Si en Venezuela no hay mucha pasión para escenificar a los autores nativos, por razones que obviamos recontar aquí, no se puede pedir que se representen a los dramaturgos colombianos. Sin embargo la escena caraqueña ha dado una sorpresa al mostrar un texto de un destacado escritor del vecino país.
Pero antes hay que destacar, una vez más, que la Casa del Artista prosigue con su positiva política de abrir sus espacios escénicos a las agrupaciones que no tienen acceso a las otras salas, bien sea porque carecen de recursos económicos, figuran en “listas negras” o no practican conspicuos “patrones estéticos”, por lo que les cierran las puertas. Esas trabas imperan en varias instituciones que controlan los espacios teatrales y son perversas rémoras de épocas no superadas; generan frustraciones porque no hay alternativas para que los nuevos grupos o los que carecen de “palancas” puedan exhibir sus creaciones, que pueden ser aportes estéticos o simples experimentos fallidos. Todavía en el país no existe una política teatral destinada a facilitarles el camino hacia la prueba de fuego a todos aquellos que recién comienzan o que no han tenido nunca oportunidad de subirse a un escenario y convocar una mínima audiencia.
En resumen, la Casa del Artista es uno de los espacios alternativos más frecuentados y donde hay posibilidad de ser sorprendido por algún espectáculo, como precisamente nos ocurrió con el grupo Comediantes de Tabla Teatro y su montaje La madriguera, del dramaturgo Jairo Aníbal Niño (Moniquirá, Boyacá, Colombia 1941), con la participación de Ricardo Rodríguez, Miguel E. Rojas y Gladys Peña.
Niño es en la actualidad uno de los escritores más reconocidos y respetados del ámbito lationoamericano. De pequeño se inició con los libros, los aviadores y los gitanos. De ellos aprendió las artes del vuelo y de la imaginación, que es otra de las formas de volar. Viajó de joven por su país y conoció las aldeas y las ciudades, las escuelas, los ríos, la selva y el mar. En su adolescencia ejerció diversos oficios. Fue ayudante de camión, actor de teatro, aprendiz de mago y marinero. En su época de estudiante universitario integró el grupo de pintores La Mancha. Tras su paso por la pintura fundó y dirigió grupos de teatro. En 1966 su obra El monte calvo, una de las mas exhibidas en Caracas, obtuvo el primer premio en el I Festival Nacional de Teatro Universitario. En 1967 la misma obra recibe el premio al Mejor Espectáculo Libre del V Festival Mundial de Teatro de Nancy (Francia). Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, francés, alemán, portugués, finlandés, eslovaco y chino. Como conferencista y director de talleres ha desarrollado su trabajo a lo largo y ancho de Colombia y se ha presentado en diversos espacios de México, Venezuela, España, Costa Rica, Uruguay y Argentina. Ha sido catedrático de varias universidades y director de la Biblioteca Nacional de Colombia.
En La madriguera plasma la historia de un presidente sudamericano que, ante el estallido de una revuelta popular, huye junto a su secretario privado y logra refugiarse en un escondite secreto, a la espera de la respuesta de las tropas leales. La pregunta que se harán los espectadores es: ¿Lo logrará?
El tema y la argumentación de la pieza, dada a conocer hacia 1979, no son novedosos, salvo la peculiar historia de ese mandatario que llegó al poder tras un asesinato y un golpe de Estado. No es la saga de un gobernante elegido democráticamente que se esconde para salvar el pellejo. Abusa de situaciones lúdicas para aumentar las páginas del libreto, cuando podía haber suministrado más información sobre los protagonistas o revelar sus conceptos en torno al poder. En síntesis: ha envejecido notablemente y sólo un buen “dramaturgista” puede salvarla.La puesta en escena, carente de recursos creativos, acentúa la precariedad del texto y hace insoportable los 50 minutos del espectáculo, donde los actores González y Rojas se esfuerzan para darle un mínimo de dignidad a su trabajo, que carece de una mínima dirección
Pero antes hay que destacar, una vez más, que la Casa del Artista prosigue con su positiva política de abrir sus espacios escénicos a las agrupaciones que no tienen acceso a las otras salas, bien sea porque carecen de recursos económicos, figuran en “listas negras” o no practican conspicuos “patrones estéticos”, por lo que les cierran las puertas. Esas trabas imperan en varias instituciones que controlan los espacios teatrales y son perversas rémoras de épocas no superadas; generan frustraciones porque no hay alternativas para que los nuevos grupos o los que carecen de “palancas” puedan exhibir sus creaciones, que pueden ser aportes estéticos o simples experimentos fallidos. Todavía en el país no existe una política teatral destinada a facilitarles el camino hacia la prueba de fuego a todos aquellos que recién comienzan o que no han tenido nunca oportunidad de subirse a un escenario y convocar una mínima audiencia.
En resumen, la Casa del Artista es uno de los espacios alternativos más frecuentados y donde hay posibilidad de ser sorprendido por algún espectáculo, como precisamente nos ocurrió con el grupo Comediantes de Tabla Teatro y su montaje La madriguera, del dramaturgo Jairo Aníbal Niño (Moniquirá, Boyacá, Colombia 1941), con la participación de Ricardo Rodríguez, Miguel E. Rojas y Gladys Peña.
Niño es en la actualidad uno de los escritores más reconocidos y respetados del ámbito lationoamericano. De pequeño se inició con los libros, los aviadores y los gitanos. De ellos aprendió las artes del vuelo y de la imaginación, que es otra de las formas de volar. Viajó de joven por su país y conoció las aldeas y las ciudades, las escuelas, los ríos, la selva y el mar. En su adolescencia ejerció diversos oficios. Fue ayudante de camión, actor de teatro, aprendiz de mago y marinero. En su época de estudiante universitario integró el grupo de pintores La Mancha. Tras su paso por la pintura fundó y dirigió grupos de teatro. En 1966 su obra El monte calvo, una de las mas exhibidas en Caracas, obtuvo el primer premio en el I Festival Nacional de Teatro Universitario. En 1967 la misma obra recibe el premio al Mejor Espectáculo Libre del V Festival Mundial de Teatro de Nancy (Francia). Algunos de sus textos han sido traducidos al inglés, francés, alemán, portugués, finlandés, eslovaco y chino. Como conferencista y director de talleres ha desarrollado su trabajo a lo largo y ancho de Colombia y se ha presentado en diversos espacios de México, Venezuela, España, Costa Rica, Uruguay y Argentina. Ha sido catedrático de varias universidades y director de la Biblioteca Nacional de Colombia.
En La madriguera plasma la historia de un presidente sudamericano que, ante el estallido de una revuelta popular, huye junto a su secretario privado y logra refugiarse en un escondite secreto, a la espera de la respuesta de las tropas leales. La pregunta que se harán los espectadores es: ¿Lo logrará?
El tema y la argumentación de la pieza, dada a conocer hacia 1979, no son novedosos, salvo la peculiar historia de ese mandatario que llegó al poder tras un asesinato y un golpe de Estado. No es la saga de un gobernante elegido democráticamente que se esconde para salvar el pellejo. Abusa de situaciones lúdicas para aumentar las páginas del libreto, cuando podía haber suministrado más información sobre los protagonistas o revelar sus conceptos en torno al poder. En síntesis: ha envejecido notablemente y sólo un buen “dramaturgista” puede salvarla.La puesta en escena, carente de recursos creativos, acentúa la precariedad del texto y hace insoportable los 50 minutos del espectáculo, donde los actores González y Rojas se esfuerzan para darle un mínimo de dignidad a su trabajo, que carece de una mínima dirección
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