Juan Carlos De Petre, líder-fundador del grupo teatral Altosf, nació en Santa Fé, Argentina, el 30 de junio de 1941, es un gurú o anacoreta del teatro venezolano. Su lucha para la sobrevivencia de la institución es ejemplar. Formó a su gente y está, a su vez, se ha expandido más allá de las fronteras no en pos de vanos estrellatos, sino haciendo de su filosofía del teatro algo para vivir y enseñar a vivir a los demás. En su libro El teatro desconocido compendia su metodología creadora, la cual consiste, en síntesis, “el otorgarle la mayor libertad posible para que pueda desarrollar al máximo las capacidades expresivas, dándole la facultad de conquistar, por vía del descubrimiento, las tierras íntimas del ser y de convertirse al mismo tiempo en un autor o dramaturgo de su rol dentro del montaje”. Afirma que “en cada lugar donde vamos mostramos nuestros espectáculos y organizamos talleres. Y así hemos logrado convocar a la gente como si estuviésemos aquí en Venezuela. Algo especial nos pasó cuando visitamos a Helsinki, Finlandia, donde a pesar de la barrera idiomática y las diferencias culturales obvias, logramos unos increíbles niveles de comunicación. Todo esto es producto de nuestra técnica de trabajo, porque con los ejercicios que proponemos sabemos los efectos que producen y lo que pueden provocar entre las personas”.
-¿Dónde funda el grupo Altosf?
-Lo fundamos en Cumaná en 1975. Le pusimos Altosf para utilizar así el nombre de la población cercana, Los altos de Santa Fe, a donde fuimos a mostrar nuestros espectáculos. Inmediatamente del estreno de nuestro primer espectáculo, El señor y los pobres, nos vinimos a Caracas. Aquí gustó mucho, fue un éxito e hicimos dos temporadas en la Sala Rajatabla. Pero permanecimos en Sucre hasta el 1981, al tiempo que creábamos un centro cultural donde se cultivaron todas las actividades artísticas posibles y además hicimos montajes notables, como Salmo de la nueva infancia, Un vez en mi huerto y Tienda de muñecos. Nos instalamos en la Colonia Tovar y ahí creamos un taller para la investigación teatral, donde además podemos albergar a los visitantes, y donde estamos más cerca del cielo, la energía que ahí vibra produce un efecto importante para los creadores. Aquí en Parque Central tenemos, desde mediados de los años 80, una sala en el sótano 1 del edificio San Martín: son unos 100 metros cuadrados. Ahí estamos, como los antiguos cristianos en una catacumba, ignorados por la gente de arriba, pero con una gran posibilidad de trascender.
-¿Han creado un método, un estilo, una especial manera de hacer teatro?
-Sí, Altofs en sus 30 años ha creado un teatro desconocido. Su filosofía es esa: el desconocimiento para la creación. Yo no sé cómo es lo que voy a descubrir y por eso es un descubrimiento. Partimos del reconocimiento del misterio. Partimos de saber que queremos descubrir lo que no sé. Por eso lo que ya domino, lo que ya he hecho me deja de interesar. Me parece que cualquier oficio se torna rutinario y por ende es mortal cuando uno ya lo maneja. Lo interesante es la aventura de lo que no sé, la aventura de lo que se me va a revelar.Sobretodo en el arte, me parece que crear es poner en el mundo algo que antes no existía .
-¿Eso significa que cada uno de sus espectáculos, y ya van por la cincuentena, han sido algo más que una invención, un descubrimiento
-Sí, hemos tenido en muy raras excepciones unos montajes con textos escritos antes de comenzar a trabajar. Pero en la mayoría trabajamos con nuestra metodología; enfrentar al actor al vacío, ante el despojo, ante la nada, ante el punto cero. Tratamos de que sea virgen en su expresividad. Retornarlo al origen.
-¿Pero parten de algo, de una idea o de un elemento?
-No, la idea es no dar ningún tipo de premisa, ningún tipo de elemento creador, sino dejarlo en esa situación de desamparo, de ignorancia e incluso hasta de extravío. Ahí el actor no sabe qué pasa con él, no sabe donde está, no sabe a dónde va. Es la situación más interesante, porque es el caos y de ese caos se va a comenzar a gestar el orden, el cual tiene que ver con lo que va a ser la obra o el descubrimiento de una obra. Ahora todo este método a quien más enriquece es a los propios trabajadores y creadores, porque de lo contrario el teatro puede convertirse en una rutina más, en una máquina, en un trabajo sin sentido.
