José Simón Escalona (Ciudad Bolívar, 14 de mayo de 1954) ha demostrado sobre la escena que La Celestina o La tragicomedia de Calixto y Melibea, tal como la escribió Fernando de Rojas (España, 1470-1541) hace 508 años, sí tiene total vigencia en estos tiempos bolivarianos, especialmente por la adaptación del lenguaje y la reestructuración de su texto, además de la minimalista puesta en escena.
La Celestina originalmente es un retrato impactante de una sociedad en transición, de la Edad Media al Renacimiento, con el oscurantismo y la decadencia que generó esa Edad Media y el inicio de la revolución renacentista. Y eso lo extrapola Escalona para estos tiempos gracias a su versión “social”, donde acentuó la crisis de la burguesía y el feroz enfrentamiento entre pobres y nuevos ricos, mientras el erotismo original es aplastado por el conflicto social, al tiempo que los pobres buscan mañas para burlar a los ricos. El monólogo final de Melibea, antes de morir, lo resume todo: “Yo dejé al mundo sin amor, yo deje al mundo sin juventud”.
Por supuesto que Escalona no sufrió una hernia de sus meninges para darle esa contemporaneidad al texto y a lo que ahí se encierra, pues el mismo Miguel de Cervantes Saavedra acotó que La Celestina es un “libro, en mi entender divino si encubriera más lo humano”. Todo eso lo interpreta el ensayista alemán Ernesto Volkening al insistir en que esa obra cautiva a los modernos de tal manera que deben tener la impresión de estar conversando con sus propios contemporáneos; “tanto así que les parecerá inconcebible que una pieza de acentos tan extrañamente familiares haya sido escrita antes de 1500, poco después de la caída de Granada y del descubrimiento de America. En efecto, nada encubre la tragicomedia de Calixto y Melibea; todo lo contrario, muestra al hombre en la purpúrea magnificencia de sus pecados y de cuanto le es propio: la codicia, la astucia, la servidumbre y la grandeza, el poder, la fragilidad y el abismo del corazón”.
También hay que precisar que tres versiones escénicas de La Celestina fueron presentadas en Caracas durante los últimos 38 años. Las dos primeras las hizo Carlos Giménez 1946-1993) y la última es la adaptación y puesta en escena adelantada por Escalona con su agrupación Theja, la cual hace temporada en el Teatro Alberto de Paz y Mateos.
Giménez hizo énfasis en aquellos montajes —exhibidos en los setenta y ochenta—, en el erotismo de los jóvenes y sus problemas para amarse, por lo cual la puta vieja o Celestina hace de las suyas para unirlos, invocando incluso al diablo; además usó para su segunda puesta en escena al excelente actor Alexander Milic como Celestina. Mientras que Escalona, recurrió también al travestismo del siniestro personaje (encarnado por Juan Carlos Gardié) y remarcó así el confuso ambiente social donde se desenvuelven los amantes, que es el desencadenante del trágico final.
Escalona, en los festejos de sus 40 años de vida artística con esta “celestinada”, logró un estremecedor, minimalista, depurado y creativo espectáculo, apuntalado en una monumental puerta de hierro (su peso está por los mil kilos) la cual funge además de balcón para los enamorados y protege o tapa al burdel de la puta vieja o a la morada de la apasionada Melibea o al palacete de Calixto. Y a esto se agregan las acertadas actuaciones de Juan Carlos Gardié, Nacarid Escalona, Nacho Huett, Emerson Rondón, Maigualida Escalona, Eben Renán, Raquel Yánez, Rafael Ortiz y Kellyns Herrera. ¡Sorpresa!
Esta versión de La Celestina le permite a Escalona el más sencillo y el más creativo de todos los montajes que ha realizado en cuatro décadas. Desechó las maquinas, los desnudos y la parafernalia escénica para mostrar una caja negra donde la puerta de hierro es el ingreso al averno de la lujuria o a los hogares de los amantes o la guarida de la puta vieja que desencadena la tragedia. Todo eso servido por un elenco vestido eclécticamente y muy al estilo siglo XXI.
La Celestina originalmente es un retrato impactante de una sociedad en transición, de la Edad Media al Renacimiento, con el oscurantismo y la decadencia que generó esa Edad Media y el inicio de la revolución renacentista. Y eso lo extrapola Escalona para estos tiempos gracias a su versión “social”, donde acentuó la crisis de la burguesía y el feroz enfrentamiento entre pobres y nuevos ricos, mientras el erotismo original es aplastado por el conflicto social, al tiempo que los pobres buscan mañas para burlar a los ricos. El monólogo final de Melibea, antes de morir, lo resume todo: “Yo dejé al mundo sin amor, yo deje al mundo sin juventud”.
Por supuesto que Escalona no sufrió una hernia de sus meninges para darle esa contemporaneidad al texto y a lo que ahí se encierra, pues el mismo Miguel de Cervantes Saavedra acotó que La Celestina es un “libro, en mi entender divino si encubriera más lo humano”. Todo eso lo interpreta el ensayista alemán Ernesto Volkening al insistir en que esa obra cautiva a los modernos de tal manera que deben tener la impresión de estar conversando con sus propios contemporáneos; “tanto así que les parecerá inconcebible que una pieza de acentos tan extrañamente familiares haya sido escrita antes de 1500, poco después de la caída de Granada y del descubrimiento de America. En efecto, nada encubre la tragicomedia de Calixto y Melibea; todo lo contrario, muestra al hombre en la purpúrea magnificencia de sus pecados y de cuanto le es propio: la codicia, la astucia, la servidumbre y la grandeza, el poder, la fragilidad y el abismo del corazón”.
También hay que precisar que tres versiones escénicas de La Celestina fueron presentadas en Caracas durante los últimos 38 años. Las dos primeras las hizo Carlos Giménez 1946-1993) y la última es la adaptación y puesta en escena adelantada por Escalona con su agrupación Theja, la cual hace temporada en el Teatro Alberto de Paz y Mateos.
Giménez hizo énfasis en aquellos montajes —exhibidos en los setenta y ochenta—, en el erotismo de los jóvenes y sus problemas para amarse, por lo cual la puta vieja o Celestina hace de las suyas para unirlos, invocando incluso al diablo; además usó para su segunda puesta en escena al excelente actor Alexander Milic como Celestina. Mientras que Escalona, recurrió también al travestismo del siniestro personaje (encarnado por Juan Carlos Gardié) y remarcó así el confuso ambiente social donde se desenvuelven los amantes, que es el desencadenante del trágico final.
Escalona, en los festejos de sus 40 años de vida artística con esta “celestinada”, logró un estremecedor, minimalista, depurado y creativo espectáculo, apuntalado en una monumental puerta de hierro (su peso está por los mil kilos) la cual funge además de balcón para los enamorados y protege o tapa al burdel de la puta vieja o a la morada de la apasionada Melibea o al palacete de Calixto. Y a esto se agregan las acertadas actuaciones de Juan Carlos Gardié, Nacarid Escalona, Nacho Huett, Emerson Rondón, Maigualida Escalona, Eben Renán, Raquel Yánez, Rafael Ortiz y Kellyns Herrera. ¡Sorpresa!
Esta versión de La Celestina le permite a Escalona el más sencillo y el más creativo de todos los montajes que ha realizado en cuatro décadas. Desechó las maquinas, los desnudos y la parafernalia escénica para mostrar una caja negra donde la puerta de hierro es el ingreso al averno de la lujuria o a los hogares de los amantes o la guarida de la puta vieja que desencadena la tragedia. Todo eso servido por un elenco vestido eclécticamente y muy al estilo siglo XXI.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario