Los dramaturgos no lo dicen en público, pero sí les gusta cuando sus piezas cruzan fronteras. Es la prueba de fuego para sus textos y si conquistan esos públicos recibirán comentarios y pagos por sus derechos de autor. Recordamos esto porque mientras en Venezuela la mayoría de autores pasa más trabajos que ratón en ferretería para ver escenificadas sus obras, allende las fronteras, específicamente en Nueva York, los amantes del teatro han disfrutado con tres obras escritas por criollos.
Nos referimos a O.K. de Isaac Chocrón, Golondrina de Aminta de Lara y Baño de damas de Rodolfo Santana. O sea que en "la capital del Imperio", estos escritores han lanzado sus respectivos discursos, los cuales, y no es por coincidencia, son contra el poder omnímodo y no precisamente sometido a las normativas de la democracia. Por algo es que en este país, en el siglo XIX, brotó la libertad sudamericana y desde ese entonces se lucha para que imperen los derechos humanos.
¿Por qué en Venezuela escenifican tan poco a sus dramaturgos? Al foráneo se le prefiere por sus "novedades" o porque da "prestigio" hacerlo en función de las imágenes mediáticas que encarnan a sus personajes. Y eso ocurre también en Madrid, París, Londres o Nueva York. Es necesaria una campaña, liderizada por el Estado o los gremios, para que los textos criollos tengan dignas y permanentes representaciones en escena. No es discriminación ni chauvinismo solapado.¡Es justicia defender al talento vernáculo!
Pero mientras llega ese momento, hay que recordar que Baño de damas fue estrenada en 1987 en el Ateneo de Caracas y dirigida por Ibrahim Guerra. Desde entonces la han montado en Bogotá (1989), República, Dominicana (1999), Puerto Rico (1991), Perú (1993), México (1994 y 2003), Miami (2005) y Milán (2006). Ahora se exhibe con cuidada producción del Thalía Spanish Theater, en Queens, dirigida muy correctamente por el profesional criollo Pedro De Llano. Actúan las venezolanas María Angélica Ayala, Alma D’ Cruz, Jennifer Díaz y Angélica Guvernez, las mexicanas Laura Patalano y Elka Rodríguez, las colombianas Martha Osorio y Ángela Pérez, y las dominicanas Laura Gómez y Lorena Jorge; además, intervienen los actores mexicanos Francisco Fuertes y Premier Solís.
En la puesta en escena se sacó ventaja del histrionismo de sus actrices y las patéticas situaciones que ahí se generan. De ese montaje que vimos, recientemente en Nueva York, hay que reiterar que es una pasmosa radiografía sobre la corrupción del poder en Venezuela y, por extensión, a todo el continente y particularmente en aquellos países donde los mecanismos de control social no funcionan. Eso es lo que se mostró, en funciones alternas para público hispano y estadounidense, con cómicas y hasta melodramáticas situaciones que viven diez mujeres y un travestido (símbolo del artista que asume otros personajes, incluso hasta diferentes conductas sexuales), todos encerrados en el baño de las féminas de una discoteca. ¡Tiene absoluta vigencia!
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