En 1977 recorrí con Caballero y Raymundo
Mijares toda la Isla de Margarita y Coche, presentando la obra de Albee, luego viajamos a
San Cristóbal. En 1979 regresamos a
Caracas y realizamos tres películas en súper 8, que era el formato de moda en esa
época. Fue cuando vi El animador y Los
Ancianos en la Sala Rajatabla escritas y dirigidas por el mismo Rodolfo
Santana, y pensé que era con Santana y no con otro, con quien había que
trabajar. En el 80 estrenó Santana en el Teatro Alcázar Gracias José Gregorio Hernández por los favores recibidos y llegué
a la conclusión que estaba asistiendo a un milagro teatral. Aquella obra
representaba para mí lo máximo. Decidí hablar con Santana. Lo esperé a la
entrada del teatro y le pedí permiso para tomar fotografías de la obra. Le dije
que yo era artista plástico y que el tema de José Gregorio Hernández me
interesaba pues estaba trabajando con los mitos religiosos populares venezolanos,
--cosa totalmente cierta-- pues yo no había abandonado la pintura, incluso, había
enviado desde hacía tres años al Salón Michelena de Valencia cuadros sobre ese
tema, donde a uno de estos cuadros, llamado “El Ciervo de Dios” le había sido concedido un premio y estaba por realizar una
exposición sobre estos mitos religiosos en la Galería Mendoza de Caracas. Tomé
cerca de 50 fotos en dos funciones de Gracias
por los favores recibidos... y a los dos días se las llevé a Rodolfo Santana con
la invitación para mi exposición. Recuerdo que aquel domingo entró a la
galería, recorrió la exposición por cerca de media hora, se acercó a mí, me
abrazó y me dijo que él no sabía que tenía un hermano pintor. Aquello fue para mí revelador y acto seguido,
le dije que yo lo que quería era trabajar con él.
--¿Trabajar cómo? --Me preguntó.
--Como actor, yo también soy actor.
--Y… ¿dónde actúas?
--Tengo una obra montada y voy a presentarla en la Universidad
Francisco de Miranda este miércoles
que viene a las doce del mediodía. Se llama La historia del zoológico.
--Conozco la obra, pero no sabía que eras
actor… ¿y quién dirige?
--Yo mismo, le respondí con propiedad.
Se quedó pensativo y agregó:
--Hermano, parece que eres una cajita de
sorpresas.
- Acudió el miércoles a las doce en punto a
la sala de la universidad y se sentó en primera fila. Le dije a Raymundo
Mijares, --quien hacía el papel de Jerry-- que se amarrara los pantalones,
porque allí estaba Rodolfo Santana que había venido a vernos. El negro se asomó
por los entretelones y no se desmayó de pura suerte. Fue una función que
agradeceré siempre. Al final, Santana subió al escenario, nos abrazó con fuerza y me dijo:
--Hermanito, efectivamente Usted es una caja de sorpresas.
A los dos días, me llamó por teléfono y me
dijo que quería montar conmigo una obra que se llamaba La empresa perdona un momento
de locura. Allí comenzó para mí
la verdadera historia del teatro.
-Montamos
La empresa... en dos meses con Carlota
Sosa, que por cierto, era la primera vez que ella trabajaba
en teatro luego de haber hecho el taller teatral de Enrique Porte. Estuvimos un
año recorriendo el país. También comenzó allí mi carrera en el cine con el
guión que hizo Rodolfo para la película Reten de Catia, dirigida por Clemente de
La Cerda. Hicimos luego La empresa
perdona un momento de locura con Dalila Colombo, con quien la tuvimos por
cerca de ocho años y viajamos a festivales y giras en España, Inglaterra, Puerto Rico, República Dominicana.
Rodolfo me dirigió también en El
animador, El Ejecutor, Fin De Round, Con fos fusibles volados, Crónicas
De La Cárcel Modelo” (obra que no llegó a estrenarse), y me entregó vírgenes los libretos de Encuentro en el parque peligroso y Mirando el tendido, Ésta última la estrenamos en
Italia, en el Festival de Dramaturgia Tra
Siena y El Chianti, Rodolfo fue invitado por América Latina y dirigió la
obra con Raymundo Mijares en el papel de El Toro y yo como El Niño. Conservo un
video que hizo la RAI italiana; nunca la presentamos en Venezuela.
-En realidad, mi
relación con Rodolfo Santana fue siempre de profundo aprendizaje. El ha sido mi
verdadera escuela. Con él descubrí los
secretos de la interpretación y las
piruetas de la dirección teatral y
aunque algunas veces tuvimos diferencias, todo se manejaba desde la hermandad.
-- ¿Pero también trabajó con otros directores?
