Tripleta valiosa de comediantes venezolanos.
Adolfo Hitler y Benito Mussolini, los
apocalípticos guerreros de los años 30 y 40 del pasado siglo 20 están ahora,
cual fantasmas, en un selecto club cultural de alemanes radicados en Venezuela
desde hace unos 70 años. Sí, pero su presencia ahí es más compleja y esperamos
que los lectores/eventuales espectadores así lo asimilen.
Llevamos muchos años sabiendo, de antemano,
como concluiremos la reseña o la crítica de un espectáculo, pero siempre
tenemos problemas en el cómo empezar y eso nos ha ocurrido ahora con Alta
traición, memorable trabajo artístico del autor Federico Pacanins y el
director José Tomas Angola Heredia, el cual hace una breve temporada, en el
teatro Humboldt, en la calle Juan Germán Roscio, en San Bernardino.
Hoy hemos optado exaltar, inicialmente, al
elenco conformado por el respetable Rolando Padilla, como el
mefistofélico poeta estadounidense Ezra Loomis Pound, a
quien, luego de habérsele condenado a muerte, se le conmutó la pena
declarándosele loco, por lo que fue encerrado en un siquiátrico de Nueva York y
liberado 12 años después, para emigrar a Italia y nunca volver a su patria.
Asimismo participa el conmovedor Gerardo Soto quien encarna al germano Thomas
Mann, Premio Nobel de Literatura en 1929; mientras que Sandra Yajure se
encuentra comoda en el rol de la periodista, especie de alter ego del propio
Pacanins o quizás aquel necesario puente entre ambos personajes y el público,
para quien se hizo todo aquello a muy buena hora por la metáfora que mana de
todo aquello, a partir de una obvia reflexión sobre el fascismo europeo, el de
Hitler y Mussolini.
Hay que subrayar que la balsámica música,
el cuarto personaje del montaje, que se escucha y toca en vivo es de la autoría
del dramaturgo, con arreglos del maestro Albert Hernández, al tiempo que
los fantásticos solos de violín corresponden a Martín Figueroa. La
integración de un grupo de bailarines (Ahina Figueroa, Jorge Escobar
y Juan Mora) quienes intepretan una danza contemporánea, coreografiada
por Carolina Wolf, le brinda a esta exótica Alta traición una
fantástica y hasta cinematográfica visión sensorial y lúdica, enriquecida, a su
vez, con algunas técnicas de circo que le otorgan una poco frecuente poética
visual. La precisa escenografía es del maestro Freddy Belisario, además
que el innovador diseño de mapping, grabaciones de video y
operación son de José Martínez; la adecuada iluminación es
de Manuel Troconis; el audio es de Ángel Fernández; la producción
artística y el vestuario son de Edisson Spinetti; la producción es
de Yessica Serrano; la dirección general y la puesta en escena, como ya lo
habíamos señalado antes, son de José Tomás Angola, quien lleva en 80
minutos un mensaje muy oportuno para esos vientos que soplan en este planeta
para amargarnos a la existencia a todos.
En resumen, hemos optado por remarcar
primero a los artistas, porque ya hemos afirmado, en crónicas anteriores,
que Federico Pacanins es generosa noticia para
el teatro y las artes venezolanas en general, especialmente por su obra
escénica, pues, en los últimos 25 años ha escrito y dirigidas variadas crónicas
teatrales que involucran sensatamente al género musical, el drama y la comedia.
Como director teatral ha puesto en escena otras tantas obras, propias y ajenas.
También es productor de programas radiales, discos, conciertos y ciclos de
conferencias dedicados a la música y a la difusión cultural venezolana. Tiene
una labor respetabilísima como productor de documentales. Ha alternado la
escritura y la producción de eventos teatrales y conciertos, con su labor de
locutor y conductor de diversos programas de radiales. En cuanto a su labor
docente es profesor de las cátedras de Teatro y Venezuela y su circunstancia,
ambas en la Universidad Monte Ávila de Caracas. Actualmente es presidente de la
Asociación Cultural Humboldt y profesor en ESCÉNICA. Es, pues, un importantísimo trabajador cultural con
envidiable hoja de vida, orgullo para su familia y su patria, por supuesto. No
anda pavoneándose como muchos que no tienen con qué hacerlo.
MONTAJE
Dos intelectuales, de ideologías
enfrentadas, son los protagonistas de Alta traición, el cual
permite una reflexión urgente y oportuna al público venezolano. Pacanins
encontró extrañas coincidencias en esos iconos literarios de la cultura
universal. Y todavía más fascinante resultan esas coincidencias dando lugar a
una trama con personajes en tiempos de conflicto, que asumen activamente la
propagada de signo contrario: durante la Segunda Guerra Mundial.
Ezra Pound (1885-1972) toma el micrófono
radiofónico en Italia ofreciendo programas para advertir a sus compatriotas de
las bondades del fascismo y nazismo. Del otro lado, el alemán Thomas Mann
(1875-1955), Premio Nobel de Literatura, también ofrece programas radiofónicos
advirtiendo a sus compatriotas del error en que incurren al seguir el liderazgo
de Hitler. Dos valientes posturas que, en tiempos de guerra, suponen delitos de
alta traición hacia sus respectivas naciones. Al concluir la guerra, tanto
Pound como Mann deben asumir las consecuencias de sus respectivas posturas como
intelectuales en tiempos bélicos. Y las consecuencias, por cierto, son
aleccionadoras, por decir lo menos.
Esa deslumbrante coincidencia, que Pacanins
ha resaltado, permite desarrollar una trama dramática que muestra a estos
intelectuales en tiempos de conflicto, y también a una periodista como vocera
de un extraño "cuarto poder" que propone la reseña y al
veredicto social.
Pacanins aclaró que buscó llevarle al público
caraqueño una trama escénica con emociones y pensamientos aleccionadores,
producto de tiempos de conflictividad extrema. No lo dijo, pero sí hemos
detectado que la lectura del filósofo Platón y en especial de su
electrizante Fedón, sanamente le han contaminado de la lógica
incertidumbre sobre los tiempos venideros, no solo para su obra artística sino
también para su pais venezolano. ¿Y usted que opina estimado lector, eventual
espectador? Vaya a verlos y saque sus conclusiones.
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