Antonio Álamo por tercera vez hizo una visita fugaz a Caracas y es por eso que ahora, desde Sevilla, prepara otro retorno con el pretexto de dictar un taller para jóvenes dramaturgos o un simple encuentro con escritores. Así descubrirá que tiene esta urbe que lo ha casi hechizado. En esta ocasión vino para presenciar el estreno de su pieza Yo, Satán, la cual hace temporada en la Sala Luis Peraza, en el sótano de la Iglesia de San Pedro, en Los Chaguaramos.
-¿Es la primera vez que le montan una obra en Caracas?
- No, es la segunda. Antes me escenificaron Pasos, precisamente el mismo director de Yo, Satán, Juan José Martín. También Orlando Arocha hizo una lectura dramatizada de mi Deseos no deseados, pero como montaje teatral es el segundo.
-¿Como anda el teatro en España?
- Bien, yo lo veo bien. Además tengo una visión privilegiada como observador: soy el director del Teatro Lope de Vega, de Sevilla. Ahí se monta un teatro muy ecléctico y su columna vertebral es el teatro de texto, tanto clásico como contemporáneo, aunque los clásicos se escenifican con una mirada hacia la contemporaneidad. En España hacemos teatro de todo tipo: bien de arte o comercial, pero siempre está apoyado financieramente por los gobiernos, por supuesto no con el ciento por ciento: esa ayuda cubre una parte de la producción y el resto lo hacen las compañías, que, por lo general, son sólidas; además hay autores que escriben con mucha frecuencia y tiene éxito de taquilla. En el teatro que yo dirijo pasan un promedio de cien mil espectadores al año, y hacemos unas taquillas que superan al millón de euros, al año; eso quiere decir que mi sala se mantiene gracias a la taquilla.
-¿Por qué está en el teatro?
- Desde adolescente, y nací en Córdoba hacia 1964, quería ser escritor y de hecho lo primero que escribí fueron cuentos, por lo que mi primer libro fue de esos relatos cortos. Cuando fui a la Universidad de Sevilla, para estudiar Derecho, me metí en un grupo de teatro y empecé, como tantos otros, a dirigir, a actuar y escribir textos para el grupo. Pero no estudié nunca teatro; mi escuela ha sido la práctica escénica, aunque hice un curso de dramaturgia en el Royal Court Theatre de Londres y después he tenido unos cuantos talleres con dramaturgos calificados, pero lo que verdaderamente me ha servido es que mis obras se montan y yo he podido además participar en los ensayos, en donde se aprende mucho más. Yo, Satán se estrenó en Madrid en el otoño de 2005 y he tenido la fortuna que también la llevará a México y Argentina. Ahora Caracas la disfruta
-¿Cómo surge Yo, Satán?
- Mi obra surge de un momento cuando yo estaba viviendo en La India, en Benarés, y me acerqué por pura curiosidad a una congregación de budistas y en aquello ocasión el Dalai Lama ponía en duda uno de los dogmas del budismo. Eso me impacto muchísimo y me impactó más la naturalidad con que las dudas del maestro espiritual del Tibet eran tomadas con naturalidad por sus fieles. A mí se me ocurrió pensar que sucedería si eso ocurriese en el contexto religioso católico, si el Papa dudara y quisiera imponer unos cambios en la Iglesia. Se me dio por crear así un Sumo Pontífice que dudaba de unos cuantos dogmas católicos y trata de cambiar la organización y de limpiar esa corruptela que existe en el Vaticano, utilizado para ello su facilidad de comunicación con el Espíritu Santo. Total que me fui a Roma y estuve ahí cuatro meses tratado de conocer a varios personajes del círculo papal. Primero tuvo una forma novelada y se publicó en el 2001 con el titulo Nata soy, que es un palíndromo que al leerlo al revés dice Yo, Satán, que es el mundo del diablo. Me salió un texto irónico sobre la mayor transnacional que existe en el mundo: la Iglesia Católica Apostólica Romana.
- ¿Qué reacciones hubo en España?
- Ante la novela hubo algunas reacciones y hasta unos “silencios” en los periódicos, a lo que yo no estaba acostumbrado y contra la obra de teatro pues se hizo verdad aquello de que la palabra en voz alta es menos inocente o más dura, y si hubo algunas concentraciones frente al teatro Bellas Artes de Madrid, que queda en la Gran Vía, pero no fue nada grave. Mis padres que son católicos fueron a verla y se divirtieron.
- ¿No lo han amenazado con excomulgarlo?
- No, pero si lo anuncian y lo hacen yo no me opongo, quiero decir que se los agradezco. A mí me parece una paradoja que esta obra se haya estrenado aquí en Caracas en una sala que está en el sótano de una iglesia, Pero está claro y lo he dicho antes: ahí no se habla de Dios en ningún momento. Es una obra sobre los hombres que dicen que hablan con Dios o que negocian con las creencias que tienen otros hombres sobre Dios, pero creo que Dios es lo que menos se pronuncia. Y lo mismo se puede decir de Cristo. Y esto es importante que el espectador lo entienda y por eso se ríe bastante y con su risa demuestra que si lo afecta, que sí comparte lo que ahí se dice.
-¿Cómo definiría al teatro?
- Como escritor para mi el teatro es la posibilidad de compartir mi trabajo con otros creadores. Cuando uno esta escribiendo una novela se le pasan dos o tres años encerrado y en medio de una gran soledad hasta que se culmina la pieza. Pero con el teatro llega un momento en que uno sale del escritorio y se enfrenta a las salas de ensayo, las cuales son unas autenticas salas de fiestas, donde se puede compartir con mucha gente y escuchar opiniones, lo cual para un escritor es un auténtico lujo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario