Edwin Erminy |
El 31 de diciembre de 2018 pereció ahogado el
destacado artista venezolano Edwin Erminy en una playa de Trinidad y Tobago. Tenía
59 años y preparaba otro gran proyecto teatral. En su memoria "republicamos" nuestra
reseña de su espectáculo Rondó Adafina,
la cual editamos el 14 de diciembre de 2013. Para nosotros está vivo porque es
un auténtico personaje de la historia de nuestro teatro.
Los invasores o foráneos visitantes que
se instalaron en este continente, a lo largo de los últimos 500 años, no eran
únicamente españoles, africanos, holandeses y demás pueblos europeos. También
lo hicieron, para escapar del Santo Tribunal de la Inquisición, casi todos los
judíos o practicantes de la religión hebrea expulsados del reino español, y
aquí, en estas tierras de gracia, podían camuflarse y así comenzaron discretamente
a aposentarse en la Capitanía General de Venezuela y mucho más cuando se
transformó en República de Venezuela.
Esos judíos, que
pasaban por cristianos conversos, llegaban de Curazao, del norte de África y de
otras tierras donde los perseguían. La historia, teatralizada de esos judíos-
el vulgo los llamaba “turcos”, porque algunos portaban el pasaporte del Imperio
Otomano- que se quedaron y dejaron huella y además ayudaron a toda la
colectividad venezolana, ha revivido en la antigua capilla de la Escuela de
Enfermería de la UCV, en Sebucán, gracias el exquisito espectáculo Rondó Adafina,
escrito y dirigido por Edwin Erminy, el cual es una sorprendente e integradora
celebración de la identidad y esencia venezolanas a través de
sus rituales que combinan, sabiamente, teatro, danza, música y hasta algunos
toques gastronómicos, como la sopa Adafina o cocido con garbanzos y
cordero.
Es, pues, Rondó
Adafina en una especie de fiesta sensorial que exalta la diversidad
distintiva del ser venezolano, a través de la historia de un
personaje ficticio, Haím Benatar, y de su ancestral receta real para cocinar la
adafina. Ahí, gracias a las versátiles caracterizaciones de Oswaldo
Maccio y Francisco Salazar, además del esmerado acompañamiento de Mónica
Quintero, María Carolina Leandro, Pastor Oviedo, Gladys
Seco y Vera Linares, el público viaja desde la Caracas de los
dictatoriales años 50 hasta el Marruecos del siglo XV, para pasearse por
la España (Sefarad), Portugal, Holanda, Brasil y Curazao, hasta retornar a la
Venezuela de los siglos XIX y XX.
Esta impactante
producción, con el sello de calidad de Image Class y la originalidad
que ha distinguido los montajes del proyecto Ópera
Trasatlántica, cuenta con la coreografía de Luz Urdaneta, la dirección técnica e
iluminación de Carolina Puig, y la dirección general, escenografía y
dramaturgia de Edwin Erminy, todos bajo la producción general
de Carlos Scoffio.
La música, inspirada en el recorrido de la histórica comunidad sefardí a
Coro, tiene un rol protagónico. Alterna instrumentaciones judeo-arábica,
sonoridades raíz de la música flamenca o resonancias hispano moriscas, gracias
a una pulcra mixtura de formas y géneros que expresan el mestizaje cultural que
exalta el espectáculo, con la participación de
un destacado grupo de músicos profesionales, dirigidos por Santos
Palazzi, quien también toca guitarra, Jaime de Armas,
(flauta), Pedro Vásquez, (cello), Juan Carlos Hernández (percusión) y el
compositor venezolano Federico Ruiz, en el acordeón. ¡Culpables de ese
fino rondó!
¡Hay que consumir un tazón de Adafina para interiorizar más aquello!
Lo único que lamento no haber apreciado es el típico olor de la comida
judía, especialmente durante la elaboración de la Adafina, efecto que se habría
logrado fácilmente con unas sartenes con aceites o mantecas y unas cuentas
ollas en ebullición con las especies, los granos, etcétera.
Receta
multisensorial
“Rondó Adafina es
el texto con el que gané el Premio Literario Fundarte, mención dramaturgia, en
2002. Es una de mis Óperas Transatlánticas, un esfuerzo por inventarme una
forma de teatro musical a partir de la multiculturalidad.”, afirma Erminy, uno
de los arquitectos y diseñadores escénicos más importantes del país.
Uno de sus trabajos más queridos, Ópera
Trasatlántica, es un proyecto cultural fundado por Erminy en 1999
simultáneamente en Caracas y Londres, al lado de la artista Pamela Howard.
Funciona como un laboratorio teatral en la búsqueda de una nueva comprensión de
las identidades culturales, asumiendo al Atlántico no como una inmensa masa de
agua que nos separa sino como el medio para un acercamiento, una especie de
Mare Nostrum”, explica. El primer montaje de Ópera Trasatlántica, Variaciones sobre un Concierto Barroco
(1999-2000), basado en una novela de Alejo Carpentier, y dirigido por
Vicente Albarracín, ganó nueve premios en Venezuela, fue el primer espectáculo
venezolano en inaugurar un Festival Internacional de Teatro de Caracas y se
presentó exitosamente en Londres y Bogotá. El Financial Times de Londres la calificó como “una producción
de una imaginación casi ilimitada, fascinante”; The Guardian, “hermosa y poderosa, una obra de teatro llevada por
la básica necesidad humana de cantar, bailar, narrar y comer.”; Time Out, “El mejor espectáculo de la
semana en Londres”.
Rondó Adafina,
sobre la que se hizo un taller en el Drama Center de Londres en 2001, marca el
relanzamiento de este proyecto internacional. “Nuestra meta final es presentar
el montaje en siete países (Marruecos, España, Portugal, Holanda, Brasil,
Curazao y Venezuela, siguiendo la ruta histórica de los judíos de Coro”,
puntualiza este apasionado de las artes, quien posee una maestría en Artes
escenográficas (Summa cum laude) del Central Saint Martins College of Art and
Desing (Londres 1998), hizo pasantías por teatros de ópera de Colonia y
Sttugart (Alemania), y otros importante escenarios europeos, obtuvo en 1999 el
Premio Municipal a la Mejor Escenografía y Mejor Producción y ha estado al
frente de la dirección técnica del Festival Internacional de Teatro y del
Teatro Teresa Carreño, entre otros.
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