Otra vez el periodista y escritor José Pulido es noticia cultural. |
Son 71 relatos cortos o
microcuentos, finamente encadenados, los que le dan cuerpo a la novela Ponzoña de paisaje del escritor venezolano José Pulido, recién publicada por
el Grupo Editorial NSB. Ahí se condensa una violencia insaciable, en la región
fronteriza de una república latinoamericana, indómita zona de guerra para sus
despavoridos y olvidados habitantes, convertida en catapulta para poderosos traficantes
de armas y de narcóticos de toda índole.
Héctor González, especie de prologuista
de Ponzoña de paisaje, apunta que se
trata de “una novela estructurada a través de un laberinto de momentos
aparentemente inconexos que terminan convergiendo de manera pulcra y
precisa…donde el lirismo del lenguaje tiene una eficacia impresionante, donde
los venezolanismos y neologismos, en oposición al arcaico lenguaje
universalista de otros escritores, son tratados con tal cuidado que a las pocas
páginas, la empatía es evidente e irrefutable”.
Y la fuerza de la escritura
capaz de atrapar al lector de Ponzoña de paisaje, a lo largo de sus
152 páginas, es consecuencia, como lo admite el escritor Pulido, de hacer cotidianamente
el esfuerzo por escribir cada vez con más significado hasta lograr una
satisfacción desmedida. “Casi sería una especie de orgía, una variedad de
bacanal, hasta encontrar lectores que aprecien el trabajo del espíritu ciego
que nos guía”.
Nosotros, que hemos leído parte
de los cuentos y las novelas de Pulido, desde Vuelve al lugar que se te ha señalado, Pelo blanco y Mazurkita en La mayor,
tenemos que admitir que su Ponzoña de paisaje es la pulcra creación
de un escritor que ha regresado por sus primeros caminos y se detiene a
rescatar y darles nombres y vidas a
esos desheredados de la tierra, a esos seres que se mueren sin comprender
porque la violencia los aniquila sin advertirles que van a morir sin poder descifrar la belleza bucólica de
unos paisajes que nunca les pertenecieron, al tiempo que subraya la ideología
de un líder guerrillero para quien ”los ángeles y los demonios pertenecen al
pasado. El hombre es del presente Por eso nunca habrá porvenir”.
Pero prometemos releer la novela para descifrar ese viaje a Ítaca que ha iniciado Ezequielito y esa infernal
experiencia de sentir la explosión de un
helicóptero envenenado, mientras llora y muge abrazado a su madre.
Y para quienes nunca han leído
a José Pulido les aclaramos que él no tiene muchas pretensiones, “sólo la de
escribir alguna vez un libro que soporte dignamente el fuerte oleaje del tiempo sin irse a pique
demasiado pronto”. ¿Será Ponzoña de
paisaje eso que él presiente?
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