sábado, marzo 17, 2012

Karl Marx en Caracas


 La barquisimetana Gennys Pérez (27 de febrero de 1969) se topó en una acera caraqueña con el alemán Karl Marx y lo secuestro para su apartamento. Dos años más tarde, el coautor del Manifiesto Comunista y padre de El capital la ayudó a ganar el primer premio del Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora 2006, organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, con la pieza Yo soy Carlos Marx.
A seis años de tal suceso y tras un caribeño escándalo mediático, y cuando su unigénito Néstor Antonio Pérez cumple 20 años, Gennys ahora consagrada como directora y con el profesional apoyo de los actores Karl Hoffmann y Flor Elena González, ha logrado mostrar muy bien, en el Espacio Plural del teatro Trasnocho, su atrevida pieza. La cual es un verdadera piedrita en el zapato de todos aquellos que no digieren correctamente las teorías marxistas y se alienan de tal manera que se creen la reencarnación de ese judío que desató la más profunda revolución social del siglo XX y obligó a todos los intelectuales burgueses y revolucionarios a repensar sus metodologías y las teorías filosóficas sobre la riqueza de las naciones y las relaciones de dominación de las clases sociales.
Yo soy Carlos Marx es una historia de amor convencional y burgués entre “el padre del comunismo” y su esposa Jenny, quienes moran ahora en una alcantarilla de Caracas, en este caso, porque están encarnados por un matrimonio de excluidos (Carlos Márquez y Jenny Castro), que piensan y se asumen como intelectuales revolucionarios pero son indigentes. Es una pieza que se desplaza en dos planos: uno real y asqueante ante la miseria de los personajes y otra surrealista porque es una pareja de chiflados delirantes que se asumen como el matrimonio de Karl y Jenny von Westphalen de Marx.
No es un teatro panfletario sobre el comunismo como tal, sino sobre el fracaso del idealismo, más no del humanismo. Un texto amoroso que rescata al hombre, no al discurso político, sino al hombre y su humanidad, como bien lo ha dicho y lo demuestra en la escena la autora.
Para nosotros es una pieza respetuosa de los seres humanos que fueron Marx y Jenny, a quienes reviven dignamente y los muestran los cuerpos de los criollos Carlos y Jenny, tratando de sobrevivir en medio de inhóspitas circunstancias y con la violencia que amenaza romper e incinerar los recovecos donde sobreviven.
Es un teatro para pensar exhaustivamente sobre la verdad de lo que dicen y sufren esos cuatro personajes y además, más allá de lo ideológico, hay que exaltar el gran talento histriónico de Hoffmann al materializar la avasalladora humanidad del legendario Marx y reconocer el correcto trabajo de soporte de Flor Elena. Una hermosa pareja de cómicos, quienes a buena hora están apuntalando a esa rebelde que es Gennys Pérez, la feliz madre soltera e inteligente escritora de teatro y telenovelas, quien no niega su admiración por  Carlos Marx.


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