Nació en el cuerpo de un hombre y siempre soñó con ser toda una mujer física y legalmente. Ahora, gracias a la habilidad de cirujanos y psicólogos, está apunto de lograrlo. Pero la felicidad de esa dama de quirófano no es completa y requiere del apoyo de su familia sanguínea. Eso y mucho más se podrá ponderar en el espectáculo teatral La quinta de Dayana, el cual será exhibido desde el próximo 19 de julio en la sala de conciertos del Ateneo de Caracas.
TRANSGÉNERO TEATRAL
La quinta de Dayana, de Elio Palencia (Maracay, 1963) producción del grupo Bagazos, dirigida por Gerardo Blanco López, se atreve a tocar temas serios disfrazados con absurdo, sarcasmo y humor. Una pieza que propone evaluar la idiosincrasia criolla y asumir riesgos, que habla de intolerancia y aceptación, y además confronta con diversas posiciones en la vida, entre otras, la realidad del transgénero dentro del seno familiar. Es protagonizado por Elaiza Gil (que encarna al transexual Dayana) y está acompañada por Marisol Matheus, Francis Romero y Adrián Delgado, Mabe Hernández, José Medina, Cipriano Castro, Natalia Hoyos, Geira González y Lucía Ruiz.
En pleno corazón de la costa venezolana se desarrolla esta saga sobre una disfuncional y numerosa familia criolla, a la cual pertenece Dayana, quien decidió residenciarse en Canadá para hacer realidad su sueño de vida: someterse a un largo y complejo proceso de transgénero y así ser física y legalmente una mujer. Para concretar su ideal, se ve obligada a hacer algo que nunca antes hizo: pedir un favor a su familia que vive en una casa quinta, la cual ella con mucho esfuerzo compró, dando la inicial y pagándola mes a mes durante 15 años.
DRAMATURGUIA
Elia Palencia revela que La quinta de Dayana salió de su recurrente interés por autocuestionarse acerca de nuestros mapas como venezolanos, la memoria, la posibilidad de evolucionar y lo crueles que podemos llegar a ser con el que es diferente. “En lo anecdótico, me inspiró una inmigrante vestida de joropera y banda de Miss Venezuela en la Parada Gay de Montreal, hace unos años. Y lo hice porque, como siempre, quisecompartir preguntas desde el teatro, un espacio posible para lo que no existe y puede ser. Y también para sacar a la luz la diversidad que somos. Las minorías son parte de nuestra sociedad, la enriquecen y deben ser respetadas”.
Y como vivimos en medio de un complejo proceso político, del cual nadie puede estar exento, Palencia aclara que escribió esta pieza porque en todo lo que hacemos subyacen posturas vitales y, dentro de ellas, la política. Pero aclaró que, en este caso, el tema es la injusticia dentro del ámbito familiar. “La condición de transexual de la protagonista es un tema colateral, que detona y complejiza lo que me propuse plantear”.
Insiste en que una sociedad de progreso, que aspira a la felicidad de todos sus habitantes, es tan fundamental la libertad como la justicia. “Los cambios desde el ámbito jurídico que están ocurriendo en México y Colombia, por ejemplo, así como al ver la caraqueña marcha gay de este año, algo que no ocurría hace dos décadas, me hace ser optimista respecto a Venezuela. La conciencia de las minorías, su participación y beligerancia va generando cambios para que el colectivo crezca”.
Elio, con no menos de una docena de textos teatrales, la mayor parte escenificados, defiende los avances sociales y políticos del movimiento GTBL en Europa y parte de América, y comenta que todos han luchado por logros como el matrimonio y, según entienda, continúan con otros pendientes como la adopción, así como con el seguimiento a las reivindicaciones obtenidas. Las leyes son fundamentales, pero luego viene la aplicación en la convivencia, donde aún hay mucho por hacer”.
Reconoce que sigue intentando ser coherente con sus necesidades expresivas más esenciales como dramaturgo y en especial con su imaginario, donde está el modo de ser de los habitantes de este país, de donde suelen brotar sus personajes. Este año, además de ser editado por la editorial El Perro y la Rana, le estrenarán un par de textos y acaba e presentar una pieza breve en el Teatro San Martín dentro de un ambicioso proyecto sobre la figura del padre en el continente.
El autor de La quinta de Dayana, que se gana la vida escribiendo una telenovela de Venevisión, reitera que el tema del dinero suele levantar ronchas hasta en las mejores familias, y la del transexual Dayana no es de las mejores, pero tampoco es la excepción. “El caso es que justo cuando van a arreglar cuentas salen a flote los verdaderos sentimientos e resentimiento, egoísmo, intolerancia, y desprecio, o apoyo y solidaridad eterna de cada miembro. Dayana deberá confrontar a una familia quebrada y elegir entre dos alternativas de vida excluyentes e imperfectas ambas”.
