El 30 de marzo cumplía 52 años pero este martes 13 hace su mutis en el Cementerio Santa Elena, de Punto Fijo. Lo sobrevive su unigénita Muriel y una larga historia de valiosos trabajos actorales para el teatro, la televisión y el cine venezolanos. Era el respetable y versátil histrión Germán Narciso Mendieta Díaz,quien había comenzado sus preparación para el arte escénico en la Escuela Andrés Bello, de Coro, pero su casting de entrada al teatro caraqueño lo hizo en Duaca al participar en la obra Nuestro padre Drácula de Rodolfo Santana, dirigido por Juan José Lugo, el 26 de noviembre de 1976.
Tras instalarse en Caracas, hacia 1977, y estudiar en la Escuela Superior Juana Sujo, Germán hizo su mejor aprendizaje con el Rajatabla de Carlos Giménez, donde asumió roles vitales, como ser protagonista del espectáculo El coronel no tiene quien le escriba, al sustituir a Pepe Tejera, entre otros. Y porque era leal y consecuente, se fue de gira varias veces con el Rajatabla de Francisco Alfaro, llevando hacia escenarios argentinos y dominicanos la comedia dramática Trastos viejos de Javier Vidal, que les había montado José Domínguez, siendo ese una de sus más memorables caracterizaciones.
Pero Mendieta siempre quiso crear espectáculos y disfrutar así las artes escénicas desde la silla del director y para ello nada mejor que generarlo con alumnos del Taller Nacional de Teatro de Rajatabla. Ahí, a lo largo de la primera década de esta crispada centuria, montó piezas como El peligroso encanto de la ociosidad de Gilberto Pinto, El rey Momo de José Domínguez, El maleficio de la mariposa de Federico García Lorca, De melocotón a rojo alucinante y Pechos de niña de Romano Rodríguez y Soy García de Luis García Arau y Javier García Yague. En silencio, sin fanfarrias, aprendiendo de los aciertos y cuidando no repetir los mismos errores, había avanzado, siempre con discreción para no suscitar verdes envidias.
Y en la temporada 2010, en homenaje al amigo que “se fue de gira”, Ricardo Lombardi, buscó el texto El marinero del poeta lusitano Fernando Pessoa (1888/1935), al cual precisamente, en la década de los 80, le había dado vida escénica. “Su espectáculo me quedó en la memoria y ahora para acentuar esa saudade, se lo propuse a Carmen Jiménez, directora del Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas, como reto singular para Cristina Klatt, Karla Fermín y Olivia Parra, ex alumnas de Horacio Peterson. No fue fácil, algunos tropiezos nos retrasaron seis meses, pero nos armamos de valor, talento y ganas de hacer las cosas. Mi lucha ha sido para que las actrices cada día sean más perfectas, dedicadas al oficio y cuyo norte sea la disciplina. En mi rol de director no dejo de ser actor, porque es muy difícil como artista separar esos dos estadios de la creación teatral. Y aquí, en este drama poético, muy existencial además, la palabra es la protagonista”, nos declaró en aquella ocasión.
El marinero (1913), único texto teatral completo de Pessoa, es considerado una obra filosófica escrita con elevado lenguaje y que péndula entre ser poesía dramática o drama estático. El director Mendieta se movió, inteligentemente, entre esos extremos y buscó un punto neutral para no afectar al público y dejar bien clara la historia de tres doncellas que velan el cadáver de una cuarta en un castillo, al tiempo que reflexionan sobre la identidad y si es más real lo vivido que lo soñado. ¿Shakespeare o Calderón de la Barca?
Era filosofía y no otra cosa lo que los personajes decían de manera conmovedora, sin caer en cursilerías, porque era bien dirigida esa tripleta de actrices, que deben ser inigualables en comedias molierescas o quizás de autores contemporáneos. Fue, pues, un espectáculo para reflexionar sobre la muerte como prolongación obligatoria de la vida. Esa cita que todos cumplimos inexorablemente.
De Germñan hay que subrayar que fueron numerosas sus actuaciones teatrales y más recientemente en el cine nacional. Sus colegas, amigos y la familia, la elegida y la sanguínea, no lo podrán olvidar jamás, especialmente por su resistencia ante las enfermedades que lo acosaron.
Ojalá que las circunstancias de su muerte generen una serie de reacciones inteligentes sobre la condiciòn del artista venezolano, pero las primeras propuestas tienen que salir del conglomerado de los hacedores de la cultura nacional y llevadas ante las autoridades respectivas,quienes esperan que los colectivos se pronuncien.
Ojalá que las circunstancias de su muerte generen una serie de reacciones inteligentes sobre la condiciòn del artista venezolano, pero las primeras propuestas tienen que salir del conglomerado de los hacedores de la cultura nacional y llevadas ante las autoridades respectivas,quienes esperan que los colectivos se pronuncien.
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