Feliz consecuencia de la labor gerencial de la
Alcaldía de Caracas, el Gobierno del
Distrito Capital y el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, la cual
permitirá unas 223 representaciones teatrales en sala y seis en la Fábrica Nacional de Cemento, 101 exhibiciones
en espacios públicos y las parroquias del Municipio Bolivariano Libertador, para
un total de 330 funciones. ¿Cómo negar así que en la capital venezolana no hay
actividad teatral verificable?
Además hay una generosa
programación académica, divertidos foros críticos, necesarios talleres y
clínicas artísticas, gratos conciertos y encuentros de DJ, sensata expoventa de
bienes culturales y libros. Todo un
macro evento cultural que tiene como lema "Ver para creer",
precisamente para que nadie pueda negarlo después.
Y para materializar esta "utopía
contemporánea", Freddy Ñañez, presidente de Fundarte, brazo ejecutor del
evento, subraya que el Segundo Festival no se habría realizado sin haberse logrado lo anterior, lo que se
hizo para el Primer Festival, en el 2011. “La primera conclusión es que hicimos
lo correcto: inaugurar un espacio para revisitarnos como país
teatral y como ciudad cultural. Compañías, instituciones, críticos,
periodistas, pueblo, espacios urbanos, se encontraron para debatir,
celebrar y reconstruir el vínculo necesario entre la ciudad y la identidad,
entre la creación y la cotidianidad. La experiencia de reactivar este
tipo de eventos te pone en la perspectiva de ser dialéctico con tu propia
realidad. “Superar conservando” para decirlo con Hegel”.
¿Qué dejó esa primera edición?
-Un circuito
permanente con 10 salas abiertas, más de 250 compañías activas, cerca de
700 funciones y una mejor ciudad, cuyos habitantes demandan cada vez más y
mejores espectáculos
-¿De quién fue la idea para toda esa gestión inicia?
-Me da mucho
orgullo decir que la política cultural para Caracas tiene un autor y es Jorge
Rodríguez. Todos sabemos que el Alcalde es un intelectual, un escritor, una
persona no sólo culta en el sentido clásico del término sino, además con gran
sensibilidad por las artes y la ciudad. De esa combinación resulta lo que
su equipo viene haciendo: rescate de espacios públicos, reimpulso de circuitos
culturales formales, fomento de nuevos espacios para el desarrollo artístico en
lo social, un pensamiento recurrente sobre lo humano, lo colectivo; donde la
política, la ética y la estética tienen la misma jerarquía. Este Segundo Festival
es, pues, consecuencia de un plan coherente que se propone la transformación de
la ciudad en lo concreto, pero también en lo subjetivo. Creo que por eso es que
en tan poco tiempo se nota un cambio sustantivo en lugares emblemáticos como el
centro de Caracas: espacio referencial que fue destruido de un modo
programático por la ideología antinacional que se instauró a finales del siglo
XIX y casi todo el siglo XX. Acá relacionamos muy bien los derechos culturales
con el derecho a la ciudad.
-¿Hubo discriminación a la hora de invitar
a las agrupaciones para los Festivales?
-No, pese a la
propaganda sostenida contra el presidente Chávez y en detrimento de este
proceso de grandes cambios, la libertad y el respeto a la diversidad de
pensamiento es una divisa de la democracia participativa. Ciertamente hay
tensiones impulsada por pequeños grupos que siempre disfrutaron de
la renta petrolera y aún todavía se sienten dueños de ella. La diatriba
política demuestra que estamos en una democracia fuerte donde se debaten
proyectos antagónicos de país. Al seno de los sectores culturales ¿por qué
iba a ser diferente? Esto que estamos haciendo es propio del espíritu revolucionario.
-¿Puede puntualizar lo que predica?
-Sí, este Festival
se propone reunir al país teatral que es un retrato del país real, con sus
antagonismos, con sus conflictos. Invitar a los grupos, independientemente de
su postura política o afiliación partidista, ratifica a la revolución en su
esencia democrática. Creo que todo arte es en sí mismo político, pero es en su
confrontación con el público cuando emerge el sentido de una obra volviéndose
con frecuencia independiente de la intención de su autor. Los contextos son
momentos de lectura y de interpretación. En este Festival el pueblo es un
intérprete activo. Después de todo es en el amor y en la experiencia estética donde
podemos vivir un nuevo sentido de la diferencia, de la alteridad positiva.
Por último puedo asegurar que no en vano el presidente Chávez inauguró
una relación entre pueblo y conocimiento tan fuerte, tan firme que el teatro
venezolano tendrá que agradecer: ya no se le habla a las paredes, ya no se le
recita al círculo de enterados, ya no se representa para un club, sino para un
pueblo en formación permanente que sabe pensar y sabe sentir por sí
mismo. ¿Quién dijo miedo? Por eso “Ver para creer” será inolvidable para
los caraqueños y quienes nos visiten.
