viernes, junio 28, 2013

Avencrit premió al teatro venezolano del 2012

La Asociación Venezolana de Críticos de Teatro eligió a los artistas merecedores del Premio de la Critica AVENCRIT 2012, el cual entregó, por primera vez,  durante el Día Nacional del Teatro, el viernes 28 de junio, a las 11 AM, en el Teatro Nacional.
AVENCRIT también decidió otorgar un Premio Especial para una institución o una personalidad, el cual fue adjudicado al Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, fundado por Horacio Peterson y dirigido actualmente por Carmen Jiménez.
 TEATRO PARA ADULTOS.
ACTRIZ PRINCIPAL: María Teresa Haiek (El acompañante).
ACTOR PRINCIPAL: Aníbal Grunn (La colección del peregrino).
ACTRIZ DE REPARTO: Rossana Hernández (Señorita Julia)
ACTOR DE REPARTO: William Escalante (Tres  noches para cinco perros).
DIRECTOR: Carlos Arroyo (La colección del peregrino) .
PRODUCTOR: Lazo Producciones (High).
DRAMATURGIA VENEZOLANA: Daniel Di Mauro (La colección del peregrino). 
VESTUARIO: Joaquín Nández (Las amargas lágrimas de Petra Von Kant).
ILUMINACIÓN: Lina Olmos (Pedro y el capitán).
ESCENOGRAFÍA: Rafael Sequera (La colección del peregrino).
 TEATRO PARA NIÑOS (AS)
ACTRIZ: Mercedes Barrios (Ratón y vampiro).
ACTOR: Slavko Sorman (Miguel Vicente pata caliente).
 DIRECTOR: Oswaldo Maccio (La luna y el niño juegan un juego que nadie ve).
DRAMATURGIA INFANTIL: Carmen García Vilar (El robo de la arrobita).
PRODUCTOR:Karla Fermín (La luna y el niño juegan un juego que nadie ve).
MÚSICA: Pantelis Palamides (Odisimbad)  .
MAQUILLAJE: Equipo del grupo Teatro de la Noche.
ILUMINACIÓN: Carolina Puig (Ratón y vampiro).  
VESTUARIO: Samyra Recondo (Arlequín enamorado). 
Derrotero Histórico 
En la entrega de los Premios de la Asociación Venezolana de Critica Teatral leímos este texto en representación del colectivo que presido:
Gracias a  Dios y  a las autoridades gubernamentales bolivarianas el colectivo Avencrit está aquí para festejar a los artistas que hicieron posible los espectáculos teatrales durante la temporada de 2012.
Y hemos escogido  para debutar esta fecha, 28 de junio, la cual se ha institucionalizado como el Día Nacional del Teatro, porque ya es bueno preguntarnos seriamente sobre ¿Cuántos años tiene la disciplina teatral en Venezuela?
Diríamos 413, si aceptamos aquel documento colonial sobre el primer espectáculo representado en Caracas o solo 185 años si partimos del decreto que el Libertador firmó en Bogotá para autorizar la construcción de un teatro en Caracas. Eran los tiempos de la Gran Colombia y nada se movía en esta urbe sin el visto bueno del altiplano.
Hay, púes, ahí un tema para una valiosa investigación sobre la saga del teatro venezolano, ese que sus artistas y su pueblo han vivido y celebrado.
Esta es una  invitación para que críticos  y artistas investigadores busquen  entre los  archivos  de Bolívar y  organicen toda esa documentación necesaria para que un día, ojalá durante en este asombroso siglo,  las autoridades redacten un decreto más acorde con la verdad histórica. Quien no mira al pasado no entiende el presente y mucho menos comprenderá el futuro.
Mientras tanto, y ciñéndonos a los hechos históricos, recordemos estas palabras del dramaturgo venezolano César Rengífo:
“Nuestro teatro es y será  el producto de hondos y tenaces esfuerzos colectivos, y de ninguna manera producto de individualidades o de realizaciones aisladas del pueblo venezolano y sus aconteceres.
Esto lo escribió para el programa del Primer Festival de Teatro Venezolano, en el año 1959, un evento que reunió 15 montajes de obras criollas, y el cual  fue consecuencia de un movimiento teatral impregnado de vocación, de ética y consecuencia del trabajo colectivo. Nadie vivía del teatro, los teatreros trabajaban en otras cosas y hacer teatro significaba incluso gastos de su bolsillo, como podría recontarlo  ahora el maestro Humberto Orsini, uno de los sobrevivientes de aquellos tiempos, un respetable artista que aún alumbra con su alba cabellera en los salones de Unearte.
 A seis décadas de ese festival, el teatro venezolano ha crecido y lucha para tener un perfil propio en el contexto americano y mundial, y es precisamente por su ebullición creativa y la petición de sus artistas y público que durante los últimos tres años aquí en Caracas se ha dado una singular revolución teatral: se rescataron los viejos teatros, se fabricaron otros y la capital no tiene menos de 20 espacios del Estado, los cuales se han estado usando para  un circuito teatral y dos festivales que han sido muy bien recibidos por tirios y troyanos.
Hay ahora un fenómeno cultural, que nunca se pensó en 1959: un teatro profesional o comercial ese que depende de la taquilla fundamentalmente  y que cada fin de semana presenta no menos de 50 montajes variopintos, y un teatro, mal llamado oficial, el cual  se hace con los aportes financieros del Estado y recuerdo que el estado somos todos los venezolanos. Dos tendencias que tiene sus audiencias y las cuales plenan las salas de la Gran Caracas. Dos estilos que cuentan con centenares de soldados y miles de espectadores. Dos estilos que cuestionan la misma realidad.
Y para concluir, queremos resaltar la gestión adelantada por el artista Freddy Ñañez al frente de Fundarte, el brazo cultural de la Alcaldía de Caracas y del Gobierno del Distrito Capital. Sus festivales y el actual circuito, donde participan desde Mimi Lazo, Héctor Manrique, Basilio Álvarez y otros artistas reconocidos y otros tantos que persiguen la fama. Son una muestra de su sabia gerencia cultural.
Y a manera de  colofón, repito y hago mías las palabras que recientemente pronunciara Alfredo Caldera, presidente del Centro Nacional del Teatro: ”Estamos ante un momento histórico, político y social de gran importancia en nuestro país y el teatro como todo arte se nutre de esas realidades para seguir creando nuevas formas de expresión y nuevos discursos escénicos para todos los venezolanos y venezolanas”.

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