Por ahora…es tiempo de
balances o arqueos, mientras se reinicia la marcha. Y por eso hay analizar los
significados y los significantes del Segundo Festival de Teatro de Caracas
(FTC) con unos datos que deben generar
reflexiones entre los pensantes, sean tirios
o troyanos. Lo disfrutaron 70 mil espectadores en sala para un universo de 80
mil, desde el 23 de febrero al 5 de marzo (cuando bajo el telón por la muerte
del presidente Hugo Chávez), gracias a 300 funciones
de no menos de 15O agrupaciones.
Tales cifras, además de
los 700 mil bolívares recaudados por las taquillas, sirven para que los productores
públicos y privados analicen mucho más
el universo de esa audiencia que tienen en la Gran Caracas y busquen o propongan
proyectos para que el teatro sea asequible a todos por ahora. De esa forma se
podrá derribar, de forma permanente ese muro invisible, que de todas maneras es
un muro, el cual impide que los espectáculos teatrales de Baruta, Chacao, Petare
y El Hatillo puedan ser degustados por los moradores de Caracas e incluso hasta por los que habitan en los municipios mencionados.
Ese muro, exótica
combinación financiera y mediática, o sea bolívares y promoción publicitaria,
fue perforado por los organizadores del FTC, la gente de Fundarte, ya que
invitaron a una selección de montajes que en las salas Trasnocho, Escena 8, Teatrex
y CorpbancaBOD, cobran no menos de 180 bolívares por boleto, para que se mostraran
en los espacios teatrales caraqueños.
Fue así que A 2,50 la cubalibre, High, Acto
Cultural, Mujeres engoriladas, Diógenes y las camisas, voladoras, La enfermedad
de la juventud, y La ratonera entre otros vinieron a mostrar sus excelentes
performances.
Perforar ese muro costó
a Fundarte no menos de 28 millones de bolívares para cancelar a todas las agrupaciones
sus honorarios (entre 35 mil y 10 mil bolívares por función), la logística y el
personal que laboró, además de la promoción. En síntesis, se hizo una memorable
gestión, como debe ser, donde además el Ministerio del Poder Popular para la Cultura
y el Gobierno del Distrito Capital dieron sus colaboraciones.
¿Y cómo se puede
derribar definitivamente ese muro? ¿Cómo abaratar más el producto teatral y hacerlo asequible a los habitantes
de la Gran Caracas?
Menudo problema que solo
tiene caminos para llegar a una solución muy inteligentemente negociada: el
arte teatral requiere de una ley que institucionalice ese oficio, que los
productores respetables tengan un aporte oficial para presentar sus montajes a
precios bajos, además de poder pagar los sueldos y demás rubros que un montaje
demanda, que los cómicos tengan una seguridad social digna y que sus sueldos
estén seguros y de acuerdo a sus trabajos, que sean considerados seres
humanos útiles y vitales.
Eso existió aquí en
Caracas hacen algunos años, cuando las agrupaciones recibían aportes estatales
y mostraban sus montajes a precios bajos, pero aquello se acabó por errores de
parte y parte, del Estado y los artistas, y llegó la feroz comercialización, la cual no se no sabe hasta dónde llegará, ya que los
actores cobran lo suyo, porque de eso viven, además del pago de derechos de autor,
etcétera.
¿Quién aprueba una ley
para el teatro? ¡Quien lo haga se gana al público y los artistas!
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