Gracias al ajedrecístico juego con la programación de la sala Escena 8 hay ahora dos noches más para el teatro de experimentación, una alternativa ante los otros que se expenden en esta Caracas del 2012. Eso se debe a la preocupación del gerente José Manuel Ascensao porque los teatreros no mediáticos carecen de espacios donde mostrar sus trabajos artísticos. Y ha comenzado con la temporada, únicamente miércoles y jueves, hasta el 29 de marzo, de Sólo sé de mí, estremecedor poema teatral de Virginia Aponte basado en fragmentos de la vida y obra de Hannah Arendt; legendaria judía filósofa, amante del gran pensador Martín Heidegger, católico y pronazi; ella enseñó, entre otras cosas, que la única cura o antídoto contra la soledad es la amistad.
Hannah Arendt ya había debutado en el caraqueño teatro Humboldt, durante la temporada 2011, gracias a la correcta pieza Un informe sobre la banalidad del mal, del argentino Mario Diament, puesta en escena por Luigi Sciamanna, quien además actuó junto a Mariaca Semprún. Espectáculo sobrio y bien representado sobre las vicisitudes amatorias de la joven alumna y su profesor Heidegger.
El espectáculo con la Hannah de la venezolana Virginia -inicia los festejos de los 20 años de Agoteatro, valiosa agrupación vinculada a la UCAB- sin dejar de lado los patéticos romances de los filósofos, en medio del exterminio de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, permite un digestivo paseo por el pensamiento de una mujer que no sólo indagó sobre el amor, sino que también lo vivió y sufrió hasta la saciedad para llegar a la síntesis de como ese amor personal o individual deberá transformarse en un “amor mundi”, su amor al mundo, un amor total, un amor que justifica incluso a la vida misma.¿Tendrá esto que ver con aquel “Amaos los unos a los otros”, que se le atribuye a Jesús de Nazaret?
La Hannah caraqueña no da respuestas, pero si deja múltiples interrogantes que cada espectador debe responderse a su manera o con sus vivencias, como cuando dice: ¿por qué es el amor tan rico, superando todas las dimensiones de las otras posibilidades humanas, y por qué supone una carga dulce para aquellos a quienes afecta? Y recomienda que el amor no debe ser únicamente pasión, sino incluso razón de vida.
No es el espectáculo de Sólo sé de mí una coreografía rumbosa. Nada de eso. Es una especie de juicio o ejemplar entrevista periodística a Hannah Arendt, que le hace la reportera Mary McCarthy para evocar la ausencia de su amiga y en cinco estadios o situaciones plasma lo que ella considera más importante o vital. Y todo esto tiene como cortina musical a la perfecta interpretación que hace Sofía Barreto de la partitura What greater griete de Tobías Hume (siglo XVII) para viola da gamba.
Gracias a cuatro actores se aprehenden las creencias y fracasos de otros conmovedores seres humanos que descubrieron sus creencias y sus fracasos hasta plasmar cada uno su ser y su tiempo. Ellos son Lucrecia Baldasarre como Hannah Arendt, Wilfredo García es Martín Heidegger, Carlos Domínguez materializa a Heinrich Blücher, y Andreína Gómez-Orellana es Mary McCarthy, la gran amiga de Hannah.
Ellos nos permiten escuchar y sumergirnos en el análisis de razonamientos, como cuando Hannah expresa que “según el pensamiento de Agustín de Hipona el propósito de la creación del hombre era hacer posible un comienzo…la capacidad misma de comenzar se enraíza en la natalidad, no se trata de un don el nacer, se trata de el hecho de que los seres humanos, los nuevos hombres aparecen una y otra vez en el mundo en virtud del nacimiento”.
Hannah subraya que está plenamente consciente “de que este razonamiento, incluso en la versión agustiniana, es hasta cierto punto opaco y que parece no decirnos más que estamos condenados a ser libres por el hecho de haber nacido, sin importar si nos gusta la libertad o si abominamos de su arbitrariedad, si nos complace o si preferimos escapar a su espantosa responsabilidad adoptando alguna suerte de fatalismo. Este impasse, si es tal, solo puede ser solucionado o deshecho apelando a otra facultad espiritual, tan misteriosa como la facultad de comenzar: la facultad del juicio”.
Por supuesto que Sólo sé de mi es un ágil y delicado espectáculo teatral centrado en el pensamiento revolucionario de una judía que no solo amó a un católico filonazi, sino que además dejó escuela de pensamiento, controversial además, como cuando propala que “el amor, no es de este mundo y por esta razón, más que por infrecuencia, es no sólo apolítico, sino antipolítico, quizá la más poderosa de todas de las fuerzas humanas antipolíticas”.
Y como colofón hay que subrayar la brevedad escénica de este evento poético filosófico el cual, reiterámos, lanza una batería de propuestas al público interesado en el principio y el fin del amor. Un respetable trabajo asumido de principio a fin por Virginia Aponte y su equipo, todos apasionados por la ciencia del pensamiento legada por Hannah Arendt. Y además creemos que debería ser complementado con foros o charlas sobre la pareja protagónica y lo que significa para el pensamiento filosófico actual.
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