Gracias a los Festivales Internacionales de Teatro que Carlos Giménez y Giorgio Ursini presentaron hasta 1992, miles de venezolanos pudieron ver lo mejor que se exhibía en los escenarios de Europa y América. Eso mejoró el gusto a espectadores y críticos, aunque algunos de ellos optaron por viajar a Nueva York, Buenos Aires y Madrid, para completar el menú de sus pasiones estéticas. Después -desgraciadamente por La Parca y otros inconvenientes- los FIT decayeron y vino una sombría época que aún no ha desaparecido.
Recordamos esto, tras haber visto la promocionada “visita corta” del artista español, nacido en Buenos Aires hace 43 años, Rodrigo Garcia y su grupo La Carnicería Teatro, con su espectáculo Borges+Goya, que se presentó el 1 y 2 de noviembre en la sala de la Asociación Cultural Humboldt, la cual a buena hora ha sido reabierta.
Borges+Goya no es otra cosa que dos monólogos con apoyos audiovisuales. Admitimos que prometían ser creaciones estéticas, por aludir al ciego escritor argentino y al gran casanova y pintor que retrató como nadie los horrores de las guerras imperialistas, y por provenir de allende las fronteras del Atlántico y parte del Mediterráneo. Pero no fue así, aunque ya en las críticas y en los materiales de prensa, encontramos elementos que advertían la debilidad de los textos y la pobreza de los espectáculos como tal. No obstante, esperábamos que en la escena se viera y se pudiera evaluar aquello, porque las artes en general no necesitan ser explicadas con notas de prensa, ya que ellas tienen su lenguaje propio para llegar al público y recibir aplausos o repudios correspondientes.
Y así fue: Borges es la historia íntima de alguien que no pudo contactar al escritor y por esa razón le recrimina su actitud de no romper con las dictaduras argentinas de los años 70 y parte de los 80; mientras que Goya es la histérica conducta de un fanático del fútbol español que trata de imponerle a sus hijos la cultura pictórica tradicional, mientras que ellos prefieren disfrutar el circo del emporio Disney. Sin lugar a dudas que los conceptos de ambos unipersonales son atractivos y con total vigencia aquí en América Latina, este subcontinente donde todo está aún por verse y donde hasta la revolución francesa aún no ha llegado, pero lo realizado es pobre y hasta carente de imaginación, porque utilizar materiales audiovisuales de mediocre calidad técnica y con materiales ordinarios para “rellenar” el tiempo del espectáculo denota pobreza artística y un tanto de viveza, como sucede siempre que las imágenes, los gestos y los lenguajes procases se utiliza para asustar a “burgueses” y preadolescentes.
En resumen, Borges+Goya carece de una realización escénica más depurada y con mayores ambiciones estéticas. Tenía temas como el compromiso del intelectual y la alineación del mercantilismo, pero se quedó en el mero planteamiento, teniendo además calificados actores como Juan Lorente y Nicolás Bouchaud.
Los espectáculos de los teatreros de la segunda entrega de Crea Joven 2007 son más audaces, más creativos y desacralizadores que lo exhibido por La Carnicería Teatro. En síntesis:no todo lo que viene de afuera es mejor que lo que aquí se hace, lo que pasa con el teatro criollo es que no no tiene optimos aparatos de promoción y buena parte de los teatreros no creen en lo que hacen y tratan, casi siempre, de copiar lo foráneo, como lo denuncia la crítica Marta Traba con respecto a las artes plásticas,hace ya varias décadas.
Recordamos esto, tras haber visto la promocionada “visita corta” del artista español, nacido en Buenos Aires hace 43 años, Rodrigo Garcia y su grupo La Carnicería Teatro, con su espectáculo Borges+Goya, que se presentó el 1 y 2 de noviembre en la sala de la Asociación Cultural Humboldt, la cual a buena hora ha sido reabierta.
Borges+Goya no es otra cosa que dos monólogos con apoyos audiovisuales. Admitimos que prometían ser creaciones estéticas, por aludir al ciego escritor argentino y al gran casanova y pintor que retrató como nadie los horrores de las guerras imperialistas, y por provenir de allende las fronteras del Atlántico y parte del Mediterráneo. Pero no fue así, aunque ya en las críticas y en los materiales de prensa, encontramos elementos que advertían la debilidad de los textos y la pobreza de los espectáculos como tal. No obstante, esperábamos que en la escena se viera y se pudiera evaluar aquello, porque las artes en general no necesitan ser explicadas con notas de prensa, ya que ellas tienen su lenguaje propio para llegar al público y recibir aplausos o repudios correspondientes.
Y así fue: Borges es la historia íntima de alguien que no pudo contactar al escritor y por esa razón le recrimina su actitud de no romper con las dictaduras argentinas de los años 70 y parte de los 80; mientras que Goya es la histérica conducta de un fanático del fútbol español que trata de imponerle a sus hijos la cultura pictórica tradicional, mientras que ellos prefieren disfrutar el circo del emporio Disney. Sin lugar a dudas que los conceptos de ambos unipersonales son atractivos y con total vigencia aquí en América Latina, este subcontinente donde todo está aún por verse y donde hasta la revolución francesa aún no ha llegado, pero lo realizado es pobre y hasta carente de imaginación, porque utilizar materiales audiovisuales de mediocre calidad técnica y con materiales ordinarios para “rellenar” el tiempo del espectáculo denota pobreza artística y un tanto de viveza, como sucede siempre que las imágenes, los gestos y los lenguajes procases se utiliza para asustar a “burgueses” y preadolescentes.
En resumen, Borges+Goya carece de una realización escénica más depurada y con mayores ambiciones estéticas. Tenía temas como el compromiso del intelectual y la alineación del mercantilismo, pero se quedó en el mero planteamiento, teniendo además calificados actores como Juan Lorente y Nicolás Bouchaud.
Los espectáculos de los teatreros de la segunda entrega de Crea Joven 2007 son más audaces, más creativos y desacralizadores que lo exhibido por La Carnicería Teatro. En síntesis:no todo lo que viene de afuera es mejor que lo que aquí se hace, lo que pasa con el teatro criollo es que no no tiene optimos aparatos de promoción y buena parte de los teatreros no creen en lo que hacen y tratan, casi siempre, de copiar lo foráneo, como lo denuncia la crítica Marta Traba con respecto a las artes plásticas,hace ya varias décadas.
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