Al
concluir la función de la comedia policial La
ratonera en el penthouse de Corpbanca, el pasado viernes 6 de octubre,
Gonzalo Velutini, como actor integro y venezolano demócrata, rogó al público
que no dejara de votar en los comicios presidenciales del domingo siguiente. La
audiencia respondió con un estruendoso aplauso, porque la hidra de mil cabezas
de la política había sido invocada y todos haríamos lo nuestro para exorcizarla,
según nuestras consciencias, como en
efecto ocurrió.
No
nos corresponde la reseña de tal elección, histórica y crucial para el presente
del país, pero si nos limitaremos a recordar que el teatro es la mejor cátedra
para evaluar y entender lo que sucede en una sociedad, y de eso trata La ratonera, donde matan por venganza a
dos mujeres, quienes fueron victimizadas por pésima administración de la justicia
y la ineficacia de los mecanismos que tienen las comunidades para equilibrar algunos
desatinos sociales y así imponer la paz y la convivencia. Una pieza de las más
rancias ideologías anglosajonas, aunque ya eso está evolucionando, poco a poco.
OCHO RATONES
La ratonera es
un teatro inimitable por la habilidad de su autora Agatha Christie y porque en
los tiempos actuales las fuerzas policiales y de investigación usan métodos
científicos más expeditos. Los criminales tienen sus métodos y técnicas para
ejecutar sus acciones perversas y en esta obra, en versión escénica de Vladimir
Vera, se muestra lo que es una venganza
añejada, porque ahora todo se resuelve con sicarios, como en la Edad Media.
Ahí seis personajes están atrapados por la
nieve en una casa de huéspedes, en la campiña inglesa, regentada por un matrimonio
joven. Es una metáfora sobre ocho “ratones” atrapados en su madriguera
circunstancial. Cada uno de ellos, con algo oculto en sus sagas, están ahí para
unas vacaciones campestres, pero cunde el pánico cuando estrangulan a una urticante
señora, que ha sido juez. Se inicia una investigación y al final todo ese enredo
se desata y se descubre la venganza de un niño abusado. Lo más atractivo de
esta obra es como sus personajes viven en un mundo de apariencias y de
costumbres que oscilan entre lo cursi y lo patético.
Para
nosotros, la pieza ha envejecido en su estructura y hasta en su argumentación, pero
es un modelo clásico y una escuela sobre un teatro de mediados del siglo XX, el
cual en Caracas no ha tenido sino dos producciones, ambas de calidad y bien
actuadas, que gustan por la intriga y el humor de sus personajes.
MONTAJE
EL
publico caraqueño ávido de espectáculos
que diviertan y enseñen algo nuevo o viejo reciclado, debe disfrutar La ratonera, comedia que seguramente ya
vieron antes en el teatro, el cine o la televisión, con otras imaginativas
versiones o copias. Ahora, el montaje 2012 es un depurado producto profesional,
donde lo más importante es la panoplia de actores jóvenes y de mediana edad,
quienes demuestran su versatilidad para componer a unos seres que son toda una
muestra de anomalías sociales y psíquicas.
El
director Vladimir Vera “alarga pantalones” con este espectáculo de un teatro
que es antípoda al que ha estado exhibiendo. Y lo hace más que bien, porque
aprendió el abecé teatral y puede hasta fraguar un espectáculo con la guía
telefónica. Consigue el ritmo escénico y los puntos del clímax de la trama que son “los ganchos” del montaje,
donde la escenografía y la utilería terminan por ser otros “actores”.Disfrutamos
de los complejos roles de Brassesco, Huett
y Soto, así como de Flor Elena y Paula.
60 AÑOS
La ratonera precisamente
cumplió 60 años de continuada permanencia en salas de Nottingham y Londres,
alcanzando hasta la fecha más de 24.537
representaciones, un récord para un espectáculo de su género. Aquí en Caracas,
hace 40 años, en el Teatro Las Palmas la representó un elenco de destacados comediantes,
como Jorge Palacios, Marina Baura, Edmundo Arias, María Teresa Acosta, Carmen
Victoria Pérez, Luis Calderón, Dante Carle y Guillermo González, todos
integrantes de la telenovela “La usurpadora”, de RCTV, dirigidos por Juan
Lamata. En este crucial 2012, Vladimir Vera ha dirigido su hábil versión
escénica, producida por Nohely Arteaga y Catherina Cardozo, con los intérpretes Verónica Schneider/Catherine Cardozo, Gerardo
Soto, Nacho Huett, Flor Elena González, Gonzalo Velutini, Paula Woysechowsky/Stephanie
Cardone, Augusto Galindez/ Manuel Salazar y Martín Brassesco.
TRIDIMENSIONALIDAD
Vladimir Vera (Caracas, 1978), nacido de los
talleres de Rajatabla, esta desde el 2010 luchando para ganarse un espacio en
el contexto teatral, después de una pasantía en la vieja Numancia. Su relanzamiento lo hizo con
su espectáculo Crónicas
Palahniuk y lo siguió Amen
de Carlos Be, para demostrar que busca un lenguaje escénico propio y totalmente
desacralizador. Con La ratonera
ingresa al teatro comercial de contenidos, donde ya había debutado con el
unipersonal La tía Chucha (2012). La ratonera llega a sus manos por una invitación que le hace
Catherina Cardozo. Ella tenía ese proyecto junto con Nohely Arteaga y estaban
entrevistando a directores jóvenes. Les cuenta su visión de la obra y ellas le
dicen lo que quieren lograr. Más o menos al mes del primer encuentro lo
llamaron y le ofrecieron la dirección. Asegura que el trabajo con los actores fue arduo, por ser una obra coral y muchos de
los actores tenían compromisos previos y pasó lo que ocurre siempre con elencos
grandes, que es difícil convocarlos a todos a la vez. Pero tuvo la suerte de
trabajar con gente muy profesional que sacó adelante ese proyecto artístico.
Cree que todos, al venir de escuelas distintas de actuación, le otorgan a La ratonera la tridimensionalidad
necesaria para que “esta obra, que ya tiene 60 años de escrita, se impregne de
verdad y se comunique con un público contemporáneo”.
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