Luis Xavier Luján, presidente de la Junta Directiva de Banesco Seguros; Leonardo Azparren Giménez; Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente de Banesco Internacional, y la dramaturga Elisa Lerner. |
Leonardo Azparren Giménez (Barquisimeto, 1941), sin
autobombos ni prensa tarifada, prosigue trabajando y mostrando lo que hace para
el bien de la historia cultural de país. Recientemente presentó o bautizó su libro Clásicos del
teatro venezolano, el cual contiene o compila 44 piezas teatrales escritas
por 44 venezolanos a lo largo de tres siglos; son 2.600 páginas en tres tomos.
Clásicos
del teatro venezolano, otra publicación de la editorial Bid &Co,
auspiciada por Seguros Banesco, incluye un estudio de Azparren
Giménez sobre el panorama histórico de la dramaturgia venezolana en correlación
con la sociedad venezolana. “Las obras están organizadas en tres grupos,
correspondientes a tres períodos históricos: a) la constitución del teatro
nacional (1817-1908); b) la primera modernidad (1909-1958); y la segunda
modernidad (1958-2011). De esta manera el lector, en especial los profesores y
alumnos de literatura y teatro, por primera vez tendrán una visión panorámica e
histórica completa de la dramaturgia venezolana”, ha dicho el investigador.
Para escoger las obras se tomó en consideración la evolución de la dramaturgia venezolana en
correlación con el devenir de Venezuela y su sociedad a través de dos siglos,
para de esta manera comprender la presencia perenne del teatro en la vida
social y cultural nacional. Por eso, la selección cubre todos los períodos y
circunstancias históricas venezolanas.
DESDE
LA INDEPENDENCIA AL SIGLO XXI
“Las obras ponen en evidencia, en primer
lugar, la presencia del teatro desde los albores de la Independencia y
comienzos de la república. Desde su punto de vista y su visión del ser humano y
de la sociedad, cada autor representa situaciones, personajes y temas
correlacionados con la vida del venezolano para presentarle una representación
de sus sistemas de valores y creencias. También para testimoniar aquellos
momentos de ruptura en los procesos sociales nacionales”, acotó. A juicio de Azparren
Giménez, “las obras del pasado dialogan con el espectador contemporáneo
mediante la confrontación de temas, situaciones y valores y creencias que
pueden perdurar a través del tiempo. Por eso son clásicos, por su capacidad
para trascender sus épocas y ser percibidos contemporáneos del espectador”.
Clásicos del teatro venezolano no
es una antología canónica pero sí justa
con los 44 escritores que ahí están. No aspira constituirse en un canon del
teatro nacional, puntualiza Azparren Giménez. Presenta un panorama histórico de nuestra dramaturgia
desde la constitución del teatro nacional a comienzos del siglo XIX, que
permita comprender cómo fue construyéndose el imaginario dramático de lo que
somos.
CESAR RENGIFO
Considera
Azparren Giménez que César Rengifo, uno
de los presentes en la publicación, es
un dramaturgo importantísimo y tiene una amplia obra. Junto a Román Chalbaud, Isaac
Chocrón, José Ignacio Cabrujas y Rodolfo
Santana, es uno los grandes puntales del teatro moderno venezolano de la
segunda mitad del siglo XX.
