“Nunca apuntes con un arma de fuego sino la
vas a disparar, porque puedes matar a un inocente”. Es la patética, mortífera y
diabólica advertencia que hace Verónica, una bella muchacha, de 20 años, cuya
mayor pasión es usar sus juguetes bélicos y saciar así sus impulsos, pues ella,
como niña rica, todo lo resuelve así: a punta de tiros, sin importar los sentimientos
que mantenga con sus víctimas, quienes pueden ser desde una hermana mayor,
hasta una amiga o una inocente rival
competidora en una empresa o con el policía que la ayuda a sortear sus problemas,
a lo largo de cinco años.
Esta Verónica
es un atormentado y además asombroso personaje teatral que fue creado, con
otros más, por el periodista y dramaturgo venezolano Gustavo Ott (1963) para dar así peso, forma y anima a su melodrama Corazón pornográfico
que gritas venganza (1995), el cual acaba de terminar su temporada en el teatro San Martin de Caracas, bajo de la
dirección de Leonardo Gibbs y con la participación de Gabriela Mejías como Verónica, Edyson
Mata hace a Torombolo, Margareth
Aliendres interpreta a Betty, Mafalda y Canuta, mientras
que René Dal Farra es Pato
Donald y Porky, al tiempo que Angel
Pelay es Archie y Reinaldo
Cortez es Scooby, todos
ellos contando con la asistencia general de Licsole González.
EXTRAÑA PIEZA TEATRAL
Corazón pornográfico que gritas venganza es el más reciente espectáculo teatral presentado por TOTAL LG, con el cual Leonardo Gibbs amenaza
graduarse como director teatral en la Universidad Nacional Experimental de las
Artes (Unearte), próximamente. Es un pieza donde se trabaja con la
psicología de los espectadores a la vez que los entretiene y los atrapa de principio a fin, con coloridos decorados
y vestuarios que utilizan elementos del expresionismo alemán
y de la abstracción europea, con trazos de Edward Munch, Jackson Pollock y
del Pop-Art de Andy Warhol, hasta plasmar una exótica obra teatral, una especie
de “móvil de arte” que cobra vida través de los personajes y los
cómics que ellos encarnan.
Todos estos elementos de las artes plásticas fueron utilizadas por
el autor Ott y el director Gibbs para plasmar ante el espectador un montaje, cuya
duración no supera los 70 minutos, el cual ofrece al espectador una
propuesta entretenida y con obvios contenidos sociológicos, porque brinda,
a su vez, la oportunidad de reflexionar sobre el autoengaño de una sociedad sin
guía o destino sensato, el carácter transitorio de la vida de todos esos personajes
que reproducen a conglomerados urbanos y las mentiras con las cuales ellos pretenden salvarse.
La ética y lo moral no están ausentes de este nada publicitado evento teatral,
mostrado en una zona suroeste de la capital venezolana en tiempos electorales
para seleccionar a una Asamblea Nacional Constituyente.
El director Gibbs, alumno dilecto de Ott,
quien tiene más de cuatro años trabajando con este texto y creando su montaje
para graduarse como licenciado en Unearte, después de vencer la irracional oposición
de una profesora que le puso alcabalas y trabas porque no le gustaba la palabra
“pornográfico” en el proyecto literario. Él explica ahora que todos los personajes
de su montaje tienen nombres de figuras icónicas que abundaban en los comics de
la prensa durante los años 80 y 90, la famosa pandilla de Archie, además de los
elementos mundiales del pop-art. Ahí es donde aparece la creatividad del dramaturgo
que abandona la prosa periodística y aborda la creación literaria para poetizar
la cotidianidad y crear un contexto fantástico.
Gibbs, quien sabe que su título académico
es importante para su futuro profesional, explica como Corazón pornográfico
que gritas venganza, que consta de 13 escenas, es
un complejo entramado de cuadros inconexos alrededor del crimen y el mal de una
sociedad clasista, pero que tras la ocultación de la trama, a través de las
palabras supuestamente vacías o banales que dicen sus personajes, subyace una valiosa
e histórica pieza teatral experimental, donde se enseña como la forma puede y debe estar más
allá del tradicional contenido, donde la
violencia, esta vez y como siempre, aparece sin justificación alguna.
CRUELES LEYENDAS URBANAS
El autor
Ott, a partir de su experiencia periodística (UCAB, 1991), retoma una serie de
leyendas urbanas que pululaban a lo largo de los años 70 y 80 sobre las
pandillas de “los niños ricos” de Caracas, quienes que mataban a sus prójimos
por el mayor placer de sentirse malos y lo hacían sin remordimientos hasta que
los detenían, pero sus padres, “los millonarios de la comarca”, los sacaban
libres y los enviaban de vacaciones terapéuticas a Estados Unidos y Europa.
Es por eso
que Corazón pornográfico que gritas venganza es la historia de una niña
linda que practicaba el tiro al blanco en los cuerpos de sus amigos o relacionados
y así va además escalando prósperos cargos profesionales por la presión de su familia,
utilizando todo el poder del dinero y el aplauso silencioso de su contexto social,
no exenta del apoyo poderoso de “la palanca” de los políticos de turno.
Ver esta obra
y disfrutar de múltiples claves ocultas que Ott deja para el público conocedor
de la historia vernácula es rememorar lo que pasó en Caracas con los secuestros
de niños ricos para chantajear a sus familias, cuya rescate era para comprar
drogas o gastárselo en bagatelas de sus necesidades existenciales. A nosotros nos
correspondió leer o reseñar esos eventos, otros escribieron libros y hasta
peliculas hicieron.
Ott sin proponérselo
hace una serie de denuncias con esta obra, la cual muestra ahora en este siglo
XXI, y reitera así el poder de algunos sectores de las clases sociales donde se han alcanzado cambios de nombres y apellidos pero
la maldad sigue por ahí, hasta no se sabe cuándo.
Vimos dos
veces este espectáculo. La primera vez, durante el estreno, el cual estaba
incompleto, pero en la segunda ocasión, para cerrar la temporada, ya tenía las
mejoras necesarias, pues, los actores estaban todos en su punto y el ritmo escénico
les resultó maravilloso. Fue un verdadero regalo teatral disfrutar de esa farsa
hiperrealista donde destacó el talento actoral, especialmente los comediantes que
encarnan a Verónica, Betty, Torombolo y Archie, los pivotes del show escénico.
El director
Gibbs y su empresa teatral busca ahora otros escenarios y espectadores porque
cree que Corazón pornográfico que gritas venganza, con los necesarios refuerzos técnicos, debe
mostrarlo a muchos más venezolanos, lo cual aplaudimos; esperando que otros,
como nosotros, lo disfruten y saquen sus conclusiones y cifren esperanzas en el
necesario relevo teatral de esta centuria.
Y como Corazón pornográfico que gritas
venganza se estrenó durante la temporada
1995 del Teatro San Martin, debemos rodar que Verónica Arellano, Fernando Then,
Alejando Corona, Maria Brito y Neil Castro, además de David Villegas fueron los
actores de ese memorable evento. Y nosotros éramos felices para esa época y no
lo sabíamos, porque nunca apuntamos un arma de fuego pero si vimos a muchos otros
caer, pero esa será otra crónica, más adelante.
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