Moisés Kaufman (Caracas,1963) materializó uno de sus más caros anhelos: retornar desde Nueva York y mostrar en el escenario de la Sala Anna Julia Rojas, dentro de la programación del XVI Festival Internacional de Teatro, una de sus más recientes creaciones que lo enorgullece: I am my own wife.Tuvo obstáculos para que su función inaugural contase con las exigencias básicas de una producción al estilo Broadway, pero finalmente la organización del Fitc estuvo a la altura del compromiso artístico y patriótico y así esa función -la 500, según las cuentas del productor- salió tan perfecta que el público no se molestó por la traducción simultánea al español y quedó muy satisfecho con lo exhibido: un alegato artístico, contra las discriminaciones de cualquier índole y una didáctica advertencia sobre por qué hay que luchar siempre por la libertad, aunque a veces se pierde la tranquilidad o la vida misma. ¡Sin libertad no hay vida seria posible!
Hace 20 años, Kaufman era Alcestes, el protagonista de El Misántropo, de Moliere, dirigido por Fernando Yvoski, y ahora es todo un reputado director que, desde los años 90, se ha convertido en uno de los creadores más importantes para la cultura estadounidense. Gracias a sus piezas o montajes Gross indecency: The three trials of Oscar Wilde y The Laramie Project se catapultó a Broadway donde estuvo nominado por la dirección de su espectáculo I am my own wife, el cual obtuvo los premios Tony 2004 para la mejor obra (escrita por Doug Wright), y el mejor intérprete: el primer actor Jeffeson Mays.
I am my own wife (estrenada en la temporada neoyorquina del 2003), la cual se podrá ver por última vez esta noche, ha permitido que en Caracas ya nadie dude del talento del director Kaufman, de su técnica para conducir a un actor a puerto seguro y de su visión creadora de un espectáculo total, donde nada está a la deriva, donde todo está controlado, donde a partir de elementos realistas y naturalistas crea una atmósfera de alucinante hiperrealismo fantástico. Y logra así conducir a los espectadores por la vieja casona berlinesa del travesti alemán Charlotte von Mahlsdorf (Lothar Bernfelde) para presenciar sus visitas guiadas con los turistas o escuchar las truculencias sobre sus aquelarres homoeróticos en el sótano de su museo, que preserva aspectos de la cultura germánica de finales del siglo XIX y principios del XX. Gracias, pues, al verismo multifacético de su extraordinario actor, al preciso juego de la iluminación, que es “el segundo personaje en escena”, y a la estructura precisa y ordenada, cual si fuese un gran reportaje, de la obra misma, concebida por Doug Wright en función de la puesta en escena y del trabajo actoral. ¡La trilogía perfecta del teatro!
Es conveniente subrayar que I am my own wife no es un espectáculo lúdico, ni un chiste fácil sobre un homosexual enloquecido por guardar cosas del pasado o esa estridente coleccionista que se asumió como travesti - “Yo soy mi propia esposa”- y se hizo respetar, no sólo de los nazis sino también de los comunistas, aún a cambio de su ética, pues aceptó ser espía para la Stasi (policía secreta del régimen), con tal de preservar su espacio museístico y su bar donde departía con sus amigos y demás personas como él.
I am my own wife es una historia más sobre la infamia de la más abyecta homofobia, esa que arrancó en el seno familiar de Lothar Bernfelde y llegó al colectivo, y de cómo el travesti Charlotte hace su nada fácil periplo existencial hasta que es condecorado por el gobierno de la Alemania reunificada, sin sospechar que esa sería su nueva desgracia: debe refugiarse en Suecia porque las juventudes neonazis berlinesas quieren terminar el trabajo criminal que no culminaron sus abuelos. ¡Tragedia de principio a fin, con unos pocos momentos de solaz!
Este texto de Wright, que ha merecido todos los premios importantes de Estados Unidos, es modelo de una nueva dramaturgia que brota de las páginas de los periódicos, como ya antes se había hecho, pero que ahora ha sido sometida a un intenso trabajo de creación con el actor y el director presentes. Este es el estilo de creación que Moisés Kaufman ha estado aplicando desde los años 90, cuando fundó su agrupación Tectonic Theater Project. ¡ A este director la caja negra del teatro se le quedó chiquita y ahora es el cine su gran meta!
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