martes, julio 17, 2007

Comparseros de César Rengifo y Miguel Issa

Amargo pasado histórico, arrollador presente e incierto futuro de la extracción petrolera fueron temas predilectos para César Rengifo (Caracas, 1915-1980), inolvidable pintor y dramaturgo. Aquel comunista se granjeó enemistades, pero nunca se amilanó y hasta sus últimas horas escribió teatro (dejó no menos de 40 piezas) y vitalizó centenas de lienzos. Siempre hizo gala de estilos plásticos y literarios verdaderamente poéticos que denunciaban la realidad social, porque para él una estética que no reivindicara al pueblo carecía de función y contenido. Preocupado por la irracional explotación del crudo y la maligna conducta de las transnacionales y las displicentes conductas de los gobiernos de turno, realizó a lo largo de su vida una singular “trilogía del petróleo”, piezas que al ser puestas en escena pudo rescribirlas para analizar y cuestionar con precisión la expoliación de esa riqueza y sus graves consecuencias sociales. ¡Nadie le hizo caso y él tenía sobrada razón!
A 27 años de su deceso, el país no ha cambiado como el buen César hubiese querido verlo y es por eso que el artista Miguel Issa (45 años) lo ha redescubierto y además utilizado para crear, con su terceto sobre “la mierda del diablo” y su valiosa obra plástica, el hermoso y estremecedor espectáculo Los comparseros, mágico pretexto destinado a profesionalizar 15 actores y actrices, además de técnicos, del Instituto Universitario de Teatro (Iudet).
¿Qué hizo el director? Superó lo que le habíamos visto anteriormente y otra vez más creó al obtener un montaje híbrido y bien equilibrado entre drama, poesía y danza. Todo un delicado evento de danzateatro donde se palparon buena parte de los sentimientos de los personajes pictóricos y teatrales del ausente ahora presente. Todo un carrusel de policromas estampas o viñetas como sólo César podía haber pergeñado o plasmado en ese negro cajón de la escena, adornado con sillas de madera y telones que reproducían iconos claves de su plástica, mientras los personajes lucían nostálgicos, emotivos o abandonados en función de los textos o los poemas de esa gran fiesta popular, con burriquita incluida. Todo eso en 65 minutos y utilizando fragmentos de El vendaval amarillo (1954), El raudal de los hombre cansados (1965) y Las torres y el viento (1970), y además los poemas La extraña lluvia y Música de un amor, sustancia de un recuerdo (1978).
Ganaron esos teatreros y sus familias, además el público disfrutó con una lectura más contemporánea de esa mínima parte del legado de Rengifo. Esa noche en la sala Anna Julia Rojas, la viuda Ángela Carrillo lucía exultante al degustar lo obtenido con retazos de esa herencia, que cuida con tanto celo, y por eso bendijo a Adriana Devia, Alyeska Gil, Alexander Rivera, César Betancourt, Darío Soto, Guillermo Londoño, Javier De Vita, Katherine Pimentel, Khalil Gómez, Leiry Orozco, Luis Enrique Torres, Mérida Becerra, Moisés Berroterán, Regina González e Ysandra González, actores profesionales con prestigio en ascenso, especialmente los que trabajan con Dairo Piñeres en el grupo Séptimo Piso, además del “técnico y asistente” Carlos Chacón.
Hay, por supuesto, un futuro que ya es presente y eso es gracias a todos los que hacen posible al Iudet, que ahora dirige el economista y dramaturgo José Gabriel Núñez, modélica institución que ha sobrevivido en situaciones difíciles y que por lo tanto merece un local más cónsono con su labor hacedora de patria y para preservar a sus educandos y educadores. ¡Bravo!

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