Mónica Montañés perdió nuevamente el sueño porque su primer guión que Carlos Azpurúa hizo cine inicia desde hoy su cita con el público venezolano. El importante ciclo de exhibiciones de Mi vida por Sharon comienza sus presentaciones ante ese crítico de las mil cabezas que decidirá el éxito de ese nuevo esfuerzo que hace la modesta, pero talentosa, industria del cine venezolano.
-¿Por fin, llegó al cine?
-Así es. Luego de más de diez años metida de cabeza en el teatro y la televisión, y de mis dos romances con la literatura, se filma un guión escrito por mí. Y es cómico, porque cuando estudiaba Comunicación Social, escogí la mención Audiovisual precisamente porque creía que mi pasión era el cine. De hecho, los cursos que hice fueron para guión cinematográfico, porque yo estudié con David Suárez (quien aparte de gran guionista era un extraordinario y generoso profesor), y con Jean Claude Carriere, en talleres de la Anac. Pero la vida le tiene a uno el camino como trazadito, y suele ser el camino correcto. Porque estoy muy orgullosa del guión de Mi vida por Sharon, y es sin duda el resultado de todo lo que aprendí echando cuentos que iban a ser vistos sobre las tablas o en la pantalla de los televisores.
-¿Qué hizo?
- David Suárez me decía que yo tenía madera, pero que los guionistas tenían que patear mucha calle con su guioncito debajo del brazo hasta conseguir un director que se los quisiera filmar, que jamás un director le tocaba la puerta a uno. Y Azpúrua tocó a mi puerta a pedirme que le escribiera esta historia, que es en rigor de su vida real. Lo que yo escribí es una versión de algo que a él le pasó. Claro, él me lo contó como algo trágico, profundo, incluso político, y yo no paraba de reírme, porque veía en su cuento una gran comedia. Y eso fue lo que le escribí una comedia detrás de la cual se dibuja una tragedia personal y nacional, profunda pero divertida, política pero absurda, muy parecida a lo que somos los venezolanos, que tendemos a reírnos de las tragedias que nos ocurren cotidianamente, como única manera de sobrevivir.
-¿Cómo se escribe para cine?
-Pues con muchas ganas de hacerlo. El trabajo del guionista es muy particular, extraordinariamente solitario e increíblemente desligado del resultado final que es la película. Al menos aquí en Venezuela, que una escribe en un momento, pero la película se filma años más tarde y se exhibe otros años más tarde aún. Además, es duro porque tienes que saber o aprender, que eres sólo una herramienta del director. Una herramienta imprescindible porque sin guión no hay manera de arrancar el proyecto ni de conseguir el financiamiento, pero luego la película es del director, solamente de él, y el guión es sólo eso, una base, nada más. Muy distinto del teatro o la televisión donde el texto es lo primordial y el escritor es el Autor con A mayúscula. Ahora, Mi vida por Sharon, fue para mí una experiencia maravillosa, de crecimiento, donde pude inventar unos personajes creíbles y queribles y escribirles un cuento que a mí me encanta, por lo que cuenta y por cómo está contado. Pero repito, lo que van a ver es de Azpúrua, su película, así es el cine.
-¿Cuáles son las premisas del guión?
- Mi vida por Sharon es una sabrosa comedia del absurdo, basada en la más estricta realidad venezolana. El protagonista Carlitos López, (Carlos Mata) es un héroe insólito, héroe porque es capaz de arriesgar su vida por lo que más quiere, insólito porque lo que más quiere en el mundo es su camioneta. Sharon no es una mujer sino una camioneta. Carlitos era el doctor López hace unos años, reconocido ingeniero, esposo de Pastora (Mimí Lazo) con quien tiene dos hijos. Pero lo va perdiendo todo, el trabajo, el estatus, la esposa, la familia y queda sólo con la camioneta, como único símbolo de lo que un día fue. Por eso cuando lo atracan es capaz de arriesgar su vida y el amor que le queda de sus seres querido, con tal de recuperar a Sharon… Carlitos es parecidísimo a una cantidad de hombres venezolanos y lo que aquí le pasa nos puede pasar a todos. Creo que la gente va a gozar un mundo por verse reflejada en ese espejo.
