Montesinos y tres actores trabajaron en uno de sus espectáculos |
Como no hizo pacto alguno con Lucifer
habría cumplido 85 el pasado 13 de enero y estaríamos disfrutando de su
histrionismo y de su proverbial escritura teatral. Pero este especialista en
enredos del corazón social, ese que ayuda a exorcizar las sórdidas penumbras
existenciales, no pudo superar una de sus crisis normales y aquel 19 de octubre
de 1996 “se fue de gira” voluntariamente.
Era “el madrileño de oro” Fausto
Verdial, quien, para que no lo olvidaran jamás dejó, una sólida herencia de
afectos verdaderos y un legado de consejos destinados a exaltar la utilidad del
amor en el fiero combate cotidiano contra la soledad por intermedio de sus
piezas Todos los hombres son mortales, ¡Y...las mujeres
también!, Los
hombros de América y ¡Qué me llamen loca!, un regalo que le hizo a Tania Sarabia.
VUELVEN LOS HOMBROS
A pesar de ser mortal, Fausto aún no
sale de escena porque el público pide una y otra vez sus obras y las aplaude en
las salas donde se exhiben. Y ahora, gracias al trabajo “en llave” de la
productora Carolina Rincón y el director, además de actor, Héctor Manrique, a partir del 13 de abril, llega al Trasnocho Cultural “una declaración
de amor a Venezuela” como lo es Los hombros de América de
Fausto Verdial, dirigida y actuada por Héctor Manrique y acompañado de Martha
Estrada, Juan Carlos Ogando, Marcela Girón, Pedro Borgo y Stefany Frade,
quienes encarnarán los personajes del más reciente montaje del Grupo Actoral
80.
Los hombros de América fue la primera obra
teatral escrita por Fausto Verdial y su título deriva del poema de Rafael
Alberti “Costas de Venezuela”, donde en la primera imagen, el poeta
afirma que “las montañas de Venezuela son los hombros de América”. “Para
mí, coincidiendo con Alberti, también lo han sido: los hombros que me
sostuvieron y donde me realicé como artista y como ser humano” dijo en una
oportunidad su autor, Verdial.
Se trata de un espectáculo teatral que retrata un caso de ficción,
basado en hechos reales, sobre lo ocurrido a dos familias residenciadas en la
caraqueñísima avenida Urdaneta: una de inmigrantes republicanos españoles; y otra
conformada por una venezolana y un español. Los hombros de
América dividida en tres actos que marcan tres momentos distintos del
drama: 1975, 1977 y 1984 donde se alude a las angustias del ser humano cuando
se interpela acerca de su destino, especialmente si experimenta la crítica
situación del exiliado o inmigrante.
HOMBRES Y MUJERES MORTALES
También son notables sus comedias Todos
los hombres son mortales y ¡Y...las mujeres también! ,
las cuales se han presentado en conjunto, pero en horarios diferentes, con los
actores Juan Manuel Montesinos, Carlos Cruz, Héctor Manrique y Héctor Palma; y las
actrices Fabiola Colmenares, Sonia Villamizar, Beatriz Valdés,
Lourdes Valera y Marisa Román.
En Todos los hombres son
mortales hay tres caballeros maduros (50, 40 y 30 años) y uno más
joven (sobre los 20), quienes comparten un apartamento. Estuvieron casados y
ahora o están divorciados o separados legalmente. Juan ama a una damita a quien
dobla la edad. Mientras que Fernando es el eterno machista, que tiene una novia
desesperada por casarse; ese domingo ella no aparece, lo cual le hace sospechar
que lo cambió definitivamente por otro más resuelto. Renato está separado y se
entera que, durante una visita para ver a sus hijos en común, ella quedó
embarazada, lo cual lo afecta, pues debe volver al hogar. El veinteañero
Vicente disfruta de un noviazgo sano y sueña con casarse en cualquier momento.
¡Y...las mujeres también! es un drama similar al de los hombres. Cuatro féminas presentan los mismos conflictos y ambicionan ser felices. Marina sale con un muchacho, otra es la supermujer Diana que devora a cuanto macho elige y por otro lado está Eva, preñada de su ex marido. Conchita, la joven del grupo, se burla de lo que les pasa a ellas e insiste en perseguir la felicidad en compañía de su novio, consciente de lo que puede ocurrir.
¡Y...las mujeres también! es un drama similar al de los hombres. Cuatro féminas presentan los mismos conflictos y ambicionan ser felices. Marina sale con un muchacho, otra es la supermujer Diana que devora a cuanto macho elige y por otro lado está Eva, preñada de su ex marido. Conchita, la joven del grupo, se burla de lo que les pasa a ellas e insiste en perseguir la felicidad en compañía de su novio, consciente de lo que puede ocurrir.
En estas comedias hay que resaltar
como Fausto logró plasmar el melodrama de cuatro generaciones hombres y mujeres
en el día más crítico de la semana: el domingo, precisamente cuando sus rutinas
existenciales giran en torno a las anheladas llamadas telefónicas de las
hembras y los machos a quienes pretenden o están enamorados.
Como profundo conocedor que era de
las conductas humanas, Fausto exacerba las emociones y las necesidades
afectivas y lo demuestra con esos patéticos personajes que intentan engañarse
pero al final caen rendidos y esperando tener mejor suerte durante la semana
próxima o cuando la situación les cambie dramáticamente. Como comedias son
perfectas y tienen mayor o menor impacto cuando actores y actrices están
inspirados o tienen posibilidades de improvisar o morcillear en función del
cotidiano contexto social actual o por sucesos recientes.
Estos placenteros montajes obedecen a las didascalias originales del dramaturgo, aunque Manrique les ha dado más ritmo a las escenas y pone mayo énfasis en la dirección de los actores. El espectáculo más conmovedor es el masculino: un auténtico melodrama de los machos solitarios, como lo canta José Ignacio Cabrujas en su obra Acto cultural, pero ese es otro tema.
Estos placenteros montajes obedecen a las didascalias originales del dramaturgo, aunque Manrique les ha dado más ritmo a las escenas y pone mayo énfasis en la dirección de los actores. El espectáculo más conmovedor es el masculino: un auténtico melodrama de los machos solitarios, como lo canta José Ignacio Cabrujas en su obra Acto cultural, pero ese es otro tema.
A manera de moraleja, Fausto le
recuerda al público que el tiempo pasa y que los seres humanos envejecen, se
debilitan y se acercan más hacia la imparable muerte biológica. ¡Nadie escapa
de ese destino y es tonto pretender evadirlo!
Estos montajes se desarrollan en el livingroom del apartamento de los caballeros o en el salón de estar que utilizan las damas, vigilados por los rostros warholianos de Marilyn Monroe o de James Dean. Los ocho personajes pertenecen a la golpeada y vituperada clase media venezolana, cuya meta es tener una familia formal y su parejita de hijos, pero sus problemas no son económicos solamente, sino también las respectivas conductas sociales, generadas a su vez por problemas culturales. Todos están condenados de antemano y solo medio se salvan los más jóvenes, por la inexperiencia o la ignorancia. Aunque las mujeres tienen más fortaleza para superar tan amargas situaciones y buena parte de su supervivencia descansa en esa especial amistad que desarrollan entre ellas.
Estos montajes se desarrollan en el livingroom del apartamento de los caballeros o en el salón de estar que utilizan las damas, vigilados por los rostros warholianos de Marilyn Monroe o de James Dean. Los ocho personajes pertenecen a la golpeada y vituperada clase media venezolana, cuya meta es tener una familia formal y su parejita de hijos, pero sus problemas no son económicos solamente, sino también las respectivas conductas sociales, generadas a su vez por problemas culturales. Todos están condenados de antemano y solo medio se salvan los más jóvenes, por la inexperiencia o la ignorancia. Aunque las mujeres tienen más fortaleza para superar tan amargas situaciones y buena parte de su supervivencia descansa en esa especial amistad que desarrollan entre ellas.
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