Perdí las huellas del actor Roque
Valero tras ponderarlo en los espectáculos 80
dientes, 4 metros y 200 kilos, de
Gustavo Ott y Los productores, de
Mel Brooks y Thomas Meehan, exhibidos durante las caraqueñas temporadas de 2002 y 2008. Y es ahora -casado
y orgulloso padre de un bebe de seis meses- cuando reaparece y asume de manera
impactante el rol del monumental héroe y modelo de estadista que es Simón
Bolivar, gracias al excelente producto cinematográfico Bolívar, el hombre de las dificultades, dirigido por Luis Alberto Lamata, sólidamente apuntalado en
los escritores José Antonio y José Luis Varela y esa pléyade de artistas y
técnicos creadores de tal melodrama, de
115 minutos de duración, capaz de arrugarle las entretelas al más duro
espectador venezolano.
No es fortuito que durante este complejo y emocionante
lapso del proceso político y económico que impone el comandante Hugo Chávez, se
haga y exhiba una valiente película sobre Bolívar, centrada en ese siniestro
hiato cuando la Independencia venezolana esta acorralada por el imperial poderío bélico de las coronas
de España y el Reino Unido, y paralizada
ante las ambiciones egoístas de sus guerreros, soldadesca y pueblo. ¡Alguien
enseñó que la historia es una serpiente que se muerde siempre la cola!
Bolívar, el hombre de las dificultades no canta glorias
conocidas del héroe. No, remarca precisamente al hombre que duda,
hamletianamente, entre huir y entregarse a sus enemigos para disfrutar de sus
riquezas o perecer en la consecución de
sus ideales libertarios. Ese lapso que va entre mayo de 1815 y mayo de 1816,
cuando es derrotado por las huestes hispanas y debe refugiarse en Jamaica y
después en Haití, mágico país de la negritud afroamericana que lo apoya y
financia para regresar a Venezuela y dar las batallas finales que derriban a la corona española y liberan a más
de media América,
Ese lapso, no muy analizado por los exegetas,
pero si mostrado exhaustivo y deliciosamente por Lamata y su combo artístico,
permite palpar al hombre humillado y traicionado, entregado a un inaudito proceso
de recuperación, al tiempo que, gracias a su pico de oro y magnética
personalidad, convence a sus militares y al mismo presidente Petion de la urgente
necesidad de la unión para triunfar y
lograr la abolición de la esclavitud y la igualdad para las mujeres, entre
otras cosas.
Es un filme ideológico, nada ajeno a
lo que pensamos los venezolanos y latinoamericanos actuales. Respetuoso de la
historia y capaz de jugar con la ficción para adornar las difíciles
circunstancias en que se debaten esos locos venezolanos que desafían al mundo
entero. Un melodrama por esos esparcimientos amatorios del héroe con una
haitiana y la caraqueña Pepita Machado, además de una bella y peligrosa
meretriz que conspiró, en medio de duelos de espadas y pistolas.
Bolívar, el hombre de las
dificultades exigió más de seis años de
diseño, escritura, preparación y diez meses de producción, donde participo un
equipo de más de 200 personas, desplegadas entre Argentina, España, Cuba,
Antigua, Guadalupe, Estados Unidos y Venezuela. Contó con tres mil
extras y un elenco de valiosos profesionales, donde Roque Valero como Bolívar y
los otros personajes históricos son encarnados, respetuosamente, por
Jorge Reyes (El Polaco), Juvel Vielma (Santiago Mariño), Alberto Alifa
(Páez), Rafael Gil (Felipe Luis Brión), Daniel Rodríguez (José Francisco Bermúdez),
Gilbert Laumord (Alexandre Petion) y
pequeño actor de “color” Robny Piñango (Pío) que tiene futuro, además un
puñado de conmovedoras mujeres actrices
como lo son Samantha Danigno (Pepita), Beatriz Valdez (María Antonia Bolívar y
Palacios), Paula Woyzechowsky (Madame Julienne), y Camila Arteche (Jeanne
Bourvil, entre otras y otros extras.
Bolívar, el hombre de las dificultades es una super producción de la Villa del Cine con Wanda Films de España
y TVE, Alter Producciones y el Centro Nacional de Cine Cubano, las cuales
en el marco de la “Colección Libertadores”, se unieron para retratar el
año del destierro caribeño de Simón Bolívar
Roque Valero (Caracas, 1974), muy alejado
de la iconografía del Libertador, prestó sus atributos humanos y artísticos para encarnar a ese Bolívar que los
venezolanos llevamos dentro y mostrarlo obstinadamente desafiante ante las
adversidades, enamorado de la vida, apasionado del sexo y luchador hasta la
muerte por sus conciudadanos. Convenció y por eso a esta producción la rebautizamos
Roque Bolívar, la cual contó con un
director que se debatía entre la fidelidad a la historia o las delicias de la ficción
artística, pero terminó siendo más leal al cine mismo: Luis Alberto Lamata.
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