El dramaturgo Rodolfo
Santana Salas, fallecido este 21 de octubre, a los 68 años, a consecuencia de la
diabetes, vinculaba la escritura a la aventura y creía que los seres humanos
deben asumir la vida como un viaje, con naufragios irremediables y lo afirmaba
porque la historia está repleta de héroes viajeros, con sus descubrimientos y
combates. Escribía teatro porque no pudo ser Hilary para escalar el Jomlunga, o el Everest; mucho menos Marco
Polo o Charles Limberg.
“Y eso mismo
ocurre con la ficción, porque el hombre es monotemático con la aventura y desde
niños, al igual que Ulises, preparamos la embarcación para buscar la Itaca
personal”, así nos lo dijo hace 17 años cuando ya había escrito no menos de 8O
obras, la mayoría publicadas y representadas, porque por algo es que a Rodolfo
Santana se le consideraba el dramaturgo venezolano más prolífico de
Venezuela.
Nacido en Caracas
el 25 octubre de 1944 y criado entre Guarenas y Petare, Santana es además uno
de los pilares del movimiento cinematográfico criollo, lo que ocurre es que su
trabajo ha sido libretista o guionista y los créditos se los llevan los
directores o los actores, y los reales se los guardan unos pocos. El cine le ha
modificado sus conceptos temáticos. rítmicos y estructurales de su teatro.
Hasta en el lenguaje busca imágenes teatrales que se sostengan como un primer
plano o un travelling. Las transiciones entre estructuras escénicas las maneja
con la fluidez de las disolvencias. Y la influencia del ritmo cinematográfico
es muy marcada en cuanto a síntesis de las imágenes y su diversidad.
ENTREMES PREMONITORIO
Sobre sus orígenes
teatrales, cuenta que se desposó a los 19 años, el 22 de noviembre de 1963, el
día que asesinaron a John F. Kennedy, con Gladys Rodríguez. Treinta y cuatro
años después recuperó tal magnicidio en una obra llamada El asesinato
público como diversión pública.
Contaba Rodolfo
que precisamente en 1963, Aníbal Guerrero, director de cultura de Petare, le
preguntó: ¿Sabes de teatro? Dijo que sí, porque conocía al dedillo los trágicos
griegos, el Siglo de Oro Español, los autores isabelinos y muchas obras de
dramaturgos latinoamericanos. Lo nombraron director de Teatro de la Casa de
Cultura y comenzó a organizar grupos en los barrios petareños, barriadas
nacientes, donde el polvo flotaba; sin agua ni electricidad. Se sumergió en las
necesidades abrumadoras de unos invasores que rehuían el campo donde cultivar
era miserable.
Trabajó el
entremés El mancebo que casó con mujer brava, de Miguel de
Cervantes, en versión de Alejandro Casona. Cuando lo presentó, en una zona que
ahora es La Urbina, recibieron una lluvia de tomates y piedras, y al protagonista,
un muchacho vestido de riguroso clásico, le gritaban “Peter Pan marico”. No se
detuvo ante el desastre. Investigó fríamente el porqué las piedras y los
tomates: sencillamente no entendían al mancebo, ni su vestimenta, lenguaje,
etcétera. Al no entender, el publico hizo su obra: "Peter Pan
maricón" y participó activamente con piedras y tomates.
El fracaso con el entremés cervantino le
enseñó muchísimo y a partir de ahí es cuando empezó a escribir teatro. Primera
inquisición fue su ópera oprima y desde ahí entendió que el teatro era
una necesidad social, tan importante como el sueño o alimentación.
IDEOLOGÍA Y
TORTURA
Reconocía que sus
conflictos con la ideología y la verdad comenzaron durante su pasantía por
Petare. Y esa imagen no se le fue nunca de sus neuronas, porque fue torturado
por la Digepol tras ser traicionado por un maestro, pero lo salvó José Vicente
Rangel Vale. Tan siniestra experiencia por su ideología política lo hizo más
radical y es por eso que su teatro enseña que el acto de vivir es una pelea, un
combate, el tránsito de una aventura, un marco social y político donde se
contradecían las opiniones y “uno habla mediante el drama”.
Subrayaba que ante
su frustración por ser Marco Polo o Cristóbal Colón, accedió a la aventura del
espíritu, el cual, según estudiosos que se han dedicado a pesar gente en agonía
y después de muerta, el alma pesa diez gramos. “Pero a nivel vital el alma nos
conduce y maneja. Somos primariamente reos de un amor que quiere entregarse y
no halla los modos”.
OPTIMISTA
OPTIMISTA
Para Santana, en
el año 2007, “nuestro pueblo vive un momento estelar, que nos modifica como
sociedad por los próximos 100 años. Aprendemos, en días, conceptos, formas de
asociación y participación que en 200 años nos fueron negadas. El alma de
nuestras gentes se fortalece en la confrontación, la diatriba, la confusión y
el sentimiento que corre en las calles. Soy optimista y no creo que
naufraguemos”.
