El teatro venezolano propone una reflexión sobre la realidad. |
Virginia Aponte propone y
suscita urgentes reflexiones sobre temas trascendentales para Venezuela, como
son la necesidad del encuentro y el afecto. Ninguna otra artista adelanta tal
proeza y se sabrá de su valiosa acción cultural cuando todos sus artífices estén
en otros destinos. Trabaja desde el Teatro UCAB (1974) y la veinteañera
agrupación AGOteatro (ex alumnos de Universidad Católica Andrés Bello).
Desde el 2014 (llegó de
La Habana hace 51 años) Virginia ha escrito, dirigido, producido y exhibido con
justo equilibrio estético su espectáculo Memoria
del silencio, presente ahora en la Sala Cabrujas de Chacao. Este montaje –muy bien actuado por Soraya
Siverio y Lucrecia Baldasarre con Carlos Domínguez o Wilfredo García y Unai
Amenábar o Agustín García- resulta vital e importante para el ahora de Venezuela y América
entera, porque replantea un análisis desde la razón, la sinrazón y
los sentimientos de las existencias de quienes viven o vivieron el proceso
revolucionario de Cuba, iniciado el 1 de enero de 1959.
Memoria del silencio es testimonio de dos
hermanas separadas por la revolución. Lauri, a los 18 años, va a Miami por
seguir a Robertico y Menchu se queda en
La Habana para estar con su adorado Lázaro. Después de 40 años, cuando ya
no tienen a sus caballeros, se reúnen y materializan sus sagas
vividas desde experiencias tan distintas que podrían parecer irreconciliables.
Tal reencuentro les permite soltar fantasmas creados en décadas de
silencios y martirios, y es así cuando se preguntan si conocieron la felicidad,
o si todos fueron sueños o espejismos fugaces. Y cuando despiertan deben
proseguir su ruta hacia la salida, tras admitir que fue engaño o equivocación,
pero al menos vivieron y conocieron ramalazos del amor. ¡Existencialismo a la
cubana!
Memorias del silencio es una estrujante versión
teatral, nacida de la novela homónima de
Uva de Aragón, sobre hechos vividos o sufridos. Hacía muchos años que no veíamos correr
lágrimas de verdad ni contemplábamos el húmedo sudor de cuatro seres,
empeñados en enseñar con sus personajes dos amargas historias de
soledades y desatinos, donde la realidad solo se recupera en pocos momentos: cuando
devoran, con barquillas, sendos helados de chocolate en platillos metálicos, o
bailan los cálidos ritmos cubanos.
Hay millones de seres
humanos quienes se preguntan el por qué y el para qué de tantos desatinos
con sus familias por ideologías que aún son irreconciliables.¡No es
exaltación ni anatema, sino dolorosos y lacrimógenos testimonios de dos hembras
que se descubren abusadas y solitarias!
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