Hay talento criollo para acrecentar y hacer la compañía ideal. |
Cuentan por ahí y no es otra fabula urbana,
que el comandante Hugo Rafael Chávez
Frías, cual versión caribeña de El Califa de Bagdad, salía del Palacio de Miraflores frecuentemente de
noche .Lo hacía disfrazado, para ver qué hacían los caraqueños en las cálidas
sombras; hasta que una vez, después de un deambular reflexivo y tras haberse devorado unas cuantas arepas de
queso guayanés y unas tantas reinas pepiadas, junto con sus fieles acompañantes,
se quedó estupefacto: vio que en el cruce de una importante avenida, afectando
el normal tráfico vehicular, unos cuantos muchachones habían montado un sencillo show de circo: escupían fuego, daban
tres saltos mortales y caían parados y hacían malabares con aguacates y
cuantas frutas brotaban de una bolsa de cuero que tenía esos funámbulos
callejeros.
Ese presidente llanero agarró su teléfono y
le dio una orden expresa a su flamante ministro de Cultura, el gallego
Francisco Farruco Novás: “quiero una
compañía como Dios manda y será el Circo Nacional de Venezuela”.
Los improvisados actores circenses no
sabían que estaban siendo observados y comprometidos en un proyecto que podría
cambiarles la vida. Terminaron sus rutinas y pasaron el cepillo para recibir
algunos bolívares, descansaron y siguieron en el mismo sitio, durante unas
horas más.
La pauta dictada por Chávez Frías se
ejecutó y varios meses después debutó, con el líder de esos curtidos artistas
callejeros, Niky García, en el histórico coso Nuevo Circo de Caracas, con
fastuosa carpa. Y nosotros estábamos ahí: viendo el debut del Circo Nacional de
Venezuela.
Aquello marchó bien durante un tiempo, como
son las cosas en Venezuela cuando arrancan, pero los artistas se cansaron, no
les prestaban la debida atención, les hacía falta atención médica y dinero, y
como es lógico terminaron por irse nuevo a la calle, cuenta Niky.
SEGUNDO TIEMPO
Han pasado los años, el Comandante ya no
está… pero ahora hay otro fogoso ministro, el titiritero Freddy Ñáñez, quien
programó a las huestes del Niky, convertidas en el cuerpo y cola de la privada
Fundación Circo Nacional de Venezuela (FCNV), para que se presenten, por ahora,
el Teatro Teresa Carreño con la ópera Carmen de George Bizet, representada por
primera vez en nuestro país en versión circense.
Luego de su exitosa gira por Suramérica, la
FCNV y el Teatro Teresa Carreño exhibieron la afamada obra que narra la
historia de una pasión atormentada entre una astuta y atractiva muchacha gitana
y un ingenuo soldado enloquecido por los celos. Con más de 40 artistas en el
escenario, acompañados afinadamente por la Orquesta Sinfónica Municipal de
Caracas, el Coro de Ópera Teresa Carreño y el elenco de Teresa Danza
Contemporánea dirigido por Félix Oropeza, el público caraqueño pudo disfrutar
de un espectáculo multidisciplinario que conjugó, con acierto, la danza, el
canto, la música y el circo como principal motor de la escena, del 11 al 23 de
abril de este agitado 2016.
NIKY Y JERICO LOS ARTIFICES
Enmarcada en el género del circo
contemporáneo o el llamado “Nuevo Circo” esta versión circense de Carmen
, está compuesta por diversos números de acrobacia, trapecio, malabares,
equilibrios y un poco de humor, ejecutados por artistas criollos formados
en su mayoría en el programa de formación que lleva adelante la Fundación Circo Nacional de Venezuela, quienes en unos
120 minutos de espectáculo dieron vida al clásico operático del siglo XIX, escrito
por Prosper Mallerme, contando con el
correcto apoyo de los cantantes Melba
González (mezzo), Nibelys Peraza (soprano) y Gustavo Castillo (barítono).
Esta puesta en escena, que fue una
ambiciosa e impactante dirección artística de Jericó Montilla, contó con los
arreglos musicales del maestro Rodolfo Saglimbeni, la batuta del joven
director Daniel Gil, y la dirección general de Niky García.
Así, pues, el circo criollo llegó al
monumental Teatro Teresa Carreño, donde fue apoyado y aplaudido por centenares
de espectadores. Pero antes se habían mostrado, en otros escenarios, con
montajes como Fingiendo demencia (2012),
Funámbulo (2013) y Éxodo (2015), en varias ciudades
venezolanas y hasta en festivales de Nicaragua, Colombia, Perú y Brasil.
Haciendo realidad el sueño de un Presidente amigo de las artes, en general.
No es el FCNV una agrupación al estilo del
Cirque du Soleil de Guy Laliberté, nada de eso. Es una empresa cultural que
transpira venezolanidad y que puede llegar a ser todo un fenómeno del circo
mundial. Necesitan tiempo para madurar, por ahora tienen suficiente talento
humano y unos cerebros que proponen ideas y unos cuerpos jóvenes que pueden
acrecentar su virtuosismo. Y, por supuesto, hay un Estado que los apoya y un
público ansioso de que alcancen más y mejores hitos artísticos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario