viernes, febrero 12, 2016

Vida y muerte de Peter Pan

Luis Domingo González en una fantástica performance.
La agrupación Rajatabla (1971) tras la muerte de su fundador Carlos Gimenez (1993) es una nao sin brújula estética progresista y acorde para el siglo XXI. Sigue sin naufragar porque dos directivos la han mantenido a flote: el actor Francisco Alfaro se sacrificó para que funcionara dignamente y actualmente el productor William López  hace malabarismos ya que no quiere cerrar.
Pero la institución no termina de recuperarse artísticamente y lo más reciente ha sido traer de Madrid al venezolano  Rennier Piñero (36), quien tiene una carrera decorosa en los escenarios hispanos, para que montara el espectáculo Pan y los nadie, angustioso monólogo, de 75 minutos, del actor Luis Domingo González, con los plausibles apoyos escénicos de Sandra Moncada, Adriana Bustamante y Jennifer Morales. Es una coproducción con el Colectivo Fisión Escénica (constituido en Madrid en 2002), cuya tarea dramatúrgica resolvió Silvia Herreros Tejada
Pan y los nadie es una versión del cuento de Peter Pan, mito  creado por James Matthew Barrie, reencarnado en un malandro venezolano, quien envejece y ahora es el sepulturero-forense de un cementerio del año 2045. Nos gusta el planteamiento de su literatura dramática y hasta la solución escénica para tan vitriólico texto, lograda asombrosamente por el comediante González, pero al espectáculo le sobran por lo menos 15 minutos, hay demasiadas reiteraciones en su discurso, el cual va del presente al pasado y regresa para acentuar con titulares  y textos -coreados por tres ángeles o brujas- sobre la habitual violencia en calles y urbes criollas, crímenes espantosos que le arrugan las entrañas al más centrado de los espectadores.
Por supuesto que la conmovedora performance de González, atrapa a la audiencia y se llega a un final obvio: el anciano Peter Pan muere y en su tránsito hacia el más allá se desnuda para despedirse de la audiencia, que, por supuesto, está consternada ante el realismo teatral de tal violencia cainítica que le han subrayado.  
¿Qué podrá pasar con Rajatabla ahora que está en una especie de tobogán sin destino, precisamente cuando llega a los 45 años de historia? ¿El destino de esta histórica agrupación a quien le duele, precisamente ahora que está reducido su capital humano y anda en pos de una estética que lo prolongue?



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