Francis Rueda es la Bernarda Alba de Rajatabla |
¿Cómo
se siente después de un Festival? ¿Ha ganado o perdido vida? ¿Qué ha perdido,
qué ha dejado? ¿Cuál es el significado del Festival? ¿Cree que se justifica
todo ese gasto en medio de la crisis que afecta al país?
Esas
preguntas se las hicieron a Carlos Giménez al concluir el IX Festival
Internacional de Teatro, el 19 de abril de 1992. Él falleció al año siguiente y los FITC (18 en total) se
continuaron produciendo hasta el 2006, siempre con el apoyo financiero del
Estado venezolano y la gerencia de Carmen Ramia (Ateneo de Caracas).
HACE 23 AÑOS
Giménez
dijo que lo más importante del IX Festival, aparte de hecho artístico, “es que
se logró formar un equipo de trabajo con una ideología que yo no sé si es esperanza,
pasión, o simplemente ganas de hacer cosas distintas de las que no se dan en
ninguna otra parte del mundo. Es un
evento que se hace para los demás, para que miles de personas participen. El Festival
es parte de una sociedad civil que está despertando. El Festival es como una radiografía
de la crisis. La gente se cansó de los privilegios. Yo creo que con este
Festival se termina una etapa y el Estado venezolano no lo puede seguir haciendo
solo, aun cuando lo apoyen los demás países. La empresa privada tiene que
comprometerse, devolver en algo todo lo que se ha ganado. Y el público demostró
que quiere al Festival, que quiere que se siga haciendo, que se mejore que se corrija.
Yo creo que este Festival ha comenzado
recién su apogeo. Yo creo que cualquier inversión que se haga en el sentido de
que la cultura pueda ganar un espacio para ella en el aspecto social,
sociológico y político es
absolutamente positivo. Es una inversión
a largo plazo”.
El 2015
Ahora,
al culminar el IV Festival de Teatro de Caracas (coordinado por la Alcaldía del
municipio Libertador y Fundarte o Jorge Rodriguez y Freddy Ñañez), el primero que se realiza con presencia de
grupos internacionales y dedicado a la nación Argentina (Giménez nació allá, el
13 de abril de 1946), hemos reproducido sus respuestas para que los lectores
las evalúen, saquen conclusiones y después conozcan nuestros criterios sobre el
evento recién realizado con la presencia de 201 grupos (nacionales y
extranjeros) y escenificado en 25 salas y espacios públicos, entre el 10 y el
26 de abril.
Hay
que recordar que la inversión, según datos oficiales, publicados en la
prensa, llegó a los 360 millones de
bolívares y se esperaba que un millón de espectadores disfrutaran de todos los eventos, según cálculos
optimistas, mientras que otros aseguran que alcanzan solamente a 600 mil, que
es también una cifra impactante.
Consideramos que es muy
importante la gerencia técnica y artística que Fundarte ha estado desarrollando
a través del Festival de Teatro de Caracas, desde el 2011. Los cuatro
festivales realizados hasta ahora, que se han mostrado en 25 espacios teatrales
recuperados, han tenido como único gran protagonista al público, el cual se ha manifestado masivamente
llenando cada uno de los espacios teatrales, para presenciar los montajes del teatro
venezolano y de la compañías del exterior, especialmente las procedentes
de Argentina para la cuarta entrega del evento.
El teatro venezolano exhibido
fue el de las agrupaciones caraqueñas y el
procedente de 18 regiones, o sea que el IV
Festival fue una muestra nacional, variopinta en la calidad de sus producciones, pero pudimos
ver y ponderar algunos montajes exhibidos como Mi reino por un sueño, en el teatro Municipal, y en la sala
Rajatabla disfrutamos de Piel mercurio y Trece rosas, además de La
casa de Bernarda Alba, que se llevó después al teatro Bolívar, y Ubú en su teatro Río Caribe, en San
Bernardino.
El teatro argentino fue el que
nos atrapó, especialmente la versión de Othelo,
La mujer justa y Terrenal. Una muestra de por qué en Argentina el teatro
es un artículo de primera necesidad y
por eso tiene un movimiento escénico que está entre los primeros del mundo. La
inauguración a cargo de Pagagnini,
por una agrupación española, prometía que el público saldría bien
recompensado, además de los espectáculos
de calle, como Els Juglars.
RECOMENDACIONES
La venta de boletería
difícilmente recuperará la inversión –tampoco se hizo para eso-, porque en cada
sala había una cola para los que no pudieron adquirir sus boletos y a quienes se les autorizaba su ingreso a la
sala, posteriormente. Nadie se quedó sin ingresar y disfrutar de los montajes.
El IV Festival tuvo, pues, público a montones.
La directiva de Fundarte sabe
muy bien la importancia sociocultural de
sus festivales y es por eso que debe estudiar fórmulas que aplicaría para la
selección de los espectáculos venezolanos y los montajes procedentes del exterior,
aunque hasta ahora todo ha sido muy sensato.
Creemos que Fundarte debe
organizar una muestra nacional de agrupaciones criollas para de ahí seleccionar
a los mejores y que estos sean los participantes en el venidero V Festival, en
el año 2016.
No estaría mal un programa de
mano sobre los espectáculos, aunque la información básica se haya subido a la
web, especialmente a la página de Fundarte.
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