Y porque creía en
otro mañana es que preparaba un libro con siete obras nuevas que tocan diversos
temas como la muerte, los mundos mágico-religiosos de América Latina, los
asesinatos múltiples. Sea usted un héroe, El hada azul no
tiene celular, Un lugar donde nadie nos mire los zapatos, El
asesinato múltiple como diversión pública, Obra para dormir al
público y Cómo matar al Fénix, son algunos de sus títulos.
Él proseguía
reescribiendo sus obras anteriores. Las rehacía totalmente cuando detectaba que
el lenguaje y los personajes ya no existían en la realidad donde está inmerso.
No olvidaba el Petare de su adolescencia y lo que aprendido con sangre, sudor y
lagrimas.
DESPEDIDA
La despedida de Santana fue
con el espectáculo Rumba caliente
sobre el muro de Berlín, creado sobre su obra homónima. Fue el gran estreno del Festival
Nacional de Teatro Caracas 2011, en la Sala Anna Julia Rojas de Unearte, durante
los días 22 y 23 de noviembre.
Ahí, el meritorio director
José Gregorio Cabello y su acoplado grupo Manatí, con el respaldo de Fundarte, eran
los oficiantes de un extraño ritual con personajes metafísicos o fantásticos, y
además muertos, quienes cantan y bailan a la vida sobre las ruinas de ese algo
que el mismo autor ha señalado como “la costumbre, muy humana, de encontrar
siempre las leyes y permisos que permiten elevar muros y prohibiciones”.
Santana no tenía miedo alguno de enfrentarse a un
público, anquilosado mentalmente por el cine, la televisión y el teatro
realistas, y proponerle un juego intelectual. Un exhaustivo acertijo para
obligarlo a pensar sobre asuntos tan básicos como la religión, Dios, la vida,
la muerte, la libertad, los gobiernos y hasta el amor, pero usando personajes
cotidianos tales como una mujer transformada en ángel, un obrero empeñado en
levantar muros, y un militar dedicado a fiscalizarlo y ordenarlo todo, en
compañía de unos soldados perrunos, etcétera. ¡El teatro copia a la vida, eso
es todo!
En resumen, el Santana de
quien conocemos las claves de su cantera teatral, había regresado a dos piezas
básicas en su extensa dramaturgia: Nuestro Padre
Drácula y La empresa
perdona un momento de locura, ambas exhibidas en los años 70, donde los seres humanos se
inventan mitos y monstruos para jugar con ellos y aceptar además que lo dominen
y lo esclavicen, y además enseña como el hombre explota a sus congéneres sin
piedad alguna para lucrar o para jugar con ellos.
Textos, para nuestro
entender, existencialistas, en la medida que materializan aquello que nos gusta
y que además no hacen daño pero no podemos vivir sin ellos o dominarlos. En
ambas piezas el juego de la representación es básico o fundamental, se está
actuando o imitando a un ser que ha copiado o creado por otros.
Teatro dentro del teatro, o
vivir de acuerdo a las normas y hasta jugar que podemos alzarnos y cambiarlas
cuando nos incomodan.
Por supuesto que Santana no hacía ensayos filosóficos complicados o densos, nada de eso, recurría a lo lúdico y lo cómico y, quizás lo más delicado de su propuesta, invoca y personifica a la violencia, al tiempo que pretende explicarla, de darle un sentido para que no sea una fuerza ciega, como lo ha escrito.“Las violencias soterradas o explicitas duermen en todos los pechos humanos. Son parte de nuestra naturaleza y una de las virtudes de la representación es que puede mostrarla en todo lo que tiene de peligro y liberación”, reiteraba.
Por supuesto que Santana no hacía ensayos filosóficos complicados o densos, nada de eso, recurría a lo lúdico y lo cómico y, quizás lo más delicado de su propuesta, invoca y personifica a la violencia, al tiempo que pretende explicarla, de darle un sentido para que no sea una fuerza ciega, como lo ha escrito.“Las violencias soterradas o explicitas duermen en todos los pechos humanos. Son parte de nuestra naturaleza y una de las virtudes de la representación es que puede mostrarla en todo lo que tiene de peligro y liberación”, reiteraba.
Hay, por supuesto otras
lecturas posibles sobre este texto y su espectáculo, apreciaciones incluso muy
comprometidas, para los tiempos que vivimos, pero que se las dejamos a los
espectadores porque todavía el teatro es el único rincón del mundo donde impera
la libertad. Solamente quiero recordar a los lectores o eventuales espectadores
que el derrumbe del muro del Berlín alemán no fue tan sencillo ni tan inocente,
pero para explicarlo Santana escribiría otra pieza de teatro porque las
consecuencias así lo ameritaban.
3 comentarios:
Gracias por recordarnos la gloriosa obra de nuestro querido Rodolfo Santana. Su hermoso homenaje nos llega al alma. Descansa en paz Rodolfo! Tendremos siempre tu imperecedero genio entre nosotros!
Hola!! Alguien sabe a que se refería Santana con el término "Jomlunga"? Gracias.
Hola!! Alguien sabe a que se refería Santana con el término "Jomlunga"? Gracias.
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