-Sí, precisamente
una de nuestras diferencias tuvo lugar cuando Armando Gota me invitó a trabajar
con él en El Nuevo Grupo en el
montaje de Francisco Viloria Lira ,Las
Amistades de Morocho,donde me
dieron el Premio Nacional de la Crítica y el Premio Municipal de Teatro como
mejor Actor de reparto por el personaje de “Jesús”.
En cierta forma, eso a Rodolfo le molestó, pues lo concibió como una deserción
que afectaba a su “Grupo Cobre” ya que
desde su punto de vista ideológico, el
Nuevo Grupo, manejado por Chocrón, Cabrujas y Román Chalbaud, solo montaba
obras elitescas que no tenían nada que ver con su credo político. Y en cierta
forma puede que tuviera razón, pero mi posición ha sido siempre abierta, y más
que política, artística. Sin embargo, esto me entristeció, a tal punto que me
marché a San Cristóbal y abandoné el teatro por un tiempo. Hice allí una exposición
retrospectiva de mi trabajo plástico y en el catálogo de la exposición escribí
un texto autobiográfico donde, entre otras cosas, le escribo éstas líneas a
Rodolfo:
"Gracias
por Rodolfo Santana, el más alto grado de la dignidad humana en la farsa de
todo este teatro. Recuerdo con tibieza, con frescura, el mediodía que me
llamaste por teléfono para protagonizar "La Empresa Perdona un Momento de
Locura", y yo, indigno, incrédulo, al colgar, lloré como cuando estaba
chiquito porque no podía hablar con la gente grande, y se me hacía un amasijo
de estatuas la garganta...y entonces... de cualquier manera, bajo tu refugio,
tu calor, tu manera de dirigir tan bonitica, Rodolfo, hice a Orlando Núñez, a
Torrealba, a Brígido, a Carlos, a Artemio...y ahora ya no se qué hacer porque
estoy destemplado… No me importó nunca que te hubieras llevado a Victoria y
a Beatriz a tu guarida,
me pareció de ti tan natural...ahora a Néstor, bueno, no sé. Gracias
Rodolfo, panita. Eres lo más grande que me haya sucedido en esta vida".
-También trabajé
con Armando Gota en La Misa Profana de Andrés
Martínez, Avenida Licenciado Sanz Nº 4, de
Miguel Ángel Capinel y en el primer
montaje que se hizo de El Americano
Ilustrado, de José Ignacio Cabrujas. Así mismo me dirigió Carmelo Castro en
El Abanico de Carlo Goldoni, donde fui nominado como mejor actor protagónico
del Festival Goldoni en el año 1987 y con José Domínguez en el año 1988 hice Primer
Día de Resurrección”del mismo Rodolfo, que él luego le cambió el nombre
por el de Rock para Una Abuela Virgen” aquí me dieron el Premio Nacional de La Crítica como mejor actor Protagónico del año.
- ¿Y la televisión, y el cine, porque no solo
trabajaste en la película Reten de Catia?
-Por
supuesto que en todos esos interines yo había hecho tres unitarios en RCTV, participado en cuatro novelas y trabajado en
nueve películas: Un Solo Pueblo y En Sabana Grande Siempre es de Día”dirigidas por Manuel de Pedro. Manón y
La Oveja Negra, de Román Chalbaud,
Operación Billete y Fin de Round, de Olegario Barrera, La Mujer de Fuego, de Mario Mitrotti, y
Los Platos Del Diablo, que
dirigió Tahelman Urgelles. También
participé en dos coproducciones
italiano-francesas. El Piloto de Rio
Verde dirigida por Duccio Tessari, y La
Aventura Extraordinaria de Un Papá Ordinario, escrita y dirigida por Philippe Clair.(Con Fin de
Round me dieron el Premio Nacional del Artista en el año 1993, y como Mejor actor de reparto Mención Cine,
por el personaje de “Cochinito”).
- ¿Cómo fue creado Salamandro?
-Salamandro
Teatro fue constituido en Caracas en
el año 1.992. Fundarte había creado un programa de subsidios para grupos de
teatro y pensamos, junto con Raymundo
Mijares, en crear nuestra propia compañía. Buscamos un abogado, redactamos el documento y lo
legalizamos. Yo estaba ensayando en El
Nuevo Grupo con Armando Gota la obra del español Miguel Ángel Capinel Av. Licenciado Sanz Nº 4 y al mismo tiempo, comencé a dirigir secretamente
La Revolución de Isaac Chocrón. Me reunía con Raymundo Mijares (quien
interpretaba a Eloy) en las mañanas
en el Alberto de Paz y Mateos, donde ensayábamos. Introduje el proyecto en
Fundarte para optar por el subsidio, pero nunca dieron nada y “La
Revolución” nunca pude estrenarla, porque
cuando ya la tenía lista y quise darle la sorpresa a Isaac, me dijo:
--Caramba, que sorpresa. Y… ¿Quién
dirige?
--Yo la dirijo, le respondí.
--Sabía que eras actor –recalcó-- No sabía que tú eras director. ¿Y
quiénes son los actores?
--Raymundo Mijares, el actor negro, excelente
actor -subrayé-, hace el papel de Eloy y yo
hago a Gaby.
-- No
conozco a ningún Raymundo Mijares, --alegó--
pero si es negro, no voy a consentir que haga a Eloy, y tú no
puedes ni siquiera pensar en hacer el papel de Gaby, porque eres un muchachito.
A Gaby le cuelgan las carnes ¿No te has dado cuenta?
Casi
llorando lo invité esa noche para que
viera un ensayo general que tenía pautado en el Alberto de Paz.
--Isaac, hoy a las siete, para que veas
mi propuesta. Solo tienes que cruzar la calle. –Supliqué--.
--No voy a cruzar ninguna calle, Freddy
Pereyra, no me interesa, y que no se te
ocurra presentar ningún ensayo, ni la obra en ninguna parte, porque no te lo voy a permitir.
-- Isaac, por favor…
--Ningún por favor, --dijo cortante-- ¡y te pido que abandones mi oficina
inmediatamente!
Salí, crucé la calle, recogí con Raymundo -- que me esperaba afuera-- todo lo que
teníamos en el Alberto de Paz, entregué
las llaves, lamenté los cuatro meses perdidos ensayando, le agarré rabia a
Isaac y me retiré del Nuevo Grupo.
Fue cuando me
llamó Johnny Gavlovski para hacer un monólogo, La Lengua de Mitus. Lo leí y le comenté que para un solo actor era
complicado, entonces replanteó el texto para
dos actores y lo llamó Taquilla para palabras no dichas” Esta obra la ensayábamos en la sala Horacio
Peterson con Miguel Ferrari desde las siete hasta las diez de la noche. A la semana
de ensayo, pedí permiso para quedarme sólo
en la sala trabajando hasta las tres de la mañana tratando de ubicar el
personaje, pero sufrí, por la exageración en algunos ejercicios vocales, un
derrame pleural. Tuve que abandonar el montaje y marcharme nuevamente a mi
tierra, San Cristóbal. Poco a poco me fui recuperando y pensando en la posibilidad de quedarme, pues allí estaba desde hacía tiempo elaborando
un proyecto de construcción: Mi casa, una Galería de Arte, y un pequeño teatro.
Regresé a Caracas, liquidé mi alquiler, contraté
un camión, recogí mis cosas y le dije
adiós a todo.
Me mudé sin pensarlo mucho definitivamente a San Cristóbal para encarar lo que tenía en mente y también me dediqué a pintar. Hice varias exposiciones en el Táchira y adelanté mi proyecto de construcción.
- ¿Y qué ocurrió con Salamandro Teatro?
En 1994
decidí revivir a Salamandro Teatro y
remonté La historia del zoológico
con Ciro Villamizar, quien era director de la Compañía Regional de Teatro
del Táchira, luego, en el 96, tras una
breve pasantía como profesor en el Teatro Nacional Juvenil Núcleo Táchira, monté
Encuentro en El Parque Peligroso y Los Ancianos”de Rodolfo Santana. En
el 98 hice Vuelve La Revolución”un montaje épico presentado en las calles de
la ciudad de Capacho sobre Cipriano Castro, escrito por la periodista y poetisa
Ligia Parra Pérez y también gané el Premio CONAC en el XVIII Salón Municipal de
Pintura de Maracay. En marzo del 2000 inauguré
mi proyecto de construcción: La Galería
ARTE VERTICE, Arte Para El Táchira que se trata de un espacio para las
Artes Plásticas donde he presentado pintores regionales, nacionales,
y artistas importantes de Colombia; también construí una pequeña sala para
ensayos. Y tal vez por exceso de trabajo y presiones de la construcción, en
enero del 2001, pleno comienzo de un
nuevo siglo, me visitó un personaje del que muchos han oído hablar pero no
conocen y me obligó a retirarme de toda
actividad por espacio dos años. Su nombre es bacilo de koch, mejor conocido
como la tuberculosis, un bacilo
traicionero que --Quien lo ha padecido y sobrevivido, sabe de lo que hablo y aún
cuando ya existen medicamentos para su cura, superarlo no es cosa fácil, pero…luchando y con ganas de vivir y trabajar,
se logra--, de modo que en febrero 2003, de nuevo a flote, dirigí con un actor local, Oscar Rovira, El Hombre de La Rata”Viajamos a
Caracas y se lo mostré a Gilberto
Pinto, Francis Rueda y Manuelita zelwer en la sala del Laboratorio Teatral Ana
Julia Rojas, de Caracas. Gilberto me dijo que era un excelente trabajo de
dirección. Sin perder tiempo, comencé a trabajar en la obra de Romano Rodríguez
Los
Amantes Del Imperio una obra maldita con la que nadie se ha metido. La
hice con Blanca Albarracín, actriz emergente, y Luís Muñiz, actor y músico
cubano de gran trayectoria. Esta pieza la presentamos en Táchira, Colombia y el Festival de Occidente, en
Guanare, donde los críticos me destrozaron; sin embargo, pienso que ha sido uno
de mis mejores trabajos.
