Lincoln a sus espaldas en el marmóreo Washington |
La foto ganó el Primer Concurso de
Dramaturgia del Trasnocho Cultural. Su autor, Gustavo Ott, caraqueño, de 54
años, casado y padre de una adolescente, contestó así a nuestro cuestionario
desde Washington D.C.
¿Otro premio para la cosecha o este texto abre un capitulo sobre la
temática urbana, precisamente en Estados Unidos, donde las redes sociales se
atreven a cuestionar sin miedo al poder presidencial?
La foto es una obra intimista, familiar. Da con temas de nuestra
época, como el efecto destructor de las redes y los falsos escándalos, pero la
columna vertebral de la pieza es íntima, lo que además quiere decir que
funciona en cualquier parte. Lo que le sucede a una familia, le pasa a todas.
Háblenos de la obra
A pesar de tener una narración lineal, y mucho humor, en el tema puede
decirse que es coral. Siempre me intrigó esta posibilidad: hacer una pieza
sobre varios temas al mismo tiempo. La obra tiene pequeñas minas unipersonales
a lo largo del trayecto que tal vez pases sin verla. Pero que si te estallan,
descubres que la obra cuenta otra historia distinta a la que creías, y que
además habla sobre otro tema. Ahí hay seis de esas minas explosivas, muchas
veces escondidas detrás de una sutileza y otras tan a la vista que no las
puedes ver. Pero de algo puedes estar seguro; por lo menos una te va estallar
en la cara.
¿Hay algo sobre usted en La foto ?
Investigo más en los demás que en mí. El Otro define la escritura actual
tal vez porque la más original de las voces es la polifónica. Sin embargo, el
que escribe se parece más a su obra de lo que le gusta admitir. En mi caso,
creo que la pieza refleja mis contradicciones, que además son ineludibles si
buscas complejidad. Como en la arquitectura de Venturi, uno escribe apuntando a
la rareza y la confusión a través de la complejidad y la contradicción. Una
sorpresa en el atrevimiento, un orden extraño que nos llama la atención y que
no tiene respuestas.
¿Ha pensado que estar afuera de Venezuela le
afecte a la hora de la creación y termine escribiendo más para el mundo que para este país
petrolero?
No lo sé, quizás porque no me lo planteo. Un escritor es,
fundamentalmente, el ultimo rincón de una ciudad libre. Hay una intención
censora que no proviene únicamente del poder, sino además de la gente, y parte
de una pretensión: que el escritor escriba y piense como ellos. Ese narcisismo
totalitario crea una ficción que si no fuera tan peligrosa, nos mataría de
risa. Uno es libre y esa libertad cuesta lo que no le cuesta a los demás.
Quiero decir que escribo y hago lo que quiero, sin vergüenza alguna, porque he
pagado un precio altísimo por ese privilegio.
¿Prefiere la novela o el teatro?
Tengo una relación especial con la narrativa. Ciertamente leo más
novela, por ejemplo, que teatro o teoría. Pero esta afinidad por lo literario
tiene sentido porque, después de todo, la narrativa fue mi primera emoción.
¿Qué es ser autor dramático hoy?
Un autor sabe de otras cosas, además de su oficio. Investiga sobre
biología, astronomía, física, antropología y neurociencia mientras se adentra
en los dilemas fundamentales de su época: democracia, raza, sexualidad,
religión, violencia. Para mí, lo importante es que el escritor sea capaz de
hacer un comentario apasionado. Houellebecq cree que el escepticismo nos vuelve
viables. En mi caso, ese escepticismo conduce a indagar sobre las capas de
la mitología cotidiana y trabajarlas como una mitología mayor.
¿Cuál es su ambición?
Janis Joplin decía que cuando llegas a cierto nivel de intimidad con tu
talento, el efecto determinante es la ambición. Cuando necesitas estar
orgulloso de ti mismo, esa es la ambición. No se trata de dinero o poder, o
reconocimientos, sino más bien de la búsqueda de amor. Pero no del amor de los
demás, sino de un amor que va de ti hacia tu obra.
¿Qué es vivir en la Washington de
Trump
Dicen que los monumentos de Washington están ahí para que su peso
simbólico aplaste cualquier pretensión tiránica. De hecho, muchos artistas se
quejan porque consideraran que el exceso de mármol es también una redundancia
de la tradición. Creo que el gobierno de Trump encaja tan mal en esta ciudad
precisamente por ese mármol. Dudo que esta época sea limitada por su
influencia; no todos los presidentes definen sus eras: ni Ford, ni Carter, ni
el primer Bush pudieron como sí lo hicieron Johnson, Reagan, Clinton y Obama.
Sin embargo, el peligro con esos presidentes deslegitimizados de Historia es
que buscan la guerra exterior, lo que también forma parte del peso de mármol de
la tradición. Bush lo hizo casi en las mismas circunstancias y hundió al país
en dos guerras inacabables, que no se ganaron, y en una depresión económica
monstruosa. A los conservadores les gusta comparar a Trump con Jackson, lo que
luce como una exageración. Yo creo que se parece más a Eduardo II: encantado
por un asesor vil, llevó a la corona a la guerra y a la ruina. Eso sí, la idea
de que Trump pueda tener el mismo final de Eduardo II me produce cierto
consuelo, con sonrisa sado.
Esa foto
La foto es la saga de una mujer casada y con
hijos que se reencuentra con un viejo amor a través de las redes sociales y
termina envuelta en un escándalo a consecuencia de la exposición involuntaria
de su intimidad a través del mundo virtual. Es un viaje íntimo por los precipicios
afectivos de la mediana edad, colocando en juicio la dinámica de dos
generaciones enfrentadas dentro del fenómeno viral y el efecto devastador de
los escándalos prefabricados.
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