El
mutis del actor y gerente Francisco “Paco” Alfaro, aquel 26 de julio de 2011,
cerró el segundo ciclo del grupo Rajatabla, fundado el 28 de febrero de 1971
por aquel Carlos Giménez, quien lo condujo con “fiero amor” hasta el 27 de
marzo de 1993, tras colocarlo en el cenit de las artes escénicas venezolanas y
latinoamericanas gracias a la creatividad de sus montajes.
“Paco”
asumió la conducción del Rajatabla II teniendo por tema lo aprendido de
Giménez: “el teatro no debe dar formulas,
ni soluciones; debe, eso sí, estimular las preguntas del espectador con sus
espectaculos comprometidos con la dura realidad del pais donde vivimos”. No
le fue facil mantener funcionado a la institución, porque muchos leales huyeron
y quedaron los necesarios para salir adelante, con dignidad, a lo largo de 18
años. Ahí está la bitácora de sus magros logros, pero suficientes para
reconocer que el espíritu de Tu país
está feliz está feliz todavía tenía fuerza y espectadores. ¡Rajatabla no se
rajó durante su gerencia!
Al
productor y relacionista publico Jose Rosario López (William López) le ha
correspondido gerenciar al Rajatabla III y durante el primer año de gestión fue
suficientemente prudente: respetó a los lineamientos generales de la
organización que dejó “Paco, regularizó los salarios de la agrupación (15
personas, para esa época) y tímidamente esbozó proyectos originales, como fue
la producción del montaje Muerte
accidental de un anarquista de Darío Fó, versionado por Rodolfo Santana y
dirigida por Rufino Dorta.
Antes
de reseñar al más reciente montaje del Rajatabla III, Mariana Pineda, de Federico García Lorca, hay que recordar que el
edificio-sala-sede administrativa- sala de ensayo de la institución es un modesto cajón de
ladrillo rojo, de tres pisos, ubicado en una parcela del Teatro Teresa Carreño
y tras el edificio de Unearte (antes sede del Ateneo de Caracas), el cual
construido, originalmente, por el Ministerio de Obras Públicas (MOP) de los
años 70.
Tras
el rediente éxito de taquilla obtenido con Calígula,
el delirio de un tirano, de Albert Camus, en versión escénica de Marisol
Martínez, este Rajatabla III apuesta, nuevamente a un montaje de contenido
social, con Mariana Pineda de
Federico García Lorca, dirigido por Jan Thomas Mora Rujano y producido por
William López. Una respetuosa versión escénica que atiende las bases del teatro
histórico que marcó la producción del dramaturgo granadino, con el patrocinio
de la Embajada de España y la colaboración de Ramiro Molina, Francisco
Rodríguez y JACCS Producciones.
“Es un canto femenino, un grito de mujer que
convoca a una nación desesperada” indica su director Jan Thomas Mora. “La
libertad que plantea Lorca en la piel de esta Mariana Pineda está plagada de amor, un sentimiento que le obliga a
dejar de lado su vida privada y ahondar en lo público, al punto de ofrecer su
vida sin importar si es correspondida por la causa a la que se entrega. Quiero
rendir así un homenaje, resaltar el rol social y político de las mujeres en
nuestra sociedad, que se debaten a diario en una lucha de género constante,
para confrontar el tiempo histórico que nos ha tocado vivir”, acota Mora Rujano,
un artista joven bastante reconocido por su talento y capacidad de trabajo en
pos del éxito consagratorio. ¡Tiene madera de puestista y puede ser que llegue
lejos!
Esta
Mariana Pineda del 2019 está en el
siglo XX por el dispositivo escenográfico, además del vestuario eclético de
Hector Becerra y Nakary Bazán, pero respetando al original garcialorquiano, con
un tanto de coreografías de Brian Landaeta, la asistencia de dirección de
Gonzalo Irigoyen y la producción de campo de Williams Blanco. El diverso e
impactante elenco está encabezado por Nerea Fernández Dorronsoro, Luis Ernesto
Rodríguez, Elmer Eduardo Pinto y Jesús Carreño, acompañados por Iliana Hernández,
Marytere Buitrago, Rosa Paz, Sarimi Cedeño, Jayler Romero, José Millán, Jesús
Dirinot, Francisco Mayz, Carlos Gallardo y Julio Alejandro Bastardo.
Mariana Pineda,
como la escribió aquel poeta y la mostró ahora Rujano, genera muchas preguntas
por ese rol ejemplar y valiente de las mujeres, latinoamericanas,
especialmente. No es el mejor texto, aunque FGL es una totalidad de una poesía
eterna, la poesía que teatraliza sagas disparatadas, violentas y hasta
inventadas pero que han sido imitadas por la realidad, como escribimos en otra
ocasión sobre un texto de Darío Fó, La
muerte accidental de una anarquista, como lo revisó Santana.
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