Juana Sujo, pionera del teatro durante los años 50 y 60, hizo comedias
comerciales en Caracas, pero un cáncer la sacó del Teatro Los Caobos, en la
Torre Polar, de Plaza Venezuela. En la terraza del Centro Comercial Chacaíto, a
finales de los 60, emergió el Teatro Chacaíto, a instancias de Horacio
Peterson, Jorge Palacios, Guillermo González y Jorge Bulgaris, el único que
sigue ahí controlando esa franquicia. También Carlos Giménez intentó comercializar
al Teatro Las Palmas, pero en los 90 se dedicó de lleno a los montajes de Rajatabla y ahí le llegó la muerte el 27 de
marzo de 1993.
Durante ese convulso siglo XX aparece Mercateatro,
empresa de RCTV que fracasa; se
dieron otros intentos empresariales que no lograron fortalecer sus incipientes
salas porque no había suficiente público o querían ganancias sin inversiones sensatas. Lo
recordamos porque conviene saber cómo el espectáculo teatral anheló vivir de la
taquilla para no depender de los subsidios del Estado y en esa lucha lleva
varias décadas.
En síntesis, el teatro comercial tuvo cultores
durante la pasada centuria, pero durante
este bisagra siglo XXI el negocio toma formas básicas con la irrupción del Trasnocho
Cultural, al tiempo que desde la Torre
de CorpbancaBOD incursionan en coproducciones con algunos artistas, mientras
se consolidan las salas del Caracas Theater Club, Teatrex, Premiun y el Espacio
Eduardo Mancera se convierte en Escena 8.
Al llegar el año 2013, la comercialización
exhibe fortaleza y promociona cada fin de semana no menos de 50 montajes, en
periódicos y las redes sociales. A todo ese circuito se han sumado una serie de
bares y hoteles, tras adecuar sus espacios para montajes mínimos como ocurre en
el Teatro Bar y muy especialmente el
Melia Caracas en su piano-bar, donde desde el año pasado el productor Alexxei Cordova muestra espectáculos como el que actualmente hace Alfonso
Medina con su show Cómo acabar con tu
marido.
Es un
divertido y atrevido unipersonal en clave de stand up comedy, bajo
la dirección de José Jesús González, el cual permite ponderar las excelentes dotes histriónicas de ese cómico, auténtico
artista de singular energía y dotado de un humor nada estridente, formado en RCTV y la sala Lola Ferrer, que dirigía
Miguel Lizardi.
Medina y González llevan dos años puliendo y teatralizando los
textos de Marissa Gibson para personificar diversos perfiles de maridos,
entre ellos: el ausente, el aburrido, el divertido,
el fanático de los deportes, el artista y el que tiene mamitis, entre
otros.
Trabaja Medina con el público en una especie de
terapia de parejas y entre risas y afirmaciones hacen catarsis, devolviendo ese
toque alegre que debe existir en una relación. Así enseña
las diferentes tipologías de maridos, al tiempo que las mujeres identifican en
cuál de ellas se encuentran sus cónyuges, y ellos irremediablemente se sentirán
identificados. Todo esto para llevarnos a una reflexión: aunque hombre y
mujeres no son perfectos, siempre hay algo que une y empuja a disfrutar de los
enredos del amor, en pareja.
En síntesis, Alfonso Medina
merece probar otros roles y espectáculos, porque tiene talento y necesita
textos más comprometidos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario