Desde el 3 de septiembre de 2009 se presenta en Caracas el espectáculo teatral hiperrealista A 2,50 la cubalibre, original texto de Ibrahim Guerra que han escenificado y producido Luis Fernández y Mimi Lazo, respectivamente. Todo comenzó en Teatro Bar, siguió a Capital Jazz y ahora se exhibe en el bar The Place.
Durante las últimas tres décadas, A 2,50 la cubalibre ha sido un inteligente y audaz experimento de las artes escénicas venezolanas, el cual recrea al bar El Acuario dentro un espacio teatral convencional (o adaptan un bar) y ahí materializar ante unas 170 personas una noche de parranda con cinco meretrices, cuyo apodos radiografían a sus dueñas: La Sabrosa, La Guevona, La Enrollada, Blanca Rosa y La Caimana. Es un quinteto de damiselas que atrapan al espectador para hacerlo partícipe de sus respectivas intimidades y además dejarlo manosear unas existencias cargadas de carencias, miserias, deseos, sueños, amores y desencuentros; todo un sinfín de múltiples frustraciones existenciales.
Esta pieza debe representarse en un botiquín o un espacio que lo parezca, porque encierra todo ese mundo patético de la realidad latinoamericana, fundamentada en mujeres abandonadas a la suerte de Dios, prisioneras en un mundo, supuestamente libre.
Se trata, pues, de un agresivo acto teatral con cinco monólogos o performances y sus coros, donde desenfadadas actrices, acompañándose con música de despecho, encarnan a mesoneras o ficheras que revelan angustias, nacidas o fomentadas dentro de una sociedad machista y falócrata que exige o permite la prostitución para diversión de los machos o iniciación de los padrotes emergentes.
En esta obra, y de allí la genialidad de la propuesta de Ibrahim, el sexto personaje es el público. Cada noche cambia, reacciona diferente, se emborracha, ríe o sufre a su modo y eso mantiene alerta a todo el elenco porque es algo que sucede cada noche y es irrepetible. La idea de esta obra es provocar la catarsis colectiva si el público entra en el juego. No es un espectador pasivo, participa y propone y allí, en ese momento, ocurre la obra.
Cinco performances
En esta reposición para el siglo XXI de A 2,50 la cubalibre, lograda con pulcra y cómplice dirección de Fernández y la esmerada producción de Mimi, participan actrices reconocidas como Beatriz Vázquez, Nacarid Escalona, Karina Velásquez, Sindy Lazo, Mimi Lazo, Daniela Alvarado, Hilda Abrahams y otras más…y en ocasiones hasta el mismo Luis Fernández encarna a un travestido, nada menos que La Caimana,la dueña del negocio.
Ellas se entregan con todo su histrionismo a encarnar a esas hetairas, pero aquí resaltamos en especial a Mimi, Nacarid, Beatriz e Hilda, quienes no temen a la sobreactuación porque nunca alcanzan los límites patéticos de sus personajes, ellas son que féminas sufren y tanto como sus sosias teatrales, porque son victimas de la misma sociedad.
Ibrahim Guerra no hace sociología ni cosa parecida. Utiliza ejemplarmente al teatro para interpretar y revelar una realidad siempre superior a la ficción en ese hipotético bar El Acuario, con las performances de las cinco mujeres. Su trabajo ha sido poetizar una historia inspirada en situaciones reales y concretas tan sórdidas que pueden parecer inverosímiles. Román Chalbaud, Rodolfo Santana y hasta Gustavo Ott también abordaron la problemática de las mujeres cosificadas y crearon piezas con éxitos de audiencia, porque siempre la temática femenina será atractiva, ya que sin ellas la especie no tendría vida.
¡Por supuesto que la condición social mujeril en el siglo XXI y en Venezuela ha evolucionado para beneficio de la sociedad, pero todavía hay prostitución… y no solo de ellas…lamentablemente la cubalibre ya no se expende a ese precio!
Sensualidad mercantilizada
Es un aporte del teatro latinoamericano al arte escénico mundial durante el siglo XX. Una creación hiperrealista, la cual inició esa modalidad, porque no existen referencias previas de la misma. Un espectáculo donde el público hace parte del show al separarlo del amparo de sus butacas y enfrentarlo ante una cruda realidad materializada por las actrices. Son cinco mesoneras, que se ayudan con la prostitución, quienes utilizan un lenguaje tan alienado como su sexo. Es una muestra evidente de la sensualidad mercantilizada, usada como recurso de supervivencia y no de placer.
Bebida caribeña
Al coctail con ron y Coca Cola, además de un tanto de jugo de limón, unas gotas del venezolano Amargo de Angostura y cubitos de hielo, lo bautizaron “cubalibre” por razones políticas de sus creadores (españoles, estadounidenses y cubanos, entre otros), durante los crispados años finales del siglo XIX e inicios del XX. Tal refinamiento para brindar por la paz, la vida y el amor, se hizo popular en bares o botiquines caribeños y especialmente los caraqueños, donde se expendía a 2,50 bolívares (de los viejos), durante las décadas de los 60 y 70. Fue por eso que Ibrahim Guerra (Caracas, 1944) bautizó A 2,50 la cubalibre su pieza, pero no aborda la temática política de manera directa, sino que alude a la indefensión y desamparo en que se encuentran las mujeres de su universo.
Verdes envidias
La primera temporada de A 2, 50 la cubalibre la dirigió Ibrahim Guerra, durante el año 1982 en la sala Rajatabla, a la que transformaron en un botiquín de barrio, su ambiente natural para el cual fue escrita. La interpretaron, en esa oportunidad, Eva Moreno y Teresa Selma, Nacky Guttman, María Elena Dávila, Carlota Sosa, Virginia Vera y Valentina Párraga. Ese montaje se mantuvo en cartelera durante cuatro meses consecutivos. De la pieza se conocen no menos de 40 producciones diferentes. Por supuesto que esa antigua producción y la actual despertaron "verdes envidias" y otras cosillas más, porque a eso se dedica desgraciadamente un sector del teatro venezolano durante las últimas décadas, en vez de trabajar y trabajar.
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