-¿Cuánta gente ha pasado por sus manos en ya largos 30 años de actividades?
-Hemos hecho muchísimos talleres, los cuales tienen cuatro niveles de enseñanza, que nos consumen, aproximadamente, tres años para cada grupo. Nosotros no sólo hemos hecho estos talleres aquí, también hemos ido a Colombia, Argentina y ahora vamos al Brasil. En Europa hemos trabajado con gente de España, Portugal, Holanda, Francia y Finlandia.Puedo hablar de tres mil o tres mil quinientas personas pero no sólo en Venezuela sino más allá de las fronteras.
“Lo más interesante en nuestra aventura de crear es la posibilidad de demostrar que el hombre puede entenderse con el hombre, que el teatro es un vínculo real y eficaz de comunión y comunicación, siempre y cuando se esté trabajando con la esencia del ser humano y no solamente con la periferia, con lo anecdótico, con lo pintoresco, sino con todo aquello que toca el alma de las personas. No hay que olvidar que los seres humanos tenemos dentro de nosotros una serie de arquetipos, parábolas y metáforas. Y esas son las cosas que hay que encontrar, porque aquellos famosos mitos que hasta el día de hoy perviven y que iluminan y tienen que ver con la mitología griega y romana, para citar a dos de las más importantes, salieron de los seres humanos, son inventos del hombre.Y ahora en estos tiempos también podemos seguir haciendo eso: creando mitos y parábolas”.
-¿Qué pasa con el espectador cuando se enfrenta a un espectáculo del Altosf?
-Las reaccione son variadas y diversas, porque si hay algo que a mí me interesa e importa es la libertad del espectador, ya que yo no lo quiero manipular.No lo quiero conducir. No lo quiero poner donde yo quiero que esté, sino donde él se encuentre. Esto para mí es fundamental, porque la misma posibilidad que nos damos como actores, yo se la doy al espectador. De modo tal que si él lo rechaza, que lo rechace; si él no cree, que no crea; si él lo quiere vivir, que lo viva; pero es fundamental que el arte sea un camino de libertad. No puedo concebir un espectáculo maniqueo ni manipulador para atraer espectadores. En mis espectáculos busco que el público sea crítico y tenga su propia reflexión. No es fácil el camino que hemos tomado con el Altosf, pero es auténtico y honesto.
-¿Y todo este teatro desconocido, como usted mismo lo llama, se ha producido o generado aquí en Venezuela?
-Sí, en 1975, y con artistas venezolanos como Amílcar Marcano, José Gregorio Magdaleno, Alexis Echenaguzia, mi esposa Ana y mis hijas, y yo por supuesto. También es conveniente informar que el Teatro Atolsf tiene sedes en Buenos Aires, Barcelona, España, y otra en Amsterdam, a donde hemos logrado transferir nuestra metodología. He reunido en el libro Teatro desconocido todo mi bagaje teórico y metodológico, mientras que Magdaleno escribió El mito de volar por dentro, donde hace una reflexión sobre nuestro teatro.
La nueva gira
Del destierro, al encuentro con el alma, el peregrinaje por la tierra y... protagonizado por Víctor Ovalles y Mildred Maury, es el caballito de batalla para la nueva gira internacional que inicia el Altosf. Van primero a la Muestra Latinoamericana de Teatro de Grupos, la cual se realizará del 8 al 15 de mayo, en Sao Paulo, Brasil. Después prosiguen al Primer Festival Latinoamericano de Teatro, en Barcelona, España, del 12 al 20 de septiembre. Y tras unos talleres en las tierras españolas, continúan a La Haya, Holanda, para realizar otro taller sobre El actor como creador. Hay que recordar que Del destierro, al encuentro con el alma, el peregrinaje por la tierra, y ... ya ha recibido dos premios fuera de Venezuela: uno en Almagro, España, durante el 2004, como el Mejor Trabajo de Investigación en el Festival Internacional de Teatro Contemporáneo; y el otro, como Mejor Espectáculo Teatral, en el Festival Iberoamericano Cumbre de las Américas, en Mar del Plata, Argentina, durante el 2005. El director De Petre aclaró que lamenta el hecho de que estos premios internacionales hayan pasado por debajo de la mesa; “aquí no nos tomaron en cuenta, no sé si nos silenciaron. Pero, bueno, ya nos hemos recuperado y ahora nos vamos a Brasil, después a España y continuamos a Holanda. No nos hemos detenido”.
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