La barquisimetana Gennys Pérez
(27 de febrero de 1969) se topó en una acera caraqueña con el alemán Karl Marx
y lo secuestro para su apartamento. Dos años más tarde, el coautor del Manifiesto Comunista y padre de El capital la ayudó a ganar el primer
premio del Concurso Nacional de Creación Contemporánea y Dramaturgia Innovadora
2006, organizado por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura , con la pieza Yo soy Carlos Marx.
A seis años de tal suceso y tras un caribeño escándalo
mediático, y cuando su unigénito Néstor Antonio Pérez cumple 20 años, Gennys
ahora consagrada como directora y con el profesional apoyo de los actores Karl
Hoffmann y Flor Elena González, ha logrado mostrar muy bien, en el Espacio Plural
del teatro Trasnocho, su atrevida pieza. La cual es un verdadera piedrita en el
zapato de todos aquellos que no digieren correctamente las teorías marxistas y
se alienan de tal manera que se creen la reencarnación de ese judío que desató
la más profunda revolución social del siglo XX y obligó a todos los
intelectuales burgueses y revolucionarios a repensar sus metodologías y las teorías
filosóficas sobre la riqueza de las naciones y las relaciones de dominación de
las clases sociales.
Yo soy Carlos Marx es una historia de amor convencional y
burgués entre “el padre del comunismo” y su esposa Jenny, quienes moran ahora en
una alcantarilla de Caracas, en este caso, porque están encarnados por un
matrimonio de excluidos (Carlos Márquez y Jenny Castro), que piensan y se
asumen como intelectuales revolucionarios pero son indigentes. Es una pieza que
se desplaza en dos planos: uno real y asqueante ante la miseria de los
personajes y otra surrealista porque es una pareja de chiflados delirantes que
se asumen como el matrimonio de Karl y Jenny von Westphalen de Marx.
No es un teatro panfletario sobre el comunismo como tal, sino sobre el
fracaso del idealismo, más no del humanismo. Un texto amoroso que rescata al
hombre, no al discurso político, sino al hombre y su humanidad, como bien lo ha
dicho y lo demuestra en la escena la autora.
Para nosotros es una pieza respetuosa de los seres humanos que fueron
Marx y Jenny, a quienes reviven dignamente y los muestran los cuerpos de los
criollos Carlos y Jenny, tratando de sobrevivir en medio de inhóspitas
circunstancias y con la violencia que amenaza romper e incinerar los recovecos
donde sobreviven.
Es un teatro para pensar exhaustivamente sobre la verdad de lo que dicen
y sufren esos cuatro personajes y además, más allá de lo ideológico, hay que exaltar
el gran talento histriónico de Hoffmann al materializar la avasalladora
humanidad del legendario Marx y reconocer el correcto trabajo de soporte de
Flor Elena. Una hermosa pareja de cómicos, quienes a buena hora están apuntalando
a esa rebelde que es Gennys Pérez, la feliz madre soltera e inteligente
escritora de teatro y telenovelas, quien no niega su admiración por Carlos Marx.
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