Este es un montaje rebosante de humor y picardía que pretende mostrar al público una historia sobre la tolerancia, la confrontación de diversas posiciones en la vida y la realidad del transgénero, su crítica y ese dejo de machismo que provoca este tema en la sociedad actual.
TRANSGÉNERO TEATRAL
La quinta de Dayana, de Elio Palencia (Maracay, 1963) producción del grupo Bagazos, dirigida por Gerardo Blanco López, se atreve a tocar temas serios disfrazados con absurdo, sarcasmo y humor. Una pieza que propone evaluar la idiosincrasia criolla y asumir riesgos, que habla de intolerancia y aceptación, y además confronta con diversas posiciones en la vida, entre otras, la realidad del transgénero dentro del seno familiar. Es protagonizado por Elaiza Gil (que encarna al transexual Dayana) y está acompañada por Marisol Matheus, Francis Romero y Adrián Delgado, Mabe Hernández, José Medina, Cipriano Castro, Natalia Hoyos, Geira González y Lucía Ruiz.
En pleno corazón de la costa venezolana se desarrolla esta saga sobre una disfuncional y numerosa familia criolla, a la cual pertenece Dayana, quien decidió residenciarse en Canadá para hacer realidad su sueño de vida: someterse a un largo y complejo proceso de transgénero y así ser física y legalmente una mujer. Para concretar su ideal, se ve obligada a hacer algo que nunca antes hizo: pedir un favor a su familia que vive en una casa quinta, la cual ella con mucho esfuerzo compró, dando la inicial y pagándola mes a mes durante 15 años.
DRAMATURGUIA
Elia Palencia revela que La quinta de Dayana salió de su recurrente interés por autocuestionarse acerca de nuestros mapas como venezolanos, la memoria, la posibilidad de evolucionar y lo crueles que podemos llegar a ser con el que es diferente. “En lo anecdótico, me inspiró una inmigrante vestida de joropera y banda de Miss Venezuela en la Parada Gay de Montreal, hace unos años. Y lo hice porque, como siempre, quisecompartir preguntas desde el teatro, un espacio posible para lo que no existe y puede ser. Y también para sacar a la luz la diversidad que somos. Las minorías son parte de nuestra sociedad, la enriquecen y deben ser respetadas”.
Y como vivimos en medio de un complejo proceso político, del cual nadie puede estar exento, Palencia aclara que escribió esta pieza porque en todo lo que hacemos subyacen posturas vitales y, dentro de ellas, la política. Pero aclaró que, en este caso, el tema es la injusticia dentro del ámbito familiar. “La condición de transexual de la protagonista es un tema colateral, que detona y complejiza lo que me propuse plantear”.
Insiste en que una sociedad de progreso, que aspira a la felicidad de todos sus habitantes, es tan fundamental la libertad como la justicia. “Los cambios desde el ámbito jurídico que están ocurriendo en México y Colombia, por ejemplo, así como al ver la caraqueña marcha gay de este año, algo que no ocurría hace dos décadas, me hace ser optimista respecto a Venezuela. La conciencia de las minorías, su participación y beligerancia va generando cambios para que el colectivo crezca”.
Elio, con no menos de una docena de textos teatrales, la mayor parte escenificados, defiende los avances sociales y políticos del movimiento GTBL en Europa y parte de América, y comenta que todos han luchado por logros como el matrimonio y, según entienda, continúan con otros pendientes como la adopción, así como con el seguimiento a las reivindicaciones obtenidas. Las leyes son fundamentales, pero luego viene la aplicación en la convivencia, donde aún hay mucho por hacer”.
Reconoce que sigue intentando ser coherente con sus necesidades expresivas más esenciales como dramaturgo y en especial con su imaginario, donde está el modo de ser de los habitantes de este país, de donde suelen brotar sus personajes. Este año, además de ser editado por la editorial El Perro y la Rana, le estrenarán un par de textos y acaba e presentar una pieza breve en el Teatro San Martín dentro de un ambicioso proyecto sobre la figura del padre en el continente.
El autor de La quinta de Dayana, que se gana la vida escribiendo una telenovela de Venevisión, reitera que el tema del dinero suele levantar ronchas hasta en las mejores familias, y la del transexual Dayana no es de las mejores, pero tampoco es la excepción. “El caso es que justo cuando van a arreglar cuentas salen a flote los verdaderos sentimientos e resentimiento, egoísmo, intolerancia, y desprecio, o apoyo y solidaridad eterna de cada miembro. Dayana deberá confrontar a una familia quebrada y elegir entre dos alternativas de vida excluyentes e imperfectas ambas”.
Este es un montaje rebosante de humor y picardía que pretende mostrar al público una historia sobre la tolerancia, la confrontación de diversas posiciones en la vida y la realidad del transgénero, su crítica y ese dejo de machismo que provoca este tema en la sociedad actual.
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