Miguel Curiel se queja y lo argumenta.
"Memorias
del sub-desarrollo de Titón es una de las
películas “faro” del cine latinoamericano, yo mismo me he propuesto
“continuarla” en un proyecto parte “3” que se sucede en Venezuela (segundas partes
son peligrosas y ya hubo intentos de ella), y por ello me permito parafrasear
este extraordinario film (así como toda la obra de Titón) para la “reflexión”
sobre mi “guerra” para lograr convertir mis historias en imágenes (decir
cinematográfico ya no pertenece al ahora
a si no a un pre-digital que ya no se impone) en él/este “sub-desarrollo”
continuado que vivimos actualmente”, informa el cineasta venezolano Miguel
Curiel.
“Me niego a lloriquear (como todos los
compañeros cineastas) con “reclamos personales”, de hecho el principal enemigo
del cine nacional, a mi entender, son los propios cineastas, sus criterios y
sus egos, salvo raras excepciones de “trincheras” personales que se siguen
debatiéndose contras los “molinos de viento” (véase “ideologías” tal y como así
las concibió el manco de Lepanto)”.
“El sub-desarrollo es una condición mental, a
mi manera de entender, enfermedad ideológica de parte de los “políticos” (cuarta
y quinta) y de los propios “cineastas” y sus proyectos. Condición que está muy
clara en el film de Titón. Incapaces todos ellos de ver la diferencia entre
política (política país), política cinematográfica (imágenes del país), y política cultural (imagen país)”.
“Cuando monté “Latinoamericana de Cine”
(quizás la productora de creadores de cine más importante de nuestra
cinematográfica), para mi estaba claro que había que establecer productoras de
cine, no productoras de “tu” cine. No puedes apostar a un solo caballo, si uno
no gana el otro si, y otros quedan tablas. “El poder” se opuso a esa idea,
quería “atomizar” la producción para dominarla, lo mismo sucede ahora,
directamente pretende que sea “propaganda” de logros (dudosos todos) de una
“política” (política país).cuando los países “desarrollados” están muy claros
en que “más abierto” es la reflexión imagen, más “abierta” das la idea del
“desarrollo” del país, cultura que representas. Más respeto, turismo,
industrias, apoyos, etcétera. Ni Bergman, ni Titón, ni Godard, ni Cassavettes, etcétera,
ellos no vendían una ideología, representaban “la reflexión” de una sociedad
capaz de verse a sí misma, paraíso de todos los logros de un destino país.
Véase los suecos y daneses que han logrado penetrar el mercado internacional”.
“¿Que tiene esto que ver conmigo, mi país y
sus “cineastas”?, creo no redundar cuando me parece que ninguno, ni gobierno y
asociaciones incluidas, se pasean por esta reflexión, reflexión de Titón,
Bergman, Cassavettes, Tarantino, etcétera. Los que le han dado. Sentido a la
imagen de “una cultura” y de un respeto y se abre a todas las opciones de ella
misma”.
Hay que mostrar las heridas como Coriolano,
mi proyecto Al Son de Don Juan
(primer musical película latinoamericana) que “latiniza musicalmente” la ópera
de Mozart - han buscado todas las zancadillas para no darle apoyo, a pesar del
tener Ibermedia y fundación orquestas nacionales, Conga de Dos Lunas que reflexiona sobre una sociedad venezolana sin
petróleo y dominada por la violencia, estilo cómic, “No me lo vas a creer”,
filmada y editada, sobre las fantasías del sexo venezolano (negada su
postproducción por el Cnac), ¿Y tú cómo
ves la vaina? un acercamiento con humor de que “caramba pasa en Venezuela”
ahora, etcétera. Todas negadas, a pesar de sus premios de guión, aportes
internacionales en todos los casos, e interés por las proposiciones”.
“Esto dicho, no se trata solamente de la
incomprensión de mis compañeros cineastas y sus egos, sino de la completa y
absoluta incomprensión cultural del destino de una política para ello, bien sea
de las adiciones privadas como si fuese un
gobierno sordo, ciego y mudo ante sus obligaciones culturales”.
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