miércoles, noviembre 29, 2006

Septimo Piso, el mejor grupo joven venezolano

A 13 años de la desaparición del director y promotor teatral Carlos Giménez, ya se puede decir que si hay una generación de relevo, la cual, tímidamente, está ocupando las carteleras, bien sea con espectáculos comerciales, como Brujas, o de atrevida búsqueda artística, tal es el caso de Caricias. Destaca en ese selecto conjunto de nuevos creadores la agrupación Séptimo Piso, liderizada por Dairo Piñeres (Caracas, 20 de febrero de 1975).
Hemos visto todos los espectáculos de Séptimo Piso y podemos dar fe que es un colectivo de jóvenes ambiciosos y en tránsito hacia su capacitación artística. Sus miembros estudiaron o aún están en el Instituto Universitario de Teatro o en otras escuelas. Es una camada de teatreros que sí descubrió y aceptó la importancia de la academia para adquirir y ordenar conocimientos, pero al mismo tiempo se ha volcado a la práctica escénica, como la única vía para el aprendizaje perpetuo.
Desde que comenzó, Piñeres ha demostrado talento como director de escena y de actores, y una especial conducta para aglutinar en su entorno a una siempre fresca juventud ambiciosa de trabajar en roles atrevidos. Así ha sido desde que debutó la agrupación Séptimo Piso (22 de junio de 1995) con sus espectáculos Golpes a mi puerta y Credit-Bill. Se convirtió en la solitaria cabeza de un entusiasta movimiento juvenil integrado por estudiantes de los diversos institutos actorales caraqueños. Todos ellos, y los que se agregaron después, se propusieron una meta: llegar a las salas del Ateneo de Caracas, por ser escenarios respetables, gracias a toda la performance creativa de Giménez y otros grandes directores de los años 70, 80 y 90 del siglo XX. Y es ahora, cuando llevan una veintena de producciones y han sorteado insólitos obstáculos o alcabalas creadas por “la verde envidia”, que pueden saborean las mieles del éxito, como lo lograron con su espectáculo Caricias.
Personaje
Piñeres es fundamentalmente un creador escénico, pero sin descuidar a los actores. No utiliza maquinas ni siquiera las parrillas de una sala convencional de teatro. Lo suyo es un actor o una actriz y el movimiento que él logre asignarle a sus tareas escénicas exteriores e interiores también. Es de los que dirige o ayuda a que estos obtengan los personajes marcados. Logra materializar atmósferas con un mínimo de luces y compone escenas a partir del ritmo interno de textos y personajes. Sí se apuntala en las didascalias originales, pero las altera, las recrea o las mejora. Tiene un toque de gourmet, por así decirlo, para las rupturas de la situaciones, y consigue, siempre, un endemoniado ritmo escénico general, llegando incluso a exagerar con los desplazamientos veloces, cual si fuese un espectáculo eminentemente coreográfico. ¡Así está desarrollando su poética, que lo diferencia de los demás!
Es tal la frecuencia y el éxito de público con sus espectáculos, que sus colegas se han molestado públicamente porque exhibe más de tres producciones al año, cual si fuese un fabricante de salchichas.
Él no rechaza las ofertas que le hacen otras agrupaciones o actores, quienes lo buscan porque les gusta lo que él hace y porque demuestra calidad y, además, no hay otro como él para crear y conseguir un montaje màs que digno.
Su definitivo arranque, cuando de verdad atrapó las miradas del público y distrajo el aburrimiento de los críticos, fue cuando se dedicó de lleno a montar una trilogía de Enrique Jardiel Poncela (Madrid, 15 de octubre de 1901-18 de febrero de 1952). Se propuso rescatar para la cultura teatral venezolana los valores de ese comediógrafo, inventor de la nueva comedia hispana, pero que fue aplastado por los años obscuros del franquismo porque su teatro no era nada complaciente ni cantaba a las supuestas glorias de una sociedad que no se quería ver en el espejo.
Se propuso hacerle un homenaje con el montaje de una trilogía que él mismo se impuso. Y por eso escogió y escenificó a Tú y yo somos tres, la saga de un matrimonio a distancia y el problema que se arma cuando descubren que el marido está unido a su hermano, son siameses; después hizo Los ladrones somos gente honrada, picante parábola sobre los disfraces internos y externos de una sociedad, y cerró Usted tiene ojos de mujer fatal..., un espectáculo muy audaz pero que no estuvo a la altura de los dos anteriores, por cansancio del elenco.
Piñeres hizo ese singular homenaje para el escritor español, porque el amor constituye el tema ineludible en sus obras. “Amor y humor sirven a Jardiel Poncela para comunicar su visión pesimista del mundo, la amargura de las relaciones amorosas, su desilusión ante la vida. El resultado es una creación literaria única y singular en la literatura española. Y como reza su epitafio: Si queréis los mayores elogios, moríos”, nos dijo en una conversación.
Ahora, al cumplir sus primeros 11 años de labores sin parar, Séptimo Piso se dedicó de lleno a su montajes Caricias, sin lugar a dudas es el màs depurado trabajo que le hayamos visto jamás, y dentro de la misma línea de creación que reveló cuando escenificó Hombres, en la temporada del 2000.Otro momento clave para la institución.
DE GENÉ A BELBEL
En 11 años de labores, Séptimo piso ha escenificado estos textos:
- Golpes a mi puerta, de Juan Carlos Gene; Los entremeses, de Cervantes; Credit Bill, versión libre de Los intereses creados, de Jacinto Benavente; La lección, de Eugene Ionesco; El burgués gentilhombre, de Moliere; Las criadas, de Jean Genet; Tristán y Margarita, de Rubén Martínez; Bufonerías, de Alfonso Zurro; En la cama con Darío, de Darío Fo y Franca Rama; Hombres, de Sergi Belbel; La Zurrada, selección de piezas cortas de A. Zurro. Crónicas desquiciadas, de Indira Páez; Noche de mambo, versión libre de Noche de Reyes, de Shakespeare; La cantante calva, de Eugene Ionesco; Tu y yo somos tres, Usted tiene ojos de mujer fatal y Los ladrones somos gente honrada, de Enrique Jardiel Poncela; Primero muerta que bañada en sangre, de Indira Páez; Los crímenes, de Edgar Allan Poe; Juntos pero separados, de Darío Fo; Los dos hidalgos de Verona, de Shakespeare ; El Quijote está en la calle, de Humberto Orsini; Crónicas desquiciadas 2005 y durante el 2006 presentaron Caricias, de Sergi Belbel.
Y para el 2007 se preparan con Esperando a Godot.

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