-¿Qué espera de este Segundo Festival?
-Más y mejor teatro. Más y mejor organización del circuito y, claro, una
ciudad conmovida por la belleza, la profundidad y el desafío artístico que nos
proponen sus 150 compañías, es decir: el país teatral. La finalidad de todo
esto es garantizar la inclusión, que el dinero, 10 bolívares por boleto, no
decida quién entra y quién no, a ver teatro. La cultura en revolución es un
derecho y no un privilegio.
Más y mejores espectáculos
Este Segundo Festival de Teatro de Caracas 2013 tiene más de un centenar
de piezas para ver y creer en ellas,
pero nosotros hicimos una selección que nos atrevemos a proponer a los
espectadores. Y son estas:
Stop Kiss de Diana Son,
Detrás de la avenida y Mátame mamá de
Elio Palencia, El fantasma de Bonnie de
E.A. Moreno-Uribe, Las siamesas, una y
parte de la otra de J.A. Barrios y Después
de la batalla de Ángel Rafael Rondón son curiosos montajes sobre la exclusión
por la homofobia y las falencias físicas.
César Rengifo está presente porque tres agrupaciones llevan a escena Lo que dejó la tempestad, un trágico eco
del asesinato del general Zamora, y su
denuncia sobre los torvos manejos del imperialismo en la comedia Una medalla para las conejitas.
Una vitriólica critica al quehacer de los intelectuales y artistas
venezolanos se verá en escena con Acto
cultural de José Ignacio Cabrujas. Isaac Chocrón participa con su pieza El acompañante, sobre la soledad de los
artistas en la inevitable decadencia. Gilberto Pinto no podía faltar con El confidente, donde su viuda Francis
Rueda protagoniza. Mientras Rodolfo Santana desde la escena nos recuerda lo que
ocurre en Una tarde un poco fastidiosa.
Y no podía faltar Carlos Giménez con Alegría
y Mapulín, su único texto de teatro infantil que nos legó.
Gustavo Ott advierte lo peligroso que puede ser la explotación petrolera
con su obra Tres noches para cinco
perros. César Rojas está presente con su pieza La hora menguada y su versión del shakespereano Mercader
de Venecia. Mientras Ibrahim Guerra prosigue con su teatro hiperrealista y
por eso Mimí Lazo presenta A 2,50 la
cuba libre, la historia de cinco putas en un bar. Javier Vidal actúa en su
melodrama Diógenes y las camisas
voladoras, la trágica saga del político que sucedería al general Isaías
Medina Angarita, pero enloqueció.
El director Armando Carías vuelve con el grupo El Chichón para enseñar
su gran clásico Cajita de Arrayanes,
una pieza revolucionaria en todos los aspectos
El velorio de Eudomario, una producción del colectivo Señoras de Maracaibo la cual enseña como
el travestismo teatral a la zuliana es una categoría teatral de gran valor
estético.
¡Ay, Carmela! de José Sanchis Sinisterra, Marx
en Caracas de Howard Zinn, High
de Matthew Lombardo, Las criadas de
Jean Genet, Pedro y el capitán de
Mario Benedetti, El pelicano de
August Strindberg, Las neurosis sexuales
de nuestros padres de Lukas Bärfuss, Goya de Rodrigo García y La ratonera
de Agatha Christie (ambas dirigidas por el talentoso Vladimir Vera)
son la selecta representación de la
dramaturgia foránea.
El director Carlos Arroyo viene desde Guanare con los espectáculos La colección del peregrino de Daniel Di
Mauro, y Cantata de Argimiro Gabaldón
de Tomas Jurado Zabala, sobre las atrocidades del conquistador Lope de Aguirre
y las peripecias del inolvidable guerrillero.
Marx entre nosotros
¡Que no cunda la
alegría ni el pánico, sino las ganas de verlo, escucharlo y finalmente
aplaudirlo, mientras la catarsis explota en los cerebros de los espectadores del
Segundo Festival de Teatro de Caracas 2012 hasta provocar un millón de
preguntas! Se trata del espectáculo Marx en Caracas, sensata
venezolanización que lograron el director Oscar Acosta y el primer actor
José León a partir de Marx in Soho, de Howard Zinn (Nueva York,
1922-2010).
Con esta versión
escénica, la cual estrenaron durante el XII Festival Internacional de Teatro
Colonia Tovar, ellos esperan que los caraqueños
redescubran a Marx, precisamente ahora que el imperio del neoliberalismo ha
fracasado para proyectar y consolidar una sociedad que le permita a los seres
humanos ser y vivir mejor, tener una verdadera libertad y auténticas
realizaciones individuales. Advertimos, que es un Marx humano,
contradictorio, humorista, carente de dogmatismos e interesado en conocer al
socialismo del siglo XXI.
Para ubicar los espacios teatrales, además de las fechas y horas, recomendamos
visitar la página del evento: www.teatroccs.org.ve .
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