-¿Cómo se trabaja con un director como Carlos Azpúrua?
-A puños, jijiji… Con él uno nunca sabe si quererlo o matarlo. Es imposible trabajar con él sin quererlo mucho, y sin querer asesinarlo. En mi caso particular resulta que mí mamá lo quiere como a un hijo y por lo tanto vendría siendo como mi hermano mayor, uno de esos hermanos que te dicen gorda y tu le dices enano pero que se quieren mucho. Él confió en mí a pesar de que nunca había trabajado la comedia y yo no sé escribir sino comedias. Y yo me siento profundamente honrada de que un director al cual admiro como él, me haya pedido un guión. En definitiva fue maravilloso y terrible.
¿Qué pasó con el guión de El aplauso va por dentro,su exitoso monólogo que lleva diez años en escena?
-Pues lo que te digo. Que este año nuevamente Román Chalbaud lo introdujo en el CNAC a ver si esta vez el jurado lo aprueba. De ser así se filmaría en el 2007. Yo tengo esperanzas de que así sea, basadas en el éxito de la pieza original, en el talento extraordinario de Chalbaud y de la Lazo, quien por supuesto sería Valeria, y en el amor y la fidelidad del público por este texto que, diez años más tarde Mimí sigue representando a sala llena. Es realmente insólito que haya costado tanto que el CNAC nos apruebe esta película pero El aplauso va por dentro es así, Mimí y yo tuvimos que pasar por el rechazo de cuatro directores hasta que apareció Gerardo Blanco que lo montó y pasó lo que pasó y sigue pasando. A lo mejor con la película es igual, la rechazaron cuatro jurados del CNAC en años anteriores y a lo mejor este es el que le da el sí y pasa… por fin. Ojalá.
-¿Quiénes son sus cineastas favoritos en Venezuela y por qué los admira?
-Por razones obvias mi respuesta lógica sería Chalbaud y Azpúrua, pero la respuesta real es que yo admiro a todos los cineastas venezolanos por la tenacidad que tienen de ver sus sueños hechos realidad. Eso no es de ahora sino de siempre, desde el año 90 cuando cubría la fuente de cine nacional para el extinto El Diario de Caracas, los entrevisté a todos y aprendí a quererlos y admirarlos a todos, sentimiento que en mí sigue igual.
-¿Quienes son sus cineastas mundiales y por qué?
-Pues, mis cineastas favoritos del mundo son Frank Capra y Billy Wilder, cada vez que puedo vuelvo a ver Sucedió una noche de Capra, y El apartamento, La picazón del séptimo año y Some like it hut de Billy Wilder, para gozar un mundo ante tamaño talento y para seguir intentando aprender algo de esos maestros de la comedia, de la creación de personajes únicos e inmortales, y sobre todo de la ternura. Me sigo admirando, conmoviendo y riendo con sus obras de arte.
-¿La telenovela, por dónde va?
-Pues va de maravilla. Aquí me tienes, fajada las 24 horas del día escribiendo Voltea pa que te enamores, feliz porque volteó y se enamoró un gentío. Es un trabajo delicioso porque me encanta lo que estoy contando, me fascina la dirección de Claudio Callao, la producción de Manuel Federico Grijalba y el elenco extraordinario con el que cuento.
-¿Dónde está su nueva pieza teatral?
-Pues en mí cabeza, esperando un huequito de tiempo para salirse. Pero estoy muy contenta porque el 15 de noviembre empieza en el Celarg mi taller “¿Cómo echar un cuento que va a ser visto?”, ya en su quinta edición. Como tú bien sabes es un taller eminentemente práctico, pues la idea es que los talleristas salgan con una obra debajo del brazo que compiten entre sí por un premio fabuloso que es el montaje. Este año les voy a proponer, en vez de una obra larga cada uno, obras cortas de 10 o 15 minutos cada una, para que con las mejores de ellos y una mía hacer un montaje conjunto, todas con el tema de la pareja en común. Lo hicimos hace tres años y el resultado fue excelente.
