domingo, abril 26, 2020

Satisfecho de mi insatisfacción

José Gregorio Magdaleno.
“Satisfecho creo que nunca lo estamos del todo. La insatisfacción puede ser frustración pero también motivación entendiéndola resorte de búsqueda, de aspiración a completar lo inacabado, aunque tampoco esto sea del todo posible. Lo importante es que esa zozobra, que nos tensa en vilo, es un motor de búsqueda incansable de repuestas, qué terminan siendo más bien preguntas. Así que diría que estoy satisfecho de mi insatisfacción. Son 44 años desde que comencé el intento de ser otro, no la ilusión o el disfraz de otra persona hecho personaje, sino en el sentido de transformarme a mí mismo en otro ser, que después descubres que en realidad el verdadero siempre ha estado allí oculto, un tanto olvidado, escapado de sus dolencias circunstanciales y apariencias de vida, pero enviando mensajes de aliento en pro de su búsqueda, de maneras distintas, a veces insólitas”.
Así piensa y lo escribe Jose Gregorio, el hijo de  Gregorio Magdaleno y Josefina Rodríguez, nacido el 26 de julio de 1958, en Punto Fijo, Estado Falcón. Actualmente, en lo académico, es  Licenciado en Teatro, mención Gerencia y Producción Teatral (IUDET) y Doctorando en Ciencias de la Educación en la ULAC. Títulos y tesis que no son frecuentes en el mundo de las artes escénicas criollas.
 Él afirma que el teatro no es para nada ficción; “es una realidad mítica que la podemos comprobar cuando nuestro cuerpo lo colocamos en el riesgo del conocimiento originado de la experiencia escénica vivencial, en tanto emociones, energías y pensamientos en juego. La ficción en el teatro es un modelo axiomático que construimos para dar vida a lo que apreciamos como verdad, de allí su aparente artificialidad, pero es que desde ese punto de vista el lenguaje todo también sería ficción entonces, pero, ¿no obra el lenguaje como una realidad, no intenta expresarla adquiriendo sus explicación esencial que no es otra que la formación de una realidad refleja, pero realidad al fin? El que existan muchos lenguajes sobre una misma realidad no descalifica a ninguno de ellos como verdad.  Cada lenguaje muta hacia las formas que mejor lo expresan vitalmente. Un buen ejemplo actual son las redes sociales, artificio programado que se sustenta en la realidad virtual, definición de origen”. 
“Las redes, plataformas tecnológicas de conexión inter e impersonal en nuestra época,  se encuentran desarrollando su vida corpórea digital pero también sus cuerpos morales. No se sanciona una cuenta por lo que muestra como expresión de un ser humano detrás de ella, sino por el daño que pueda ocasionar a la existencia de la propia plataforma. Cada vez más los logaritmos son símiles pensantes en procura de la denominada IA. Por tanto, se preserva a sí misma. Y todo esto sucede en la cotidianidad humana. Los niños, hoy en día, expanden desde su organismo físico la memoria visual, todos los procesos psíquicos holográficos, fundamentalmente la imaginación, a través de las imágenes virtuales que accede por medio de dispositivos como Tablet, teléfonos móviles y otros; para ellos, no hay diferencia cognitiva entre sus proyecciones visuales y las imágenes desplegadas en las pantallas. En una ocasión un experto investigador educativo explicaba como su nieto, un niño de seis años,  al responder a sus preguntas, lo hacía complementando con las imágenes encontradas en la red. Lo que en el pasado un niño procesaba a través de dibujos, pinturas en un  libro físico, hoy lo hace con estas plataformas. Y sin dudas, es una realidad absoluta para ellos más allá de consideraciones científicas. No digo que sea bueno o malo, es una realidad que sucede. ¿Hasta dónde realmente la capacidad de decidir, ese acto humano voluntario aunado a la conciencia, no sucumbirá ante la tentación de jugar a ser Dios? Realmente no lo sé, inquieta solo enunciarlo, y no de la manera grata. Así que en resumidas cuentas el teatro es realidad sin dudas”.
