La Revista OLLANTAY
Theater Maganize, en su edición no. 38, para festejar su 19 años de lucha
por el arte teatral latinoamericano,
incluye esta entrevista con el dramaturgo Elio Palencia (Maracay,1963), la cual
“no tiene desperdicio” y por eso hemos decidido republicarla.
-¿Cómo
fue su acercamiento al teatro?
-Al ser un muchacho
de provincias, fue a través de la televisión: en los años 70’s, los medios
comerciales en Venezuela aún disponían de algunos espacios comprometidos con la
evolución socio-cultural de sus usuarios y, entre ellos, había teleteatros con
títulos del repertorio universal. Tenía nueve años cuando vi La Casa de Bernarda Alba y me impactó,
pues a pesar de incluir a intérpretes de las telenovelas, las actuaciones eran
distintas, así como las propuestas formales y de contenido. Años después, supe
que la había dirigido Carlos Giménez, el fundador de la prestigiosa Rajatabla. Como hacedor, fue en la
escuela primaria. Allí, juntaba a mis compañeros para montar dramatizaciones de
cuentos, poemas o textos cortos escritos por mí. La primera representación
propiamente teatral que presencié fue La Valija de Julio Mauricio, por
una compañía caraqueña que vino a la ciudad. Una experiencia muy reveladora: “¡la
gente grande también hace teatro!”.
-¿Cuál ha sido su trayectoria como
dramaturgo? ¿Cómo ha evolucionado su teatro?
-Comencé como actor
y pasé del teatro universitario al profesional. Luego empecé a sentir que deseaba
ver y escuchar cosas en el escenario, además de ampliar mis posibilidades
expresivas. De modo que incursioné en la dirección y en la escritura, a través
de talleres de formación. Con mi primera pieza, tuve la fortuna de ganar un
premio prestigioso en Venezuela. El texto fue llevado a escena y fui solicitado
para dialogar en la TV. Desde entonces, he alternado ambos medios, con algún
acercamiento al cine. Me he mantenido cerca de grupos, centros de producción y
público, intento escribir desde esa visión con algunos ejes temáticos más o
menos recurrentes, como una sostenida indagación en la venezolaneidad y el
tratamiento de “el otro”, “el diferente”, deseando más compartir preguntas que
dar respuestas. Formalmente, he tenido escarceos con distintos estilos y
géneros, no obstante es el drama en el que me expreso con mayor frecuencia, indagando
mucho en “el personaje” en tanto premisa que potencia la cualidad presencial del teatro, ese aquí y
ahora, sea en el rito y/o la fiesta, para entrar en comunión con el espectador.
-¿Cuáles han sido sus logros como
dramaturgo/teatrista?
-Poder escribir
teatro con voluntad artística en una sociedad en la que constituye una actividad
casi al margen o fronteriza -que no atiende a los valores mercantilistas de la
época y, encima, en un país de la llamada “periferia”, donde no supone ni seguridad
social ni un prestigio garante de algo- el propio ejercicio sostenido es ya un
logro. Para mí, el principal. Desde hace mucho he entendido que escribir teatro,
sin la premisa de lo comercial, es un lujo. Al llevar más de dos décadas
dándome ese lujo, puedo considerarme privilegiado. Más aún, cuando directores,
actores y demás estetas, tanto veteranos como
coetáneos y jóvenes, sintiendo empatía por mis propuestas, proceden a
ponerlas en escena, en ámbitos tanto profesionales como aficionados. Algunos
premios han sido sin duda afirmaciones e incentivos, a la par que
responsabilidad añadida a un quehacer que
intento resguardar como espacio
de libertad expresiva, rigor técnico, riesgo y diálogo con mi entorno,
cualidades que considero necesarias –no siempre alcanzadas- para tener algún hallazgo artístico. Para mí,
además, escribir teatro es una fuente de autoconocimiento. De modo que mientras
pueda hacerlo bajo estas premisas, lo tendré como un gran éxito.
-¿Cómo ha evolucionado el teatro de su país,
desde el momento en que usted comenzó a participar en él hasta hoy?
