Una comedia dramática para pensar en Venezuela |
A 31 años del estreno de Baño de
damas en la sala Anna Julia Rojas del otrora Ateneo de Caracas, logrado con
gran éxito de público por el creativo y guerrero Ibrahim Guerra, y a cinco
lustros de la huida del fundador y líder estético del grupo Rajatabla, Carlos
Gimenez, el director Aníbal Grunn ha realizado una ejemplar versión escénica
del célebre texto de Rodolfo Santana y hace heroica temporada en el teatro
Alberto de Paz y Mateos como parte de la
programación 2018 de la Compañía Nacional de Teatro.
Para este montaje de Baño de damas, el tercero que se logra después de que también la presentara
Gerardo Blanco en la otrora sala ateneísta durante la temporada 2002, el
vestuario y la escenografía son creación de Hector Becerra y participa un
sólido elenco de profesionales integrado por Aura
Rivas, Jean Manuel Pérez, Citlaly Godoy, María Brito, Dora Farías, Livia
Méndez, Marcela Lunar, Marxlenin Cipriani, Francis Rueda, Kala Fuenmayor,
Verónica Arellano, Randimar Guevara y Gustavo Meléndez, todos iluminados por el
sociólogo Alfredo Caldera.
Para este montaje que se ambienta
en el supuesto foyer del lujoso baño de una discoteca caraqueña y que estará hasta mediados de mes de abril en el
escenario del Paz y Mateos-el otrora gran “portaviones” de El Nuevo Grupo entre
los años 1968 y 1998- el director Grunn
desechó el brutal hiperrealismo
propuesto por Santana, ya que no quería ni las pocetas ni los lavamanos de los
baños tradicionales, y se entregó al estudio y revisión, además de discretas
podas, del texto original; porque quería trabajar sobre las historias de las
mujeres venezolanas ahí representadas, con ese “mundo maravilloso, complejo y
tan actual”.
Cuando descubrió el verdadero conflicto de la que sería su versión,
ambientado en un local de la Caracas contemporánea, se dio cuenta de lo que
pedía Santana, hacia donde apuntaba sus baterías. Se trataba de una obra coral, donde todas se unen para enfrentar su gran
conflicto: el machismo. Y todo el elenco aceptó que se trataba de hacer una
comedia no solo para que el público la pasara bien, sino que también
reflexionara a partir de las 14 historias personales que ahí se iban a plasmar.
De todo ese trabajo de mesa quedó una sinopsis relativamente simple: una
mujer, “de pueblo”, cuida los baños y tiene que atender a su nieta de 15, que
lleva tres meses de embarazo ,al tiempo que espera por un informe médico sobre
su esposo hospitalizado de emergencia; y todo esto se desarrolla, a lo largo de
70 minutos de tiempo real, donde doce mujeres y dos hombres desocupan sus
cuerpos y sus almas de todos los conflictos que les acosan: un marido celoso
que golpea a su pareja, una parejita de jovencitas consumidoras de drogas y
además lesbianas que son recriminadas por una alegre madre que quiere lo mejor
para su hija, una actriz de televisión que disfruta de su fama y de la solidez
de su cuerpo, un transexual que trabaja como mesonero en ese local y que sueña
someterse a una operación definitiva en
Bogotá, un diputado de la Asamblea Nacional que todo lo resuelve a puñetazos y
amenaza a quienes se le opongan con un pistolón, y una mujer que planifica
abortar para evitarse mayores problemas en su relación con la pareja que tiene.
En fin, un mundo femenino, a la venezolana, en su mayoría entregado a la
diversión, pero sin olvidarse que la vida continua después de ese noche de
jolgorio.
En síntesis, Baño de damas no
es una simple comedia para reírse a costillas de los personajes ahí plasmados,
pues ahí están los ejemplos básicos de la violencia de género, las prácticas
abortivas, los embarazos no deseados ni planificados por no existir una cultura
sexual racional, además de otras “perlas”, como la homofobia y la transfobia.
Una temática global que hace 30 años era un asunto cotidiano y que ahora en
segunda década del siglo XXI no sufrido mayores alteraciones, salvo que la
transexualidad ahora es más aceptada y cuenta con mayores y mejores técnicas
para la temible RQS, pero las discriminaciones están a flor de piel, a pesar
que la CRBV 1990 impera…pero no se aplica totalmente.
MONTAJE 2018
Santana llegó a la elaboración de este texto porque escuchó una
grabación de conversación de unas mujeres
en una discoteca caraqueña y de ahí salió un texto ampuloso, que
inicialmente duraba dos horas en escena.
El montaje de Grunn es austero, nada de excesos, los personajes entran y
salen al foyer, van a los baños, y vuelven a la rumba, mientras que la
cuidadora del baño espera el desenlace fatal de su marido, con más de 30 años
de matrimonio, y recrimina la liberalidad sexual de su hija. Muestra una
cotidianidad casi kafkiana: unos trabajan y sufren mientras que otros se
divierten. La realidad siempre será superior a la fiction teatral, por
supuesto, otros dirían que vivimos el mito de Sísifo sin saberlo.
Para Grunn, Baño de damas no es solo una obra de mujeres, definitivamente es una
obra feminista, donde los valores, debilidades, inseguridades, contradicciones
y luchas están presentes en el escenario. Cree que el universo profundo de ellas,
las clases sociales, sus miedos y sus aciertos están representadas en la obra y
muchas de esas situaciones no están resueltas. Ellas, las mujeres, y los
transexuales y las lesbianas viven y cuando entran al baño, se sienten seguras,
unidas, acompañadas, fuertes. El sector masculino está mal representado, es
brutal y verosímil pero Santana no tuvo tiempo de maquillarlo.
FUENTEOVEJUNA
El público, que significa el éxito o
el fracaso del espectáculo mismo, disfruta de principio a fin y en la escena
final o el desenlace, cuando las mujeres y el transexual le caen a golpes al
diputado abusador, aplaude frenéticamente, cual si fuese una representación de
la legendario obra Fuenteovejuna (1619)
de Lope de Vega, cuando el populacho castiga al tirano y clama por la presencia
del rey, siempre de origen divino.
A buena hora se muestra esta pieza por su
carácter moralizador y porque da oportunidad al lucimiento de una nueva
generación actoral que se está formando, al lado de intérpretes destacados como
Aura, Francis y Livia, entre otros.
No podía cerrar esta crónica sin dejar de comparar este Baño de dama con Oficina No.1, la versión escénica que hizo Carlos Gimenez de la
novela celebre de Miguel Otero Silva, su último montaje, que estrenó en junio
de 1992, en la sala Anna Julia Rojas. Ese espectáculo era una metáfora sobre el
pais venezolano, era un moneda de dos
caras, la soledad de dos mujeres, Carmen
Rosa y Greta Garbo, una enamorada del
hombre imposible y la otra una prostituta , una misma identidad que es la soledad de un proyecto humano fracasado. Y lo cito
aquí porque Aníbal Grunn fue un alumno dilecto del ahora ausente y aquí no solo
lo alude sino que aplica su sensacional autoría escénica, que lo hizo
grande.
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