Teatro de actores y muñecos en la CNT.
Históricamente, los restos de Cristóbal Colón (7 de Junio de 1446 / 20
de mayo de 1506) están sepultados en la catedral de Sevilla desde 1899, porque
ese cadáver fue tan viajero como el legendario ser vivo que era, cuya osadía lo
llevó a descubrir un continente, que hoy ni siquiera lleva su nombre, por la
maldita mezquindad de la sociedad medieval donde le correspondió existir.
Pero en la venezolana isla de Margarita se dice que no es así y que la verdadera
y famosa osamenta de Colón está oculta en la casa del nefasto
conquistador Tirano Aguirre, concretamente en la playa del Tirano Aguirre, en
puerto Fermín, del estado Nueva Esparta.
Tal leyenda urbana, o esa posverdad criolla para estar con los tiempos
que vivimos, afirma que los huesos del auténtico Colón esperan la cristiana resurrección
de los muertos en Margarita, porque no es cierto que los que ahora veneran en
España sean los de ese histórico caballero, a pesar que hay pruebas recientes con
un ADN mitocondrial, realizadas en la Universidad de Granada en 2006, las
cuales contrastaron esos supuestos restos de Colón con los de su hermano mayor
Diego y según los expertos terminaron garantizando que los que reposan en
Sevilla son los auténticos. ¿Cierto o falso? Queda, por ahora, la duda.
Precisamente,
el dramaturgo venezolano César Rojas (58 años)
utiliza esa creencia popular margariteña para darle contexto y título a
su más reciente obra ¿Dónde está enterrado
Colón?, la cual dirigió y todavía presenta en el teatro Nacional de
Caracas contando con las actuaciones
de Trino Rojas, Nitay La Cruz, Kala Fuenmayor, Ana de Sousa , Kelvin
Zapata, Larry Castellanos, Yhurani y Andy Perez Se trata de una producción, con
doble elenco, de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), que preside el sociólogo
Alfredo Caldera.
HISTORIA CONTEMPORANEA
Mientras tanto, ¿Dónde está enterrado Colón? es, pues, gracias a la magia del teatro que
aplica Rojas, la historia de una niña y un niño, tierna pareja de hermanos
huérfanos, que deambulan por las playas de El Tirano, en la paradisiaca Porlamar,
y venden “frutas del mar” para sobrevivir, mientras siguen juntos y devorándose
al mundo. Entonces, conocen a un matrimonio caraqueño, Teresa y Miguel, que visita
a la isla para solucionar sus asuntos maritales, y quienes se dan cuenta que ellos
pudieran ser la solución para el hambre y la ausencia de los padres a la pareja
de muchachitos; pero los visitantes descubren, extrañamente, la tumba donde
está enterrado Cristóbal Colón y el pueblo o la comunidad decide que hay que
matarlos para que nadie se entere de ese secreto. Los encierran en la casa del
Tirano Aguirre para aniquilarlos con fuego, pero la niña los ayuda a huir y se
escapan en pos de una vida mejor; de una oportunidad… y el varón se queda, para
convertirse en activista de hotelería y sale adelante mientras espera el
reencuentro con su hermanita. Y diez años después, van a encontrarse como se
prometieron cuando se separaron, pero antes de que ella aparezca, el joven
tiene que contar la historia ocurrida. ¡Y colorín colorado, el cuento teatral
se ha acabado!
César Rojas, quien defiende con
vehemencia los temas y las técnicas que usa para pergeñar y mostrar su teatro, advierte
que durante el año 2004, Fundarte hizo un concurso de teatro sobre la temática
adolescente y así tuvo la oportunidad de presentar dos piezas: Los pantalones
al revés y ¿Dónde está enterrado Colón? . Con la primera se ganó el
premio del concurso y con la segunda conquistó la mención de honor. Estos
textos ya fueron publicados por Fundarte y ahora la CNT lo invitó a dirigir la
original obra sobre el legendario Cristóbal para disminuir así el abultado número
de sus piezas que esperan su turno, un drama generalizado entre todos los dramaturgos
criollo, vivos o muertos.
Cuenta Rojas que el año pasado, Alfredo Caldera, mientras iniciaba la
presentación pública de la Compañía Nacional de Teatro, para los años 2016 y
2017, comenzaron los ensayos del montaje
de El pez que fuma de Román
Chalbaud, convocó a un grupo de directores para realizar varios proyectos
que le dieran la oportunidad, al grupo de actores emergentes de la renaciente
CNT, de fortalecer su desempeño profesional y cumpliera con la responsabilidad
social de la CNT de llegar a todos los sectores del pais, con discursos
novedosos y contemporáneos que les brindara un abanico de posibilidades y que
los preparaba para los grandes retos que se avecinan al ser una nueva
generación en formación. “Nos reunimos y me habló del proyecto que involucraba más
directores. Inmediatamente entendí la enorme responsabilidad de la propuesta y
que debía aprovechar la energía de los jóvenes de la CNT para poner en escena
esta pieza de teatro cuyos interlocutores serían los adolescentes y sus
familias, para darle continuidad a la labor formadora y estratégica de la gran
Compañía Nacional de Teatro”, dijo el autor y director que tiene tal felicidad
que se les desborda por los poros y no precisamente de sudor.
Sea cierto o falsa la leyenda margariteña
sobre los restos de Colón, hay que admitir la audacia e inteligencia
del teatrero para hilvanar su historia y así atrapar a los espectadores, conquistados
por la original fabula teatral, porque más allá de la veracidad o no de la
susodicha osamenta, está el inagotable tema de la miseria de una sociedad que
abandona a dos niños a su loco destino y como estos logran salir para adelante.
La obra tiene ribetes de telenovela caribeña, lo cual no es malo, pero deja o
siembra la duda sobre muchos otros muertos que han recuperado su presencia en
los medios de comunicación porque unos cuantos vivos aseguran que hallaron lo
que buscaban y así se crea toda una parafernalia comunicacional, que al final
no daña a nadie que esté vivo aun y así se incrementan las leyendas urbanas que
estimulan la imaginación popular.
Malo no es, nos atrevemos a escribir
aquí, porque siempre hemos dicho que Macondo no está en Colombia sino en
Venezuela, lo que pasa es que Gabriel García Márquez nació en el vecino pais y
el realismo mágico lo hicieron exclusivamente colombiano, cuando hay muchas
fabulas venezolanas esperando una novela
o un teatro para hacerse conocer mundialmente.
MONTAJE
El espectáculo obtenido por Rojas y su
aguerrido grupo actoral es una entretenida combinación de teatro y títeres, ya que
los niños de la fábula margariteña son encarnados por grandes muñecos que se
alternan con los actores de carne y hueso. El montaje es breve, para no agotar
al público, y no supera los 70 minutos, y lo cual permite ponderar las
condiciones actorales de los veteranos y los nuevos comediantes ahí involucrados,
además de darle rienda suelta a la loca de la casa, como le decían los
españoles a la imaginación de sus artistas e intelectuales, quienes son los que
escriben la verdadera historia de sus pueblos o comunidades. Además, la última
palabra sobre los cuestionados huesos del descubridor de América no está dicha
todavía, menos ahora que el imperio de las posverdades amenaza todo, incluso
nuestras terrenales existencias
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