“Por supuesto, cuando me inicie en el teatro tenía 17 años, lejos de imaginar lo que el destino me depararía y de todas estas reflexiones; un joven adolescente confundido, recién había fallecido mi padre, tratando de expresar y encontrar su propio camino, pleno de hormonas festivas, afán de toda persona que reconoce el caos interior en el cual vive. Estudié sociología en la UDO, en la ciudad de Cumaná en la región oriental venezolana, un hermoso pueblo del cual guardo apreciados recuerdos. Allí conocí a quien se convertiría en mi maestro fundamental, no solo en el teatro, mucho más en la vida misma, hablo de Juan Carlos De Petre, y el inicio de un largo camino artístico con el Teatro Altosf, una agrupación referente en el teatro latinoamericano y en la producción de nuevas propuestas escénicas. Fue el encuentro con una posibilidad: la de transitar un camino que resarciera los fragmentos revueltos y alienados del ser propio a través del arte, del teatro en lo particular. Para ello, se necesitaba concebir la búsqueda del conocimiento, la mayor misión teatral. Esto es posible por la cualidad empática que privilegia el hacer teatral.
El teatro venezolano, un vistazo
“La realidad actual del teatro venezolano lamentablemente no es la mejor, ni la deseada, y no es por carencia de capacidades, al contrario, hay muchísimos niños,  jóvenes, adultos, hombres y mujeres capaces de abordar el hecho creativo con todo el vigor que ello exige. Sin ánimo de querer dar explicaciones sobre los procesos históricos del teatro a la ligera, ya que ello demandaría estudios metódicos en el tiempo, existe hoy en día, más allá de las actuales condiciones económicas del país,  una precariedad arrastrada por décadas en los modos laborales que repercute en todas las dimensiones del hecho teatral, al punto que se ha desvanecido todo foro artístico trascendente. Esto deviene por variadas causas, entre ellas, la serie de desatenciones hacia el teatro en su faz de arte desde las distintas administraciones que han conducido al país, salvo contadas excepciones generalmente gracias a iniciativas personales de dirigentes culturales, y no precisamente debido a políticas coherentes de una visión país cultural del Estado”. 
“Basta dar un vistazo para ver la desaparición de colectivos artísticos teatrales por un lado, y por otro, la disminución de una significativa cantidad de esos grupos de teatro en todo el país, quedando unos pocos que han logrado mantenerse a través del tiempo; solo sobrevive un puñado de ellos bajo esfuerzos titánicos; los festivales regionales y locales, de origen no oficial, están extintos en su mayoría o reducidos a su mínima expresión; las salas alternativas y escuelas de teatro no oficiales luchando con las uñas para no desaparecer, hasta quién sabe cuándo, y así seguiríamos. Creo que también es nuestra propia responsabilidad, si queremos alejarnos de la quejumbre especulativa y tratar de ser justos en la mirada. A través del tiempo se han constituido agremiaciones teatrales que temporalmente lograron ciertos avances, pero insuficientes de hecho; recordemos recientemente, AVEPROTE, UNETEATRO, la Red Nacional de Teatro y Circo de Venezuela, o iniciativas como la Asociación de Teatro Popular ATP, la Asamblea de Teatros Independientes, el Colegio de Licenciados en Teatro, el Círculo de Grupos de Teatro- CELCIT, el proyecto IMPREC, entre otras, pero ciertamente no logramos cohesionar un cuerpo teatral nacional, que aun con sus contradicciones, pudiese mantener en el tiempo un sentido vigilante del hacer teatral en toda su diversidad laboral, social, frente a la sociedad, al Estado, y  a todas las instancias e instituciones nacionales, incluyendo el propio medio artístico en pro de su crecimiento. No pudimos, hasta ahora, constituir un aparato gremial  permanente adecuado a nuestra sociedad, quizás entre otras razones, por las necesidades y aspiraciones personales, las circunstancias y obstáculos de vida, la carencia de una cultura gremial sólida, no fragmentada, la incomprensión de las circunstancias históricas, sin olvidar que todos estos cuerpos gremiales se sostenían en sus miembros, mayoritariamente de escasos  recursos materiales;  no eran entes públicos, por tanto sus recursos siempre fueron muy limitados en contraste con los aparatos de poder político y económico en Venezuela. En fin, lo importante en todo caso, es reconocer la imposibilidad para poder vislumbrar la posibilidad.” 
“Por otro lado observo la consideración de un teatro oficial como la política fundamental del Estado a través de instituciones y eventos adscritos al aparato administrativo público de gobierno, dejando abandonadas las manifestaciones independientes, alternativas, que suelen ser las que vigorizan el tejido social, artístico, el pensamiento estético y la formación filosófica, del medio teatral y de toda la sociedad en este sentido, por provenir de las propias comunidades artísticas. Por supuesto, las instituciones y estructuras oficiales culturales siempre han existido, existen y seguirán existiendo, dada la potestad de los organismos culturales con autoridad para ello; el problema no radica allí, sino en el abandono y desinterés hacia la generación de políticas que estimulen la cultura teatral  venezolana en todo su espectro nacional, atendiendo con mayor sustancia al mandato constitucional. Ojala esto cambie, son mis deseos, a pesar del dicho popular, “los deseos no empreñan”.  
