Hay
fiesta en el teatro venezolano, aún en medio del duelo por los mutis de sus
autores y actores. Y la alegría que se palma, a pesar de las ausencias, es
porque otro criollo, nacido en Ciudad Bolívar (1958) logra ver en un escenario
caraqueño a una de sus piezas más desgarradas, y porque Isaac Chocrón (1930-2011),
Francisco Alfaro (1950-2011) y Germán Mendieta (1960-2012) serían los primeros
en festejar ese estreno que fortalece el desarrollo de una dramaturgia hondamente
comprometida con la incesante búsqueda del amor, ese alimento infaltable para
la felicidad. Y ellos, precisamente ellos, fueron luchadores por y para eso que
solo justifica la vida misma.
Nos referimos a José Simón Escalona Acosta -actor,
director, dramaturgo, gerente y productor teatral, además de destacado guionista
y productor exitoso de telenovelas- cuyo texto De todas todas (2007) llega a la
sala Escena 8 el próximo 22 de marzo, gracias a la dirección y las actuaciones de
Javier Vidal y Gonzalo Velutini y Nacho Huett, respectivamente, y por
intermedio de la producción del grupo Theja.
De
todas todas, según palabras del propio autor, permite, otra vez más, la dramatización
del mito de Pigmalión, pero en esta ocasión la Galatea es un joven
muchacho, porque es una especie de chispeante melodrama sobre temática
homosexual, un texto serio como solo lo habría escrito Chocrón, el mismo de La revolución
(1971), La máxima felicidad (1975) y Escrito y sellado (1993), obras
insuperables hasta ahora.
Escalona
Acosta, quien se asume como alumno de Chocrón, plasma en De todas todas como el personaje “Señor” revela, en medio de
los preparativos de una cena para conocer a la posible nueva contrincante, el
amor furtivo, secreto, escurridizo e imposible, que él mantiene, desde hace 10
años, con aquel “Joven”, el segundo
personaje
-¿Otra pieza sobre la
temática gay?
-No
la definiría así, tan taxativamente, más bien diría que es una reflexión que
propongo al público sobre el amor, sobre esa maravillosa relación que todos los
seres humanos conocemos, pero que ahí, en mi pieza, habita en cuerpos
masculinos y no en las tradicionales parejas heterosexuales, porque es la
audiencia quien debe responderla o seguir interrogándola sobre la identidad y
la ética de la convivencia. No es, por supuesto, para homofóbicos ni nada
parecido.
-¿Por qué De todas todas?
-Estoy
escribiendo teatro desde 1977 cuando debuté con El último grito de las ánimas. Hasta
2009 con Ejecutivas había entregado una docena de textos. Y sobre la temática
gay, como has preguntado, llevo cinco: Cuatro esquinas (1979),Marilyn, la
última pasión (1983), Jav y Jos (1985), A María Queras la llaman Mari (1999) y
De todas todas (2009). Son 11 piezas las que he visto representadas hasta
ahora.
-¿Qué pasa con De todas
todas?
-De
todas todas pertenece a “La trilogía de las expectativas”, a la cual, mi amigo Javier
Vidal, llama “La trilogía de las esperanzas”. Él así les da un cierto sentido más
espiritual. Cuando hablo de expectativas es por que soy más terrenal, más
discreto con todo lo que tiene que ver con la vida humana y su cotidianidad. Él
les da un sentido de trascendencia con la palabra esperanza, lo cual se lo
agradezco infinitamente, pero en la realidad, para mi, las expectativas son
formas de esperanzas, quizás un poco menos sublime.
-¿Hace énfasis en el amor y
no tanto en el sexo?
-Creo
que la forma de amor que propongo en De todas todas es importante que la comprenda
todo el mundo, o sea los espectadores, y no solamente las parejas homosexuales
o los gays solitarios. De alguna manera le digo a los gays que dentro de sus
relaciones de pareja debe haber una conexión o una forma de amor que a veces
trasciende o debe trascender lo sexual. Y eso hay que explicarlo bien y hacerlo
entender, porque es muy fácil decir que a los 60 años debes seguir enamorado y
seguir amando y que ese amor hay que seguirlo alimentando diariamente, porque
cuando se envejece no se puede quedar sin amor, y esto también es con los
heterosexuales.
-¿No da respuestas, hace
propuestas?
-Sí,
lo que hago es plantear una serie de incógnitas que estremecen al público y los
obliga a encontrar salidas o respuestas, sino lo hacen de inmediato quedan
picados o preocupados. El amor no termina a los 60 y lo muestra una pareja tan
extraña como la que plasmo en De todas todas y no es un asunto social, no es un
asunto que tiene que ver con las clases o con la marginalidad, ni tampoco con
la homosexualidad o con el no reconocimiento o aceptación o con estar afuera o
dentro del closet. No tiene nada que ver con eso, sino que al gay no le deben
importar los demás sino que la aceptación comienza con el mismo gay.
Expectativas o esperanzas
Escalona,
de fácil verbo didáctico, advierte que “básicamente lo que trato de demostrar
con mi trilogía es que hay distintos tipos de relaciones o de formas de amar.
En el principio de mi trilogía, De todo corazón (1995) es básicamente una
reunión de corazón de dos personas que fueron amigas, tenían relaciones
sexuales, y cuando están en la crisis de los 40 años, después de separarse de
sus parejas heterosexuales, se reencuentran en esa crisis, una crisis que es una expectativa, por eso llega
De todos modos (2003), sobre una mujer en los 40 años que pretende crear un
monstruo con los dos amantes que ha convocado, pero como no los puede sumar,
decide jugarse todo a esa suerte con una relación con esos dos muchachos, para
satisfacer una parte de la relación, en lo sexual al menos, y ahora tenemos en
escena a De todas todas donde lo que se busca es la compañía, pero aquí hay una
relación que es una forma de amor. Lo lindo de esta pieza es que es el
personaje “Señor” está convencido que tiene una relación profunda, tanto de
amor como de sexo con “Joven”, mientras que este piensa que tiene una
extraordinaria relación con “Señor” desde lo que este ha significado para su
vida hasta llegar a ser lo que es hoy, pero sus expectativas sexuales son
distintas a las de “Señor”. Ahora “Joven” se quiere casar y tener hijos, porque
él, como lo explica a lo largo de la obra, no es gay. Sin darse cuenta que si
quiere tener un futuro con esa relación, él ya es un gay porque se siente
plenamente satisfecho por su relación con “Señor”. Y lo más interesante de esta
obra es que el espectador o el público o la audiencia no saben ¿dónde termina
la verdad y donde comienza la mentira? ¿Será que “Joven” no quiere reconocerse
como homosexual? ¿Será una verdad o una mentira? ¿Será verdad que “Señor” tiene
una relación sexual tan profunda con “Joven”, o la verdad es que su relación es
solamente espiritual por la necesidad de compañía?
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