Eligió para la antología la pieza Las torres y el viento de Rengifo, porque “la escribió en 1969, como
culminación y síntesis de los grandes temas que le preocuparon: la historia y
el petróleo en esa saga. Su propósito fue integrarlos en una sola fábula. Es un
texto ejemplar del nuevo teatro venezolano por su lenguaje experimental y su
compromiso. Última de la tetralogía sobre el petróleo, escrita durante más de
una década, su acción entre 1914 y la actualidad es doblemente imaginaria. El
personaje central, el Visitante, llega herido y en estado agónico a una posada
abandonada, pretexto mediante el cual Rengifo reconstruye la historia del
lugar, metáfora de la historia nacional, en la que la explotación de los indios
en el pasado colonial y la explotación petrolera actual son una misma historia
de sumisión y depredación. La acción va al pasado y regresa una y otra vez,
hasta que al final el espectador sabe que el Visitante es un correo de las
guerrillas. Este elemento de la intriga sirve para articular la significación
de la fábula, una revisión de la historia venezolana desde la época de la
Colonia hasta el presente. La intriga se articula gracias a la situación
onírica y febril del Visitante. Las situaciones del pasado no son recuerdos
suyos porque no fueron vividas por él; es decir, son un artificio estratégico
del discurso de Rengifo para hacer
inteligible su propósito ideológico y político, además de mostrar su madurez
discursiva en el empleo de una estructura dramática abierta".
IMPORTANTE LEGADO
Los tres tomos de Clásicos
del teatro venezolano reúnen a 44 autores y sus respectivas obras elegidas:
Gaspar
Marcano (El encuentro del español Pablo
Cabrera con el patriota Francisco Machuca en las alturas de Matasiete,
1817). Domingo Navas Spínola (Virginia,
1824).Rafael Agostini (Cora o los hijos
del Sol, 1837). Pedro Pablo del Castillo (El fanatismo druida o la sacerdotisa, 1839). Heraclio Martín de la
Guardia (Luisa Lavellière, 1853).
Eloy Escobar (Nicolás Rienzi, 1862).
Nicanor Bolet Peraza (A falta de pan,
buenas son tortas, 1873). Eduardo Blanco (Lionfort, 1879). Aníbal Dominici (La honra de la mujer, 1880). Adolfo Briceño Picón (Ambrosio Alfinger, 1887). José Ignacio
Lares (El recluta, 1896). Salustio
González Rincones (Las sombras,
1909). Rómulo Gallegos (El motor,
1910). Enrique Planchart (La república de
Caín, 1913-1915). Leopoldo Ayala Michelena (La taquilla, 1922). Pablo Domínguez (Tremedal, 1933). Andrés Eloy Blanco (Abigail, 1937).Luis Peraza (El
hombre que se fue ,1938). Rafael Guinand (Yo también soy candidato, 1939). Julián Padrón (Fogata, 1939). Ramón Díaz Sánchez (La casa, 1945). Aquiles Certad (La serpiente sobre la alfombra, 1951).
Pedro César Dominici (Amor rojo
1951). Elizabeth Schön (Intervalo,
1956). Ida Gramcko (La rubiera,
1958).Arturo Úslar Pietri (El dios
invisible, 1958). Elisa Lerner (En el
vasto silencio de Manhattan, 1963-1964). Román Chalbaud (Los ángeles terribles, 1967). Alejandro
Lasser (La cueva, 1967). César
Rengifo (Las torres y el viento,
1969). Mariela Romero (El juego,
1976). Edilio Peña (Los pájaros se van
con la muerte, 1977). Gilberto Pinto (Los
fantasmas de Tulemón, 1979).José Gabriel Núñez (Madame Pompinette, 1980). Ugo Ulive (Prueba de fuego, 1981). Néstor Caballero (Con una pequeña ayuda de mis amigos, 1983). José Ignacio Cabrujas (El americano ilustrado, 1986). Xiomara
Moreno (El último piso de Babilonia,
1992). Isaac Chocrón (Escrito y sellado,
1993).Gustavo Ott (Comegato, 1995).
Elio Palencia (Arráncame la vida,
1995). Carlos Sánchez Delgado (Su
excelencia Otelo-Páez, 2001). Rodolfo Santana (El asesinato múltiple como diversión pública, 2011).
1 comentario:
Oye me parace Interesante, pero no entiendo porque siempre omiten el primer musical venezolano VIMAZOLULEKA de Levy Rossell, que revolucionó para el año de 1966 la dramaturgia venezolana y que luego en el año 1967 fue presentada por una compañia norteamericana en NEW york en off Broadway.
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