Giménez
también fue el fundador del grupo
Rajatabla, el Taller Nacional de Teatro,
el Centro de Directores para el Nuevo Teatro y el Teatro Nacional Juvenil de Venezuela. Instituciones vanguardistas y originales, fábricas
de controversiales contenidos estéticos, de las cuales solo sobreviven, maltrechamente,
dos.
A
20 años de su mutis y cuando el FITC llega a su edición 18, dedicada a la
memoria de María Teresa Castillo, conducidos los últimos ocho por Carmen Ramia,
reproducimos fragmentos de una serie de entrevistas compiladas en mi libro Carlos Giménez/Antes y Después (2003),
realizadas a lo largo de dos décadas y de gran actualidad por la vigencia e
importancia de las mismas.
-¿Qué
atenta contra el teatro criollo?
-Atenta
la falta de creatividad y la ausencia de rigor profesional. Creo que hay teatro
comercial y teatro de arte. Se diferencian en que el primero es
fundamentalmente un medio de vida y el otro es un modo de vida; uno tiene como
objetivo el éxito económico, el otro busca el triunfo artístico. Ambos los une
el deseo común de atraer a mayor cantidad posible de público. El comercial se
sostiene por una minoría de la clase media que no es superior a las 50 mil
personas…Es un teatro de consumo con el objeto de hacer pasar el rato, como
dice García Lorca: para hacer esa cosa horrible que es matar el tiempo.
El comercial es fuente de trabajo, pero es necesario contribuir a su desarrollo
cualitativo, mejorando su calidad artística y temática. El público del comercial
solo parece estar interesado en los aspectos anecdóticos y superficiales
de la realidad que lo rodea. Lo importante entonces, es que sobre
la base de estos elementos se intente elevar la calidad profesional del
espectáculo comercial. Ojalá que tengan éxito y llenen sus salas, porque los
espectadores son los más afectados cuando van a un montaje y ven poco público,
ya que ellos necesitan de la masa para perder la identidad y gozar.
-¿Le
interesa el éxito comercial?
-Me
interesa que mis espectáculos sean vistos siempre por mayor cantidad de
público, pero pienso que no hay que hacer un teatro para el público, hay que
formar un público para el teatro. El teatro es una reserva moral, por eso tiene
que cumplir una misión.
-¿Qué
criticaría a los críticos?
-La
crítica es la cátedra en donde debe discutirse el camino del teatro en su más
alto nivel. Es la crónica que hará la historia de nuestro trabajo, por eso
exijo rigor. Ellos determinan el nivel para la discusión y el estudio. En
Venezuela hemos llegado a una situación delicada: la crítica no está definida
como un cuerpo social que integra un movimiento creador.
-¿De
la crisis del teatro que puede decirnos?
-Se
habla de crisis en el teatro, pero el teatro ha sido siempre una crisis
permanente, es una expresión verdaderamente creativa que no está sujeta a
ninguna ley, es imprevisible. En Venezuela hay crisis de creatividad…hay un
marcado descenso cualitativo, como una especie de modorra. Hay como una falta
de audacia en los planteamientos teatrales.
-¿Qué
saldrá de los festivales internacionales para el teatro venezolano?
-Una
revolución química entre los creadores y el público. No habrá frutos
inmediatos, pero, como decía García Lorca, el teatro es un barómetro. Yo creo
que hace falta una violencia creadora. El teatro no debe ser pensado en función
comercial porque es lo deficitario.
-¿Qué
será del teatro venezolano sin Carlos Giménez?
-En
ningún movimiento cultural nadie es imprescindible. Seguiría trabajando, tal
vez en algunos aspectos un pelo más aburrido. Siempre en un polo cultural hay
espacio para la polémica, la discusión. Pienso que nosotros conformamos un polo
polémico por la permanente capacidad, un poco beligerante, que tenemos de
promover eventos.
-¿Qué
relación tiene para usted el teatro y el subdesarrollo?
-Federico
García Lorca decía que le teatro es el barómetro que marca la grandeza o el
descenso de un país. Todas las manifestaciones culturales son la expresión de
esas contradicciones, la lucha entre una situación económica y social y políticas
subdesarrolladas y una evolución creadora que a veces logra salirse de los
parámetros del subdesarrollo, pero que finalmente está encerrada en el mismo.
En última instancia, nosotros somos parte del subdesarrollo.
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