- ¿Tengo
entendido que dirigió la Escuela de Teatro del Táchira y organizó un Festival?
-Efectivamente. En julio del 2004 fui llamado para
organizar los Circuitos de Teatro del Táchira y de allí surgió el ENCUENTRO
ANUAL DE TEATRO TACHIRA, que organicé por cinco años invitando grupos locales,
algunos nacionales y también de Colombia. Era un modesto festival binacional.
Paralelamente me encomendaron la dirección de la Escuela Regional de Teatro.
Allí estuve hasta el año 2009 y conseguí hacer la remodelación total del
espacio donde también se construyó una sala para cien personas con dotación
completa y todos los elementos técnicos y físicos que necesita una escuela de
teatro. Cuando hizo su entrada el
gobierno local de Cesar Pérez Vivas, fui sacado de la escuela y se acabó el
encuentro de teatro.
-- ¿Cómo sobrevive Salamandro Teatro y como ha sido su periplo dentro y fuera de
Venezuela?
Desde hace seis
años Salamandro Teatro tiene dos subsidios anuales (ANUALES, No Mensuales) de 10.000,00
o 15.000,00 Bs. F. que otorgan la Dirección de Cultura del estado
y el Ministerio de La Cultura. Generalmente la producción de todos mis
montajes ha sido hecha con estos modestos subsidios y mis propios aportes, ya que
vendo mis cuadros, hago restauraciones de obras de arte, marquetería, etc. En
cuanto a nuestros viajes, Hemos asistido
a unos diez festivales en Colombia desde el año 2003 con las obras El Hombre de La Rata, Los Amantes del Imperio”de Romano
Rodríguez, El Ángel de La Culpa”de Marco Antonio de La Parra,El Animador La Empresa Perdona un
Momento de Locura, de Santana, La
Última Grabación de Krapp de Samuel Beckett, y Profundo de Cabrujas.
En el año 2009
envié un proyecto de montaje de El
Animador al Programa de ayudas de teatro IBERESCENA en España, y
afortunadamente, fue aprobado. Solo aprobaron dos proyectos por Venezuela, el
Grupo Coordinación de San Felipe con una coproducción mexicana - venezolana, y
mi grupo con El Animador en coproducción con el grupo SINO TEATRO de
Colombia. Fue un espaldarazo. Y el pasado año, envié al programa de
coproducciones de la Compañía Nacional
de Teatro el proyecto de Profundo que también fue aprobado.
Ha sido otro gran estímulo para nuestro grupo, ya que generalmente trabajamos
con las uñas.
-- ¿Que se puede hacer para que no se pierda el
legado teatral de Santana?
Difícilmente puede perderse el legado de Rodolfo
Santana, ya que ha dejado buena parte de sus obras publicadas, ahora, respecto
a lo que ha dejado sin publicar, resulta un tanto complicado. El hijo de
Rodolfo Santana, Roberto Santana, me ha dicho que “la computadora de Mi Padre es un océano”. El mismo Rodolfo me confesó en varias
oportunidades que tenía más de 200 obras
escritas, tal vez lo decía
hiperbolizando en un afán de competir consigo mismo. En todo caso, sus
manuscritos y la computadora pudieran decir la realidad. Habría que nombrar una
comisión de Notables para investigar a fondo. Una de esos notables podría ser Roberto J. Lovera De Sola --en primer
lugar--, Crítico Literario, amigo de Rodolfo, otro pudiera ser Leonardo Azpárren Giménez, Crítico e Investigador
Teatral, Néstor Caballero, Dramaturgo,
Tú mismo, como Crítico Teatral, etc.
- ¿Qué
preparas para este año 2013?
Quiero remontar Los Ancianos y Encuentro En El
Parque Peligroso de Rodolfo. También Los Amantes del Imperio de Romano Rodríguez. Son obras de una gran fuerza y vigencia que en Venezuela no
he tenido oportunidad de mostrarlas a una audiencia mayor que la del Táchira.
2 comentarios:
Hace dos semanas estábamos en la sala de su casa y me contaba acerca de la entrevista... ese está escondido por ahí, es parte de su show..." para ser inmortal hay que morir..."
Un documental sobre la obra del Maestro Freddy Pereyra
http://www.films.photofilm.com.ve/arte-vision-freddy-pereyra/
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