La investigación en el teatro, la creación
“Es que la creación es una realidad que cada día aborda con mayor contundencia la existencia humana. Acabó de cerrar un ciclo de una investigación que concluyó provisionalmente tras más de tres años de trabajo en una tesis doctoral sobre el proceso creador en el teatro. Y hay reflexiones que son claras, por lo menos en lo que respecta al cuerpo informativo estudiado. El ser humano nació, no solo para perpetuarse como especie, sino para crear. La creación es una capacidad inherente a su especificación humana constituida para formar vida, más allá de la naturaleza biológica. Una capacidad, un poder, peligrosísimo si no atendemos a razones éticas en cuanto a la preservación del planeta y de la propia humanidad. Esta capacidad puede crear vida pero también puede destruirla. Después de la Segunda Guerra Mundial justamente tras la bomba de Hiroshima, a la ciencia (igual que el arte requiere de la creatividad de sus hacedores) le fue imposible mantener su impoluta posición neutral científica. El compromiso de tal objetividad en las ciencias era imposible mantener. Prestigiosos científicos en el mundo alzaron su voz para hablar de una nueva ciencia, encabezados por el propio Einstein, delatando la necesidad de una mayor trasparencia responsable en cuanto a  propósitos políticos e intereses económicos que lesionen la vida humana”. 
“Igualmente pude configurar en el modelo propuesto en esta investigación la existencia en nuestra psiquis  de una conciencia creare, así llamada en el estudio, capaz de abrazar el proceso creador y expresar su realización, entendiendo la actividad cognitiva desplegada en la actividad creativa. El proceso creador es absolutamente individual aunque requiera del concurso de otros para su integración y expresión, tal como sucede en el teatro, pero debe atenderse en su anterioridad procesal. Por ello, la preciada libertad para el ser humano, atesorada por los actores, que constituye procedimiento, y a su vez, logro manifiesto en la autónoma percepción decisoria personal, cualificada “libertad interior”, por Carl Rogers en su obra”.
“Por cierto, existe una investigación de muchísima importancia llevada a cabo por la Doctora Elisabeth Gutiérrez, en 1992, sobre el proceso creador en los escritores, trabajando con José Balza, en narrativa, Luis Alberto Crespo, en poesía, y José Ignacio Cabrujas, en dramaturgia. Ella no solo fue pionera en Latinoamérica sobre estudios de procesos creadores en el arte sino también en la implementación de los métodos cualitativos en investigación. Gutiérrez encontró que subyace un patrón en el proceso de creación escrita, estableciendo un modelo constituido por cuatro ámbitos de influencia. Es una lástima que estos trabajos permanezcan prácticamente empolvados por la inacción de nuestra institucionalidad educativa e investigativa. Este trabajo se constituyó en un antecedente vital para el desarrollo de mi investigación, conjuntamente con las teorías y principios filosóficos de Aristóteles, Freud, Jung, Piaget, Vygotsky, Stanislavski, Grotowski, Barba, Brook, Gené, De Petre, entre otros tantos investigadores sobre el aprendizaje, la psiquis y la creatividad,  y creadores dedicados al conocimiento teatral”. 
La pandemia que nos azota
“Es imposible no mencionar la actual realidad mundial que vive la humanidad, estamos completamente afectados por la pandemia del Covid-19, declarada así por la OMS, desde la globalidad planetaria hasta nuestros actos más íntimos en el seno de nuestros espacios familiares e individuales. Aunque estamos aún en pleno shock, tratamos de reaccionar cada quien cómo puede y desde sus responsabilidades. Pero sin dudas todo ha cambiado, todo, hasta lo que no parece, y lo que sigue pareciendo igual. Será entonces imposible ocultar los cuestionamientos que ya comienzan a flotar ante esta dura realidad. La semántica misma se ve comprometida en su acción real. Por ejemplo, cómo hablar entonces de una “seguridad social” que no es segura ni social. Los sistemas de pensiones, sanitarios, de salud, se verán seriamente afectados más allá de la crisis actual. Un trabajador o profesional en edad productiva podría sentir ante los sucesos actuales que los aportes económicos  que hace, variados porcentualmente según cada país, no le garantizarán para nada que en su vejez ante hechos similares de la actualidad se encuentre a merced, literalmente, de las decisiones de los  dirigentes políticos de turno, como han asomado algunos mandatarios europeos al pronunciarse sobre no atender a la población mayor en los hospitales, considerándola prescindible en relación a un enfermo más joven. Han denunciado hechos, ya las investigaciones, si las hacen, dirán cuan ciertas son, sobre la decisión de quitarle un respirador a una persona para dárselo a otro que consideren con mayores posibilidades de sobrevivencia, denuncias hechas en algunos países de los denominados desarrollados. Una especie de eutanasia no asumida o peor aún, una velada o inconsciente acción que rememora la eugenesia y sus distorsiones aplicadas. Igual sucede con el manejo de la información, ya sea por omisión de ella, por desarticulación. China, pongamos por caso, está siendo acusada de mantener oculta información al respecto, y los últimos reportes periodísticos parecieran confirmarlo. O los procedimientos retardados llevados a cabo bajo decisiones escandalosas como en Brasil o Estados Unidos, por ejemplo. Son muchas aristas, y lo cierto es que comienzan a expresarse contradicciones entre nociones de Estado y Ciudadanía,  modelos económicos y políticos, el Poder en todas sus formas y los individuos y sus necesidades. En el centro del huracán los seres humanos, nosotros. La sospecha se fortalece. Ojala, siguiendo con los deseos, los más sean solo bulos, rumores de redes, aunque la sola mención no deje de preocupar”.  
“Hay dos textos que seguramente a muchos le han asaltado en estos días: El teatro y su doble, de Antonin Artaud y La peste de Albert Camus; el primero nos aborda a partir de la peste registrada en la ciudad de Cagliari, Cerdeña, en 1720, la expresión de una enfermedad mortal desnudando las laceraciones del alma, metáfora viva de las revelaciones que Artaud encuentra entre el arte, el teatro, la peste y las pasiones humanas. “El espíritu cree lo que ve, y hace lo que cree: Tal es el secreto de la fascinación” nos dice Artaud. Fascinación de quien mira expectante las revelaciones ante sí, no otra que la desnudez de la conciencia, manifiesta en actos heroicos, estoicos, solidarios, pero también en acciones mezquinas, arrogantes y criminales; caída de los velos morales, espejismos interesados. Por ello, la sencilla repuesta, cura de la peste, que el personaje Rieux recomienda a Rambert, en la novela de Camus, La peste: “… el único medio de luchar contra la peste es la honestidad”. La verdadera enfermedad no es la peste; lo es el asesinato de nuestra fe, la que ve el espíritu que encarnamos, la que crea vida. Mas, cada quien sabrá mostrar sin ocultamientos la honestidad de sus actos, tras buscar el lugar salvo de la peste que corroe toda intención resarcida, trasformación que Artaud  vislumbra en la enfermedad  y cauta esperanza que Camus delinea en la vida de su alegórica ciudad de Orán, salvaguardada por el conocer”. 
Esperanza y porvenir
“Por último, quiero cerrar con los proyectos en ciernes, los artistas siempre los llevan consigo. Estamos atravesando momentos difíciles para la vida humana, y todo está en riesgo; sin embargo, el arte desde sus primeros vestigios en la prehistoria, las cuevas de Altamira y Laseff, ha sobrevivido mientras se preserve la humanidad;  pandemias, catástrofes, guerras, ya han transitado por el mundo. El teatro lo seguirá haciendo, ahora es tiempo de atender lo que acontece, la lucha contra este virus para detener su letal acción, y la necesaria reflexión y cuidado de cada uno”.  
Creo que si algo he aprendido del arte es su aliento permanente de lo imposible posible, diría  Aristóteles;  que no es más que toda esperanza es cierta. Así que espero poder concluir el montaje de la nueva obra  Esperando a Phil Collins, producida por Igual a Uno Teatro, y además poder cumplir con el compromiso de asistencia a una serie de eventos en México con la obra Tropical, tan pronto las condiciones lo permitan. Ya llegará ese tiempo. Así mismo proseguir con los propósitos personales, los afectos, y ahora sí, aspirar con “el deseo que no desea”, palabras de bien que De Petre ofrece en sus obras, cuando se espera con vehemencia serena que el porvenir será ajustado a lo sembrado en las almas. Así espero que el corrosivo temor por tan pequeño y feroz virus se desvanezca pronto, por el bien de los justos, ojala podamos serlos todos”. 








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