El fantasma del dramaturgo y guionista de cine Rodolfo
Santana recorre escenarios y también oficinas públicas y privadas de
productores y empresarios teatrales. No descansará todavía, a pesar de haber muerto el pasado mes
de octubre, porque se marchó sin culminar uno de sus más ambiciosos proyectos:
la institucionalización del Festival Nacional de Teatro Venezolano. Sí,
institucionalizarlo, o sea dotado de un presupuesto proveniente del Estado y
adecuado para lo que ese ambicioso
proyecto cultural exige y, por si fuera
poco, libre de rémoras y alcabalas que suelen casi siempre ahogar proyectos
semejantes.
Santana luchaba para que, cada dos años, las salas
teatrales de Caracas y otras ciudades albergaran los montajes de los dramaturgos
nacionales y de esa manera hacer conocer
al público la existencia del pensamiento, el sentimiento, la historia y los
mitos de los hijos e hijas de esta Tierra de Gracia, poetizados y convertidos
en espectáculos.
Logró la promesa de recursos económicos y físicos, además
de logísticos, para ese gran evento teatral, y solo falta que fijaran la fecha
y las respectivas convocatorias destinadas a los teatreros y la organización de
sus agendas de trabajo. Inicialmente el Estado avaló el proyecto y algunas progresistas instituciones se iban a sumar a
tan magna empresa impresionadas ante esa “hemorragia teatral” que se avecinaba
y de la cual la televisión y el cine sacarían obvios beneficios.
Por eso ahora su fantasma esta por ahí merodeando y maquinando
para que no lo echen al olvido, lo encarpeten o lo pospongan para la próxima
semana. En Venezuela es larga la historia de instituciones culturales que se
hundieron tras la desaparición de sus gestores, dañando así a nuevas
generaciones y echando cenizas sobre esas memorias positivas para la identidad
nacional.
FESTIVALES
CARAQUEÑOS
Mientras tanto, porque lo de Santana tenía tiempo
gestándose, la Alcaldía de Caracas y su brazo cultural, Fundarte, se entregaron a la tarea de tantear “el terreno” de lo que
sería esa gran muestra teatral y optaron por evaluar “la musculatura”
disponible.
Para eso ejecutaron durante los dos últimos meses de 2011
el Festival de Teatro de Caracas, el cual sirvió además para reinaugurar una
serie de teatros del casco central capitalino, magno proyecto para salvar el
patrimonio nacional afectado o abandonado.
Y como los resultados de la asistencia de los
espectadores fueron tan positivos, optaron por planificar y ejecutar el segundo
Festival de Teatro de Caracas, entre el 23 de febrero y el 10 de marzo de 2013-
a pesar del fallecimiento de Santana -un evento que arroja unos cómputos
cercanos a los 70 mil espectadores, quienes disfrutaron 300 funciones de unos
150 elencos, todos criollos por supuesto, además de una serie de talleres y conversatorios.
Un festival caraqueño con abundante representación de agrupaciones regionales, donde
el espectador solamente pagó 10 bolívares por boleto para cada representación.
La muerte sin aviso de Santana Salas afectó a la gente de
Fundarte y es ahora, al culminar esta
segunda muestra, cuando se conocerán los planes concretos para hacer el primer
Festival Nacional de Teatro del siglo XXI, contando además con el apoyo del
Centro Nacional de Teatro, ente del Ministerio del Poder Popular para la
Cultura.
Hay obras suficientes, de nuevos y consagrados autores,
hay diversos espacios teatrales, y los necesarios recursos financieros están
disponibles. Nunca antes hubo tanto interés para echar a caminar esa sana ambición
que tenía Santana: tun evento teatral dedicado a mostrar a esta Venezuela desde
la escena, algo nunca jamás visto.
Creemos, pues, que el Festival de Teatro Venezolano
deberá llevar el epónimo de Rodolfo Santana, como reconocimiento a la calidad y
la cantidad de sus obras comprometidas profundamente con esta nación que lo
pario y le permitió mostrar los mejores frutos de su talento.
DRAMATURGUIA
Rodolfo Santana (Caracas, 24 de octubre de 1944/Guarenas,
21 de octubre de 2012) aclaraba que el teatro fue, es y será intrincado, tanto
que su acceso se vuelve misterioso por lo que abarca. Él, que pergeñó no menos
de 100 textos, además de 13 guiones cinematográficos, afirmaba que “ante las complicaciones
que ofrece el arte teatral, lo más habitual es ubicar sus aportes a nivel de
maricones exhibicionistas u orgias post estreno. Me perdonaran los poetas y
narradores venezolanos, pero Cabrujas Chocrón, Chalbaud, Rengifo, Ott, Viloria,
Agüero y otros más, constituyen una parte sustancial de la cultura venezolana”.
Lo que pasa, insistía, “también es que el dramaturgo latinoamericano posee una
minusvalía extraordinaria. Por lo general se le considera un extraviado entre
la literatura y el mal decir. Una excrecencia al pie de una columna dórica. He
visto dramaturgos extraordinarios como Tito Cossa -estrenado en todo el
mundo-confesando atributos de galeote y peón de arte. Y no es raro. Los dramaturgos
latinoamericanos, con buenas obras, debemos enfrentarnos a la estulticia de los
directores, a los planos del lenguaje
convencional de las instituciones, al terrible hermetismo de las editoriales. El
crítico Rubén Monasterios, a los autores de los años 70 nos denominó
“dramaturgos de gaveta”, un término que, personalmente, he utilizado para
saltar sobre la humillación de crear sin ningún sustento”.
HOMENAJE
Fundarte rindió homenaje a Rodolfo Santana
durante el Festival de Teatro 2013 con la producción y exhibición de cinco funciones
de Una tarde un poco fastidiosa, en
el Teatro Nacional, puesta en escena por Dairo Piñeres y con la participación
actoral de los veteranos Fedra López y Luis Carlos Boffill, acompañados de los
jóvenes Moisés Berr, Juan Pablo. Gleison Medina. Fue una de sus últimas piezas.
Una obra que resume innumerables crímenes y masacres en diferentes ciudades del
continente americano y el mundo, una dramaturgia vanguardista de profundo
impacto en la construcción psicológica de sus personajes y trama en cuestión, a
los que Santana nos mantuvo acostumbrados. La trágica historia de Miguel, Javier y Rudi, tres jóvenes que deciden
arremeter contra la sociedad, incluyendo a sus parientes, conscientes además
del final que les aguarda.
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