-Tuve la fortuna de
comenzar en el teatro en los primeros 80’s, tiempo en el cual la escena
artística en Iberoamérica, involucrada con las ideas de progreso y justicia
social, de evolución a través de la cultura y sus propuestas estéticas, vio la
consolidación de los discursos de
grandes creadores y compañías. Había cierto compromiso del Estado de auspiciar
la creación artística en el teatro como parte de una inversión social. En
Venezuela, había un potente festival internacional que nos permitía ver lo
mejor del mundo y nutrir la creación local. Por diversas razones, en los años
90’s todo esto decayó y el mercantilismo fue ganando espacios. Como en otros
países –incluso europeos- muchos discursos escénicos importantes, patrimonio de
cualquier sociedad que aprecie el hecho artístico, fueron sofocados. Aunque tímidamente, en los
últimos años en mi país se está intentando retomar, desde las instituciones
públicas, el apoyo a un teatro de arte como patrimonio que merecen los
ciudadanos. Afortunadamente, no todos los que vivieron el arrase del
mercantilismo, optaron por un teatro banal ni a la tiranía de la taquilla; aún hay unos cuantos –a mi juicio, no
pocos en relación a la proporción total- que, insisten en un teatro de riesgo y
comprometido con la libertad creadora. Este es el teatro en el que me formé y
en el que he intentado inscribirme. No obstante, reconozco y respeto los otros muchos teatros
(de entretenimiento, pedagógico, terapéutico,
comercial, etc) que también tienen sus funciones y continúan dando vigencia a este
oficio milenario, generando afición, cuando no amor o pasión revitalizadora. De
modo que no soy pesimista.
-¿Cómo evalúa la relación del público y el
teatro que se le ofrece?
En el caso de
Venezuela, un país de joven tradición teatral, actualmente –en la modestia de
nuestras proporciones- hay un cierto entusiasmo por asistir a las salas. Por un
lado, el auge de productores de teatro comercial con figuras de cartel televisivo, ha ido
creando un hábito en una clase media –con poder adquisitivo, aunque no
precisamente con el mejor criterio de apreciación artística- que demanda, más que arte, entretenimiento, y a la que no pocas veces, algunos productores
éticos, intentan forzar la barra para elevar el nivel. Por otro lado, los esfuerzos de
aquellos que profesan la fe en un teatro artístico, de riesgo, continúan -con
las uñas- en su empecinamiento por trabajar y presentar propuestas. Algunos de
ellos, últimamente, han encontrado en
ciertas iniciativas oficiales el acceso
a teatros públicos, donde, a bajo
precio, muestran sus trabajos a una población que de otra manera jamás accedería a un
producto de tal calidad artística. De modo que, poco a poco, se va
constituyendo un público más sensibilizado. No obstante, una política más clara desde el Estado,
el apoyo de la empresa privada y los medios de comunicación respecto a este teatro
artístico, así como la protección social a creaciones y creadores del teatro, siguen
siendo asignaturas pendientes.
-¿Qué opina del teatro universal que se
produce en la actualidad? (Reflexión sobre los cambios, tendencias, autores y cualquier
otro análisis que haya observado sobre el comportamiento y rumbo del teatro en
nuestros días.)
-Con el auge de
medios como el cine, la televisión e internet, el teatro de arte, desde sus
diversas disciplinas ha ido acotando y defendiendo su vigencia. Básicamente, a
partir de su carácter de conector casi
místico con el pensamiento y la historia de la humanidad. Se ha hecho a un espacios más o menos modesto,
funcionando como un lujo de los tiempos,
prodigando alternativas al avasallamiento y a la cosificación. Desde lo formal
y lo ético, sigue, en pequeñas
catacumbas o trincheras, formulando, para quienes puedan y deseen disfrutarlo,
discursos que potencian un arte efímero y
ancestral, portador de la hondura revulsiva de la poesía, del rito y de la fiesta, de la presencia contundente del ser humano en
la figura del actor y el encuentro con “el otro”, resguardando las más sutiles esencias
del devenir, del juego y de la libertad
como ejercicios inherentes a la condición humana. Por fortuna, hay seres -
teatristas y espectadores- que ante la afirmación de que el teatro ha muerto,
se alzan proactiva y apasionadamente a gritar: “¡Entonces… que, viva el
teatro!”.
Relación de textos
escritos:
Que veinte años son nada (2011).Promoción
honor a mis padres (2010).Tierra
Santa (2008).Penitentes (2007). La quinta Dayana (2006). Caribean Freud (teatro breve) (2006).Como dios manda (teatro breve) (2005).El Tesoro del gallego (teatro
breve) (2005).El que te cogió y se
fue (teatro breve) (2004). Remota,
amiga remota,inspirada en Sobre
la misma tierra de R. Gallegos, (2004).
El mundo en tu mano (2003). Mi
niña, una yegua de otra tierra (para niñ@s) (2004). Pasajeros (2001).Doña Bárbara, la
perfecta ama de casa. Inspirada en novela de R. Gallegos, (1999). ¿Niña o hembra? (para niñ@s) (1999). Anorexia, rapsodia náutica (1997).La
reina del soufflé (1996).Mi
hermano José Rosario (1996).Del
alma querida (1996).Fronteras (1995).Campeones,sobre la novela de
Guillermo Meneses (1994). Escindida
(1993). Arráncame la vida (1993). Sintonía o…¡hay un extraño en casa!
(para niñ@s) (1991).Habitación
Independiente para hombre solo (1990).Oasis
Pub (Teatro breve) Co-escrita con Pablo García-Gámez, (1989). Camino a Kabaskén (1989).Secuestro Rosa (1989).Detrás de la avenida (1988).
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