-¿Por fin, llegó al cine?
-Así es. Luego de más de diez años metida de cabeza en el teatro y la televisión, y de mis dos romances con la literatura, se filma un guión escrito por mí. Y es cómico, porque cuando estudiaba Comunicación Social, escogí la mención Audiovisual precisamente porque creía que mi pasión era el cine. De hecho, los cursos que hice fueron para guión cinematográfico, porque yo estudié con David Suárez (quien aparte de gran guionista era un extraordinario y generoso profesor), y con Jean Claude Carriere, en talleres de la Anac. Pero la vida le tiene a uno el camino como trazadito, y suele ser el camino correcto. Porque estoy muy orgullosa del guión de Mi vida por Sharon, y es sin duda el resultado de todo lo que aprendí echando cuentos que iban a ser vistos sobre las tablas o en la pantalla de los televisores.
-¿Qué hizo?
- David Suárez me decía que yo tenía madera, pero que los guionistas tenían que patear mucha calle con su guioncito debajo del brazo hasta conseguir un director que se los quisiera filmar, que jamás un director le tocaba la puerta a uno. Y Azpúrua tocó a mi puerta a pedirme que le escribiera esta historia, que es en rigor de su vida real. Lo que yo escribí es una versión de algo que a él le pasó. Claro, él me lo contó como algo trágico, profundo, incluso político, y yo no paraba de reírme, porque veía en su cuento una gran comedia. Y eso fue lo que le escribí una comedia detrás de la cual se dibuja una tragedia personal y nacional, profunda pero divertida, política pero absurda, muy parecida a lo que somos los venezolanos, que tendemos a reírnos de las tragedias que nos ocurren cotidianamente, como única manera de sobrevivir.
-¿Cómo se escribe para cine?
-Pues con muchas ganas de hacerlo. El trabajo del guionista es muy particular, extraordinariamente solitario e increíblemente desligado del resultado final que es la película. Al menos aquí en Venezuela, que una escribe en un momento, pero la película se filma años más tarde y se exhibe otros años más tarde aún. Además, es duro porque tienes que saber o aprender, que eres sólo una herramienta del director. Una herramienta imprescindible porque sin guión no hay manera de arrancar el proyecto ni de conseguir el financiamiento, pero luego la película es del director, solamente de él, y el guión es sólo eso, una base, nada más. Muy distinto del teatro o la televisión donde el texto es lo primordial y el escritor es el Autor con A mayúscula. Ahora, Mi vida por Sharon, fue para mí una experiencia maravillosa, de crecimiento, donde pude inventar unos personajes creíbles y queribles y escribirles un cuento que a mí me encanta, por lo que cuenta y por cómo está contado. Pero repito, lo que van a ver es de Azpúrua, su película, así es el cine.
-¿Cuáles son las premisas del guión?
- Mi vida por Sharon es una sabrosa comedia del absurdo, basada en la más estricta realidad venezolana. El protagonista Carlitos López, (Carlos Mata) es un héroe insólito, héroe porque es capaz de arriesgar su vida por lo que más quiere, insólito porque lo que más quiere en el mundo es su camioneta. Sharon no es una mujer sino una camioneta. Carlitos era el doctor López hace unos años, reconocido ingeniero, esposo de Pastora (Mimí Lazo) con quien tiene dos hijos. Pero lo va perdiendo todo, el trabajo, el estatus, la esposa, la familia y queda sólo con la camioneta, como único símbolo de lo que un día fue. Por eso cuando lo atracan es capaz de arriesgar su vida y el amor que le queda de sus seres querido, con tal de recuperar a Sharon… Carlitos es parecidísimo a una cantidad de hombres venezolanos y lo que aquí le pasa nos puede pasar a todos. Creo que la gente va a gozar un mundo por verse reflejada en ese espejo.
