viernes, marzo 15, 2013

Carlos Mata se salvó


Se  lesionó la cadera al caerse de un caballo. Pudo haberse matado en ese accidente, pero, según los médicos, superara tamaña crisis y volverá al set, porque todo ocurrió cuando filmaba una película en la Isla de Margarita. Un accidente de trabajo que pudo quitarle la vida.
El  pasado presente
Ahora que está de obligado reposo, recordamos que antes de cumplir 60 años, ese valenciano arquitecto Carlos Enrique Mata Iturriza construyó, con paciencia, sacrificios y complejos trabajos, una rutilante carrera profesional como cantante, compositor y actor. Y durante la temporada teatral de 2011, cuando no había festejado los 59, para reverdecer sus laureles y demostrar que tenía y tiene condiciones y es todo un primer actor, dio  una creativa pelea actoral desde el penthouse de CorpbancaBOD con el monólogo El cavernícola de Rob Becker, dirigido por Basilio Álvarez, con una sencilla producción del Grupo Teatral Skena y Theater Mogul.
Precisamente, a este tesonero primer actor Carlos Mata, como se lo conoce popularmente, lo vimos durante la temporada 2008, en otra sala de CorpbancaBOD, protagonizando la aleccionadora comedia Los japoneses no esperan del argentino Ricardo Talesnik, al lado de Mimi Lazo y María Antonieta Duque. Ahí, bajo la responsable égida de Luis Fernández, encarnaba a un caballero muy enamoradizo que acepta tener bajo el mismo techo a la esposa y a la amante, a un costo alto y complicado, ante la imposibilidad de desprenderse de ninguna de las dos féminas. ¡El fin justifica los medios, sea como sea!
Mata se lució, en ese entonces, con un gran estilo interpretativo, porque el superprotagonista era su personaje, quien reconoce su sometimiento al amor, su esclavitud por la compañía que le brindan sus dos damas y su incapacidad para vivir en soledad. Encarnaba a un hombre-niño incapaz de sobrevivir solo. Ese “Miguel”, el personaje, no era otra cosa que el desnudo antihéroe machista, personaje del teatro y de la vida real que las mismas mujeres (con las madres a la cabeza) forman y usan como les conviene. Un macho vernáculo que acepta un trío o un miniharen para no quedarse con ese fastidioso fantasma depredador que es la soledad.
Origen del varón domado
Tres años después, nos encontramos al primer actor Mata en “su propia salsa”, la que le conocimos en la pieza del 2008: un varón domado que pretende sustentar “científicamente” las razones de las conductas dominantes de un macho en un hogar con una sola mujer. Era, de nuevo, el protagonista único, del monologo El cavernícola, también conocido como Defendiendo al cavernícola, que, como explica el mismo director Álvarez, “es una obra desternillante e intuitiva sobre el modo en que se relacionan los hombres y las mujeres”.
Procedente de la stand-up comedy, Rob Becker escribió Defendiendo al cavernícola durante un periodo de más de tres años en el cual hizo un estudio informal de antropología, prehistoria, psicología, sociología y mitología. Con hilarantes percepciones sobre el feminismo contemporáneo, la sensibilidad masculina y la zona erógena. El Cavernícola ha encontrado un modo de mirar y hacer espectáculo a partir de los temas comunes de las íntimas relaciones humanas, apuntando de lleno al detonante del humor y la diversión.
En resumidas cuentas, El cavernícola no es una depurada investigación científica que ha sido llevada al teatro. No, nada de eso. Es un texto bien hilvanado teatralmente que tiene como columna vertebral la eterna lucha o pugna de los sexos: el masculino y femenino. Una lucha de dominador y dominada, o de dominadora y dominado, sin muchas complicaciones y sin apoyaturas psicológicas y psiquiátricas, sino netamente humanas a un nivel cuasianimal, porque muestra a un hombre primitivo que lo único que tenía como diversión era procurar la comida y la defensa para su familia, su mujer y sus hijos, y que además exhibía urgencias sexuales para procrear y acrecentar el ejército particular necesario en esa época de las cavernas. Por supuesto que la historiografía sobre la sociedad de las cavernas es bastante intuitiva y depende de las imaginaciones de los investigadores.
La relaciones entre hombres y mujeres son más complejas que como las plantea tan simplonamente el texto de El cavernícola, y están, y estarán, en permanente cambio o evolución porque tanto los machos como las hembras han desarrollado sus cerebros y ahora sus metas van más allá de la caverna o el apartamento, además han descubierto la náusea y otras trampillas existenciales y han querido experimentar con ellas. Lo único que la pareja humana no ha podido superar es la obligatoriedad de las uniones de espermatozoides y óvulos para procrear descendencia, aunque ya en los laboratorios se hacen experimentos muy interesantes, a los cuales las iglesias han vetado de antemano.
Cuando uno ve a Carlos Mata en una performance no mayor de 80 minutos, divirtiendo con mucho estilo al público, además del gozo que él debe experimentar, lamentamos que tan tremendo actor no este enfrentando a un texto de mayor profundidad o de verdades científicas o de depurada prosa dramatúrgica, como un Shakespeare o un Chocrón, para no ir muy lejos. Por ahora, el histrión luce satisfecho de haber regresado ante los auditorios de carne y hueso y se lo agradece, como lo firma en el programa de mano, a sus hijos Carlos Javier, Christian y Santiago, “por haberme devuelto la fe y las ganas para montarme en un escenario de nuevo”.
Lamentablemente, Carlos Mata ha sufrido un accidente haciendo lo que tanto le gusta: actuar. Hay que esperar, pues, a que se recupere y siga su rutilante carrera.



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