Abilio Torres, Ricardo Nortier y Javier Figuera |
En el backstage
de la Concha Acústica de Bello Monte trabajan día y noche para un coherente desarrollo
de proyectos de artes escénicas emergentes. Con Diana Volpe y Orlando Arocha a
la cabeza, un puñado de artistas adecuaron un mínimo espacio como sala de
teatro y tras de apodarlo “La Caja de Fósforos,
porque todo lo que ahí se haga puede encenderse y propulsar a la cultura misma,
se dedicaron a producir montajes con temas y problemas que le conciernen
directamente a la audiencia. ¡Todavía esta Tierra de Gracia alberga románticos!
Es el sitio de moda para teatreros y además espectadores jóvenes y osados adultos que pretenden evadirse
del mercantilismo aplastante o de la experimentación prefabricada. Metafóricamente
es el Rajatabla del Siglo XXI, por la novedad y la osadía de lo que hacen, como
revelan los que antes acudieron para disfrutar algunos montajes poco convencionales,
especialmente aquel Macbeth que
transcurría en la morgue.
Vimos ahí una gratificante función de Agreste, texto del dramaturgo Newton
Moreno (1968, Brasil), donde plasma la vida bucólica de una pareja de
campesinos en la semidesértica región
nordeste brasileña, hasta que la mujer queda viuda y su vecindario decide
ayudarla en las amargas faenas de la mortaja
y el velatorio del esposo.
Ahí estalla el conflicto: el marido era también una mujer
y ellas, tras el ritual religioso del desposorio, habían vivido así, no menos
de 20 años. El repudio de todo el campesinado, o la homofobia o la natural envidia
por aquella felicidad amorosa contracorriente, se encargan de acorralar a la desconsolada
viuda y todo mal acaba cuando ella se incinera junto a su difunto, tras reiterar
que nunca lo vio desnudo y que sin embargo
lo amaba con locura, porque su romance era puro y al margen del sexo.
¿Cuántas historias verdaderas similares habrá por ahí y
nadie lo sabe porque sería la muerte para sus protagonistas? Nosotros supimos
de un matrimonio así aquí en Caracas, el de dos mujeres casadas y con bendición
religiosa además, cuando investigábamos para escribir nuestro monologo Novia en
rojo sobre el transexual Esdras Parra, en 2009.
Este Agreste -no supera los 60 minutos de acción
escénica- replantea, una vez más el conflicto del amor prohibido o la
convivencia de los seres humanos cuando están por encima o desafían los convencionalismos
sociales. Temática que ha sido abordada con múltiples argumentos, pero que ahí
es estremecedora, ya que también es posible la ingenuidad o la mentira piadosa
de aquella mujer que eligió a otra dama para sus amoríos, o porque sabiéndolo
ambas se amaron sin importarles aquel mundo agreste donde moraban.
Pero si Agreste estremece por su cuento y el
brutal desenlace, la representación conmueve gracias a su habilidosa simplicidad.
El director Arocha ha trabajado magistralmente con Ricardo Nortier, Javier
Figuera y Abilio Torres para que cuenten, canten y actúen esa esa extraña
historia de amor, rebosante de amistad y violencia. Han utilizado muy bien las
técnicas del teatro primigenio, donde la narración del cuentacuento sustituye
las complejas caracterizaciones actorales
y la acción teatral queda a la vista del público y la disfruta muchos más, todo
esto matizado con canciones amorosas. Son canticos,
con apoyos de guitarras, que recrean una atmosfera festiva para tan singular
tragedia.
¡Este trío
de cojonudos cuentacuentos y además actores son magníficos y creemos que no lo saben, lo cual es mejor así!
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