¿Cómo y por qué cayeron los regímenes
comunistas de la URSS y de Europa Central? ¿Por qué se fragmentó la Cortina de
Hierro? ¿Por qué tumbaron el Muro de Berlín?
No son fáciles, ni automáticas, ni
tampoco condensadas las respuestas para
el público que tras acudir a la sala 1 del Celarg, atraído por el espectáculo
musicoteatral Rock n’ Roll: La
revolución de terciopelo, de Tom Stoppard, se haga tales interrogantes al culminar los
120 minutos de una intensa y estruendosa representación.
Se trata, pues, de una obra magistral
que exige un mínimo de conocimientos históricos para digerirla y degustarla,
sin ser un panfleto. También la audiencia puede no hacerse ninguna pregunta y
salir a disfrutar algunas de las piezas rockeras que ha escuchado. Es un teatro
polisémico capaz de atrapar a tirios y troyanos, porque es didáctico sin caer
en el tedio.
Pero lo único cierto es que se está
frente a una inteligente adaptación,
dirigida con rigor por Vladimir Vera, la cual cuenta con las actuaciones
profesionales de Javier Vidal, Elvis
Chaveinte, Nattalie Cortez, Jesús Sosa, Gladys Seco, Domingo Balducci, Jan
Vidal, Fabiola Arace y María Fernanda Esparza. En justicia los roles femeninos
son más impactantes y subrayan el virtuosismo de las actrices, aunque los
duelos actorales de Javier con su hijo
Jan avisan que el pichón será tan versátil como su progenitor con el breve paso
del tiempo.
Rock n’ Roll: La revolución de terciopelo (2006) cubre los años 1968 y1990, desde una doble
perspectiva o escenarios claves: Praga
(República Checa), donde una banda de rock & roll acaba simbolizando la
resistencia popular contra el régimen comunista, y la urbe universitaria de Cambridge
(Reino Unido), donde el amor y la muerte moldean la vida de tres generaciones
de la familia de un filósofo marxista.
Va, pues, entre el final de la
Primavera de Praga, precisamente cuando los tanques rusos invaden Praga y las revueltas
estudiantiles se esparcen a nivel mundial, mientras el rock and roll es la
música más escuchada en toda la cultura pop, y la caída del Muro de Berlín,
el 9 de noviembre de 1989
El montaje, sobrio y centrado en la tarima de los rockeros, es un viaje por casi un cuarto de siglo, a través de los ojos de una familia influenciada por la política, el arte pop y la música rock. Los espectadores posiblemente se montarán en las pasiones de estos personajes al ritmo de The Doors, Pink Floyd, The Rolling Stones, The Velvet Underground, U2 y Guns n' Roses, entre otras importantes agrupaciones musicales del momento. Todos estos éxitos son correctamente interpretados por una banda en vivo que dirige Mario Arace.
El montaje, sobrio y centrado en la tarima de los rockeros, es un viaje por casi un cuarto de siglo, a través de los ojos de una familia influenciada por la política, el arte pop y la música rock. Los espectadores posiblemente se montarán en las pasiones de estos personajes al ritmo de The Doors, Pink Floyd, The Rolling Stones, The Velvet Underground, U2 y Guns n' Roses, entre otras importantes agrupaciones musicales del momento. Todos estos éxitos son correctamente interpretados por una banda en vivo que dirige Mario Arace.
En síntesis, lo más elemental que los espectadores podrán concluir de Rock n’ Roll: La revolución de
terciopelo, es que ahí se
habla y se ejemplifican los peligros que asechan a los individuos o las
sociedades cuando se aferraran a un mito o una ideología como única causa vital, bien sea el
comunismo o el capitalismo, ideologías que no han resuelto la vida de los
pueblos que esclavizan, aunque sus intenciones sean otras.
¿Hay otras ideologías disponibles o una
revisión humanista de las fracasadas para resucitarlas? Lo único cierto es que
el capitalismo esta carcomido por el caótico cáncer de la deshonestidad de los
banqueros que tienen más poder que los políticos mismos y juegan al caos para
sacar ganancias pingües. Mientras que el marxismo no termina de resolver
problemas teóricos y prácticos de los desarrollos industriales y la distribución de las riquezas entre sus
ciudadanos sin afectar los derechos humanos en la misma proporción que lo hace
el capitalismo.
Esta producción, con la cual la agrupación
Teatro Forte abre su temporada 2013, contó con un depurado vestuario, cortesía de los estudiantes del
Instituto de Diseño de Las Mercedes creado especialmente para esta oportunidad.
Es una producción artística impresionante donde Gladys Seco se ha lucido como
nunca antes lo hizo, permitiendo así que Vladimir Vera se ponga los pantalones
largos de la dirección teatral.
¿Y cuándo la dramaturgia local nos
muestra una pieza que revise la historia criolla de los últimos 50 años del
siglo XX dentro de ese contexto que cambió al mundo con una suavidad que solo
tiene el terciopelo?
Y mientras
tanto, recordamos que Vaclac Havel,
líder de la revolución de terciopelo, decía, que un espectáculo teatral
demencial escenificado por un grupo de fanáticos es parte del pluralismo
cultural y, como tal, ayuda a expandir la libertad sin representar una amenaza
para nadie.
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