La pieza trágica de William Shakespeare, Macbeth, que habría sido representada
por vez primera en ese Londres de 1606, dramatiza las perjudiciales
consecuencias, físicas y psicológicas, de la desmedida ambición política o del
poder en aquellos que lo buscan y justifican sin remordimientos así todos
los medios que aplican para alcanzarlo. Algo muy común en los políticos latinoamericanos,
por cierto.
En este Macbeth,
dirigido por Federico Pacanins y el cual se presenta o se exhibe en el teatro Humboldt, en
San Bernardino, están presentes la lujuria, la ambición, la traición y la
maldad. Pues, su protagonista, Macbeth, es un noble y valeroso militar escocés,
quien, partiendo de una profecía y ante la insistencia de su esposa, Lady Macbeth,
comete regicidio y se convierte en el Rey de Escocia,
situación que conlleva a que ese hombre viva con ansiedad y miedo, volviéndose
incapaz de confiar en sus cercanos. Le tenía pavor hasta su propia sombra, para
decirlo en criollo.
Este texto de Macbeth ya fue representado
en Caracas por Carlos Giménez y Orlando Arocha, en diferentes épocas y salas, cuenta
ahora en este 2020 con otros auténticos
profesionales: Macbeth: José Tomás Angola; Lady Macbeth: Sandra Yajure; Banquo: Gerardo
Soto; MacDuff: Carlos
Abbatemarco; Rey Duncan: José Antonio
Barrios; Malcolm: Carlos Manuel
González; las brujas: Valentina
Garrido, Silvia De Abreu y Andrea Mariña; Médico: Orlando Villalobos; Sargento: Edisson Spinetti; Lennox: Juan Carlos Grisal; Ross: Rafael
Gorrochotegui; Dama de Lady Macbeth: Anakarina Fajardo; Lady MacDuff: Zair Mora; Seyton: Cipriano
Castro Flores; Criada: Camila
González; Soldados: Daniel
Martínez y Andrés Sierra.
Tras el
rotundo éxito de El rey Lear, protagonizada por
el primer actor Jorge Palacios y dirigida por Gerardo Blanco López durante el
año 2019, para este
2020, Macbeth prosigue así la plausible Experiencia Shakespeare que
la Asociación Cultural Humboldt ha organizado con la finalidad de
presentar clásicos como Medida
por medida, Otelo y Coriolano, entre otros.¡Gracias!
Según el crítico Harold Bloom, Macbeth es cualquier cosa antes que una celebración de
la imaginación de Shakespeare, pero es también cualquier cosa antes que una
tragedia cristiana. El personaje Macbeth viola la naturaleza humana, pero
aunque aprende eso cuando inicia la violación, se niega a seguir a su lady
Macbeth en la locura y el suicidio.
Puntualiza Bloom que aunque es tradicional considerar a Macbeth como únicamente aterradora
entre las obras de Shakespeare, “parecerá excéntrico que yo considere que lo
aterrador de esta tragedia es de alguna manera sexual en sus orígenes y en sus
aspectos dominantes. La violencia de Macbeth
nos impresiona sin duda más que a los públicos de su época, pues a muchos,
si es que no la mayoría, de los que asistían a las representaciones de Macbeth se sumaban también a las vastas
multitudes que atiborraban las ejecuciones públicas en ese Londres, que incluían los descuartizamientos
junto a las más civilizadas decapitaciones”.
En síntesis, Macbeth como espectáculo en estos tiempos exige asumir que somos
Macbeth, aunque en la práctica no somos ni asesinos ni médiums, y él sí. Exige del espectador venezolano
del siglo XXI asumir que se trata de un poeta
natural como asesino natural.
Leer el texto y esperar que sus intérpretes
lo asuman así y lo muestren con sus actuaciones, algo que aquí vimos, es un
trabajo mucho más que un puñado de profesionales oscilando en la cuerda floja
de lo demoniaco, especialmente cuando las brujas hacen sus roles y terminan
matando o devorado a Macbeth. ¡Felicitaciones para José Tomas Angola Heredia y Sandra Yajure y, por supuesto, para Federico
Pacanins por desafiar maldiciones y otras intrigas!
Después de ver y disfrutar este Macbeth a la venezolana, nos congratulamos
porque se ha avanzado no solo en la producción sino en su realización global.
No todo se ha perdido ni se ha arado en el mar, como diría nuestro legendario
Simón de la Trinidad.
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