Es caraqueño y recién
cumplió 32 años. Todavía no se ha comprado una poderosa camioneta blindada y por
eso se desplaza muy cómodamente en una vistosa y moderna motocicleta amarilla. El
dice no tener miedo, a pesar que su trabajo es casi siempre nocturno. Es Alberto
Noguera, gerente artístico de El Teatro Bar, ubicado en una bifronte avenida de
la urbanización Las Mercedes, el sitio más famoso de las rumbas caraqueñas,
donde además hay una permanente actividad teatral a lo largo de todas las
semanas.
Noguera, quien aun no ha
presentado la tesis para graduarse como Licenciado en Teatro en la
Universidad Nacional Experimental de las
Artes (Uneartes), cuenta que El Teatro Bar “arrancó a funcionar hacia el 20 de
octubre de 2008; nació de una necesidad existencial que atormentaba a seis
rockeros quienes se morían de las ganas por
tener en exclusividad un bar para hacer sus conciertos o presentaciones;
ellos se asociaron con dos empresarios del ramo y comenzó a funcionar, pero su
lanzamiento en grande, como sala para espectáculos teatrales, fue en septiembre
de 2009, cuando Mimí Lazo Producciones presento su espectáculo A 2,50 la cubalibre, una pieza hiperrealista
de Ibrahim Guerra que dirigió Luis Fernández. A ese montaje le fue muy bien de
taquilla y se convirtió en todo un acontecimiento artístico y social; después
se lo llevaron para otro bar en un mall de Las Mercedes y ahora están en un
espacio bohemio de Altamira, porque, modestia aparte, ahora sí han aparecido
muchos teatros bares o bares con espectáculos teatrales. No digo que nos
copian, pero si nos imitan, nosotros abrimos un camino y así seguimos”.
-¿Tan
fácil fue el comienzo de El Teatro Bar?
-No, no fue nada fácil, porque
los rockeros se tuvieron que asociar con dos empresarios del ramo y aprender poco
a poco las peculiaridades del negocio. Como
ninguno de ellos conocía o entendía el hecho teatral, me llamaron a mí. Se
apareció Mimí Lazo y ya sabemos todo lo
que pasó después y el natural proceso de aprendizaje, tal como es la vida
misma. Gracias al éxito de A 2,50 la
cubalibre, optamos por combinarlo con rumbas, fiestas, conciertos y otros
eventos teatrales. Comenzó así el verdadero teatro bar, cuyo gerente general es
Emilio Álvarez. Y desde entonces mantenemos
una cartelera teatral permanente. Somos una especie de ateneo, en un
sitio de encuentro para los artistas de todas las tendencias, hay músicos, hay
productores, hay autores, hay actores y actrices, hay escritores y toda la
fauna característica de las noches bohemias caraqueñas de este siglo XXI que avanza.
-¿Cuantos
espectáculos hasta ahora?
-En este momento no te puedo
dar una cifra exacta de todo lo que hemos mostrado aquí, pero formalmente, como
sala teatral y por nuestros escenarios, porque tenemos dos espacios, han pasado
o actuado destacadas figuras como Franklin Virgüez Norkis Batista, Emilio Lovera, Josué Gil y, por supuesto,
Mimí Lazo, Luis Fernández y todas esas excelentes actrices que los acompañan. En
un momento tuvimos 13 funciones semanales de teatro. Éramos el teatro con más espectáculos
por encima del promedio de las otras salas teatrales.
-¿Comercialmente
el teatro ha servido para los intereses del bar?
- Si, porque con los espectáculos
nosotros abrimos la caja registradora en un lapso horario en que ningún otro bar
esta facturando. Y para que se mueran de envidia, nuestros imitadores, el 70
por ciento de nuestros ingresos provienen de los espectáculos teatrales.
-¿El
público paga por ver el espectáculo o por el consumo en el bar?
-Eso depende de la
programación, porque hay espectáculos donde los asistentes al bar no pagan, pero
eso depende de las negociaciones que hagamos con los productores de los montajes.
-¿Combinar
teatro, sinónimo de cultura, con el expendio de bebidas alcohólicas no es como
contradictorio o pecaminoso?
- Esa pregunta, qué
seguramente la haría una monjita o gente sumamente religiosa, me produce risa.
Ellos o ellas ignoran que el teatro siempre estuvo combinado con el licor y con
actividades lúdicas para el espectador. Y basta un paseo por la historia del
teatro o de las artes escénicas en general y ahí hay información suficiente. En
la época de Shakespeare o en los corrales de comedia en España, el licor era
para animar a los espectadores, después hubo épocas de prohibición y el teatro
no tuvo más licor. Eso también ha pasado en Venezuela. Yo aprendí de Ibrahim
Guerra como es el teatro hiperrealista,
que es lo que hacemos en El Teatro Bar, donde el público puede tener contacto
con los artistas. Además en varias salas teatrales, como las del Trasnocho Cultural,
los espectadores consumen licores abiertamente. De modo que nosotros en El
Teatro Bar no estamos haciendo nada pecaminoso. Todo está en orden y dentro de
las normas legales.
-¿Y
cómo están con el control para impedir el tráfico de drogas que puede ser activado
por algunos visitantes?
-Tenemos nuestro sistema de
seguridad para impedir eso y cuando organizamos eventos con mucho público
reforzamos nuestras alarmas, porque estamos en contra del descaro.
-¿Cómo
son las relaciones con las otras salas teatrales de la Gran Caracas?
-Creo que bien, nosotros no
le torpedeamos el trabajo a nadie, ni les quitamos artistas, todo lo contrario por
aquí hay una permanente demanda de cupos para presentarse. No obstante, debo
recordar que tuvimos “obstáculos” por parte de algunos gerentes de ciertas
salas teatrales para poder avisar en una página de eventos teatrales que
publica un periódico de circulación nacional. Al final, se dieron cuenta que
nosotros somos de la misma familia y que todos trabajamos para una misma
comunidad.
Susanita Pons
Franklin Virgüez volvió al mundo de los bares, la rocola y el despecho con
Míster Juramento, unipersonal de
Néstor Caballero, y dirigido por Daniel
Uribe. Desde el 16 de marzo y hasta esta noche, el travesti Susanita Pons se ha mostrado en El
Teatro Bar tras seis años de ausencia. Con
una puesta en escena renovada, y la producción de Marcos Purroy, el homenaje a
Julio Jaramillo llega a Las Mercedes. Así,
el célebre travesti de Virgüez festeja 16
años del primer montaje. Susanita Pons vuelve en tiempos deredes sociales, bachata y reggaetón, aunque no pierde la esencia que distingue a su generación.
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