-¿Cómo se trabaja con un director como Carlos Azpúrua?
-A puños, jijiji… Con él uno nunca sabe si quererlo o matarlo. Es imposible trabajar con él sin quererlo mucho, y sin querer asesinarlo. En mi caso particular resulta que mí mamá lo quiere como a un hijo y por lo tanto vendría siendo como mi hermano mayor, uno de esos hermanos que te dicen gorda y tu le dices enano pero que se quieren mucho. Él confió en mí a pesar de que nunca había trabajado la comedia y yo no sé escribir sino comedias. Y yo me siento profundamente honrada de que un director al cual admiro como él, me haya pedido un guión. En definitiva fue maravilloso y terrible.
¿Qué pasó con el guión de El aplauso va por dentro,su exitoso monólogo que lleva diez años en escena?
-Pues lo que te digo. Que este año nuevamente Román Chalbaud lo introdujo en el CNAC a ver si esta vez el jurado lo aprueba. De ser así se filmaría en el 2007. Yo tengo esperanzas de que así sea, basadas en el éxito de la pieza original, en el talento extraordinario de Chalbaud y de la Lazo, quien por supuesto sería Valeria, y en el amor y la fidelidad del público por este texto que, diez años más tarde Mimí sigue representando a sala llena. Es realmente insólito que haya costado tanto que el CNAC nos apruebe esta película pero El aplauso va por dentro es así, Mimí y yo tuvimos que pasar por el rechazo de cuatro directores hasta que apareció Gerardo Blanco que lo montó y pasó lo que pasó y sigue pasando. A lo mejor con la película es igual, la rechazaron cuatro jurados del CNAC en años anteriores y a lo mejor este es el que le da el sí y pasa… por fin. Ojalá.
-¿Quiénes son sus cineastas favoritos en Venezuela y por qué los admira?
-Por razones obvias mi respuesta lógica sería Chalbaud y Azpúrua, pero la respuesta real es que yo admiro a todos los cineastas venezolanos por la tenacidad que tienen de ver sus sueños hechos realidad. Eso no es de ahora sino de siempre, desde el año 90 cuando cubría la fuente de cine nacional para el extinto El Diario de Caracas, los entrevisté a todos y aprendí a quererlos y admirarlos a todos, sentimiento que en mí sigue igual.
-¿Quienes son sus cineastas mundiales y por qué?
-Pues, mis cineastas favoritos del mundo son Frank Capra y Billy Wilder, cada vez que puedo vuelvo a ver Sucedió una noche de Capra, y El apartamento, La picazón del séptimo año y Some like it hut de Billy Wilder, para gozar un mundo ante tamaño talento y para seguir intentando aprender algo de esos maestros de la comedia, de la creación de personajes únicos e inmortales, y sobre todo de la ternura. Me sigo admirando, conmoviendo y riendo con sus obras de arte.
-¿La telenovela, por dónde va?
-Pues va de maravilla. Aquí me tienes, fajada las 24 horas del día escribiendo Voltea pa que te enamores, feliz porque volteó y se enamoró un gentío. Es un trabajo delicioso porque me encanta lo que estoy contando, me fascina la dirección de Claudio Callao, la producción de Manuel Federico Grijalba y el elenco extraordinario con el que cuento.
-¿Dónde está su nueva pieza teatral?
-Pues en mí cabeza, esperando un huequito de tiempo para salirse. Pero estoy muy contenta porque el 15 de noviembre empieza en el Celarg mi taller “¿Cómo echar un cuento que va a ser visto?”, ya en su quinta edición. Como tú bien sabes es un taller eminentemente práctico, pues la idea es que los talleristas salgan con una obra debajo del brazo que compiten entre sí por un premio fabuloso que es el montaje. Este año les voy a proponer, en vez de una obra larga cada uno, obras cortas de 10 o 15 minutos cada una, para que con las mejores de ellos y una mía hacer un montaje conjunto, todas con el tema de la pareja en común. Lo hicimos hace tres años